Pov Leina Maldito Bastian, me dan ganas de… todo esto es su miserable culpa, de eso estoy segura. Si él no hubiese llegado a mi vida, no estuviera sufriendo justo ahora. Camino de un lado a otro con desespero, esperando que esa mujer termine de ver mi sangre que mezcló en su estúpido cuenco con hierbas. Ella solo carga una sonrisa burlona en su cara y, si no fuera la sacerdotisa, ya se la hubiese borrado a golpes. —¿Y bien?— pregunto, toda tensa. Mis pezones están tan duros que duelen contra la tela del vestido y ni hablar del constante roce en mi feminidad. Esto desespera al punto que quiero llorar. Tomo mi cabello y lo jalo de la frustración. Necesito encontrar a Bastian para que me saque de esta agonía. —Es interesante, pero no me sorprende; después de todo, Bastian no es un Alfa común. Es natural que hayas entrado en celo después de la marca, aunque… Ella se queda en silencio, mirando esta vez con seriedad el humo que desprende el cuenco. —¿Es algo malo?— pregunto, algo
Pov Bastian Esta mujer es una manipuladora atrevidamente hermosa. Parece que ya sabe todo el maldito control que tiene sobre mí y lo usa todo a su favor. Quisiera tocarla, tomar esos pechos que se mueven de forma sensual justo en mi cara, pero la muy condenada me dijo que si la llegaba a tocar solo con un dedo, no me dejaría acercarme a ella por mucho tiempo. Gruño frustrado, pero al mismo tiempo extasiado de ver a mi hembra restregarse sobre mí, buscando ese punto que la lleve a la pura gloria. «Te aseguro que a nosotros nos dejará con las ganas; les gusta torturarnos». «Creo que más bien depende de la respuesta si nos deja con las ganas o no». Aprieto con fuerza el borde de la tina y estoy casi seguro de que mis nudillos están blancos por tanta presión. Sus labios están entreabiertos, dejando salir varios gemidos que me tienen al límite, sus ojos cerrados disfrutando de la sensación del roce de nuestros genitales. El calor sigue aumentando en la habitación de baño; el vapor
Pov Bastian Todo después de eso cayó en un silencio algo incómodo. No sabía qué decirle y Leina parece que tampoco quiere hablar. Su olor poco a poco me fue calmando; sus suaves caricias en mi cabello también ayudaron. Miro el agua de la tina y ya no sé si deberíamos volver a bañarnos o no. Creo que prefiero dejarla con todo mi olor en ella y el suyo en mí. Salí con cuidado de la tina y luego la sostuve para ayudarla. Tomé una toalla, secando con cuidado su cabello húmedo y luego su cuerpo. Podía sentir las olas de calor que irradiaba su cuerpo, su olor golpeándome como un muro de concreto. Mi soldado estaba de nuevo poniéndose firme mientras nos mirábamos el uno al otro, perdiéndonos en el deseo. Me acerqué a ella para tomarla de la cintura y llevarla a la habitación; sus piernas se aferraron a mí con fuerza, toda su feminidad rozando mi falo que moría por hundirse en su interior. Mi respiración se volvía cada vez más pesada, sus latidos eran acelerados y sus pupilas dilatad
Pov Bastian Regresé al baño para darme una ducha rápido y luego llené un cubo de agua y tomé una toalla limpia. Entré a la habitación donde mi compañera aún dormía plácidamente sobre la enorme cama. Agarré la toalla y saqué el exceso de agua para luego pasarla por su cuerpo, cuidando de no despertarla. La marca de mis dientes aún se veía en sus pechos y cuello; sus labios hinchados y rojos parecían una tentación suculenta que me pedía a gritos que los volviera a chupar. Diosa, quería hacerle el amor a esta mujer de tantas formas, corromperla tan mal que no estaba seguro de si ella soportaría la intensidad con la que quiero follármela. «Te aseguro que si quiere, espero que algún día me deje montarla». Sonreí al ver que al menos Thorin se había animado un poco; aún seguía abatido por lo de hace rato, pero estoy seguro de que buscaremos una solución. Solo que esa no iba a llegar de la forma como pensábamos, sino en el peor de los escenarios. Limpié por último y con mucho cuidado
