Pov Leina Camino por la habitación con pasos cortos, como la sacerdotisa me lo indicó antes de salir corriendo por la puerta. Ava intenta calmar mis malestares, pero es casi insoportable lo que siento. «Tranquila, respira como ya sabes: inhala por la nariz, exhala por la boca». «Creo que no voy a poder, me está dando un ataque de pánico. Esto duele, no tanto como la primera vez, pero duele». Acaricio mi vientre para calmar las contracciones, pero nada funciona. Es inevitable, la bebé ya viene y me tiembla el cuerpo de pensar que el dolor sea fuerte como con Ethan. Sí, Ava tenía razón cuando dijo que Thorin nos iba a dejar bien preñadas en nuestro celo, y aquí estoy a nada de dar a luz por su culpa. Voy a mutilarle el coso por hacerme esto. Aunque cuando pienso en todos los momentos con Bastian, toda la atención y las veces que lo volví loco en las madrugadas por algún antojo raro, me dan ganas de repetirlo solo para verlo desesperado cuando finjo algún dolor. Jajaj… «Eso es c
Pov Leina No sé que voy a hacer con estos dos, Bastian solo estaba riéndose con orgullo, viendo a Ethan como si eso fuera una gran hazaña. —No me mires