Pov Bastian Escucho la voz lejana de Deiros sobre algunos reportes que requieren mi atención. Parece que a Guillermo no le sentó nada bien encontrar la manada de su "amigo" vuelta nada y sin la loba lunar. Pobre infeliz, si supiera que ella está en mi cama ahora, durmiendo muy gustosa la desgraciada, después de tenerme toda la noche como su esclavo sexual. «¿Toda la noche? Creo que más bien los últimos días. Su próximo celo será mío y no me lo vas a negar». —¿Me estás escuchando, Bastian? Solo moví la cabeza sin decir nada; me masajeaba las sienes por el cansancio y el sueño que me estaban llevando al colapso. Esa mujer iba a ser mi perdición en todos los sentidos. Aunque no me quejo, ya de tan solo recordar todas las posiciones en las que la puse anoche se me vuelve a formar una gran carpa entre mis pantalones. —Bastian, deberías ir a dormir un poco. —Estoy bien, solo estoy pensando en el viaje que debo hacer con Leina. Ya las cosas están listas y no estoy seguro de a qué me
Pov Leina Las hojas secas se levantan en fuertes remolinos, golpeando entre los inmensos árboles. Me aferro a la ancha espalda de Bastian, solo escuchando las risas horribles y los gritos agudos y chillones. Mi pecho sube y baja rápido; trato de no dejar que el miedo me domine, pero es casi inevitable. Solo me aferro a mi compañero, que permanece alerta, como un escudo protector rodeándome. Ya no sé qué me da más miedo: la brisa que trae esos sonidos horribles o la calma con la que Bastian me protege. Bajo la mirada a la piedra de la sacerdotisa que até a la daga que me dio mi padre; brilla con intensidad, desprendiendo una energía que nunca había sentido. De pronto, todo lo que hace un momento parecía una pesadilla de terror se calma; el silencio reina de nuevo en medio de toda la quietud del bosque. —Vamos, mi Luna, debemos avanzar. No podemos dejar que nos agarre la noche en medio de la nada. Este bosque es tranquilo durante el día, pero no por las noches. Me toma de la man
Pov Leina Desperté de golpe, respirando con pesadez; mi pecho se contraía con cada exhalación y de nuevo mi piel ardía. Un tacto frío y reconfortante en mi cintura me calmó por completo todo el malestar. —Leina… —No sé quién es él, pero me quiere atrapar, Bastian. Por favor, no dejes que llegue a mí. Estoy harta, cansada de ser perseguida. Todos mis muros comenzaron a derribarse frente a él; ya no podía soportar todo lo que me estaba pasando, me estaba ahogando. —No quiero ser la loba lunar, no quiero ser esto. Solo quería una vida tranquila, pero en cambio tuve que ver cómo la sangre era derramada bajo mis pies; yo misma la saqué de todos aquellos que intentaron alcanzarme. Me aferré con fuerza a sus brazos, que no dudaron en rodearme mientras me desahogaba, contando todo lo que viví desde aquel estúpido baile hasta que llegué a él. Me arrepiento tanto de haber querido rechazarlo; fue lo más estúpido y cobarde que pude haber hecho. —No te vayas de mi lado, por favor
Pov Leina Me acurruqué contra el fuego, escuchando de nuevo aquellos espantosos chillidos, pero esta vez sonaban más lejanos. Quería pensar en algo que me distrajera del pequeño dolor que sentía en mi corazón; sin embargo, tenía la mente más en blanco que otra cosa. Solo me concentré en el fuego, que esparcía diminutas bolitas resplandecientes que luego se apagaban en el aire. El sonido de las ramitas crujiendo dentro de él me mantenía despierta. —Deberías comer algo; no has tocado nada de comida desde la mañana. Lo ignoré por completo y solo seguí allí, mirando lo más interesante del mundo, y ese no era él. Su suspiro invadió el pequeño espacio. Una casita vieja en medio de la nada, no tenía nada adentro, pero agradecía a quien quiera que la haya hecho para brindar algo de seguridad. Cerré los ojos cuando su presencia me envolvió, sus brazos arrastrando mi cuerpo al de él. —Déjame, es mejor si sigues pretendiendo que no existo. —No es así, amor —y hasta tiene el descaro de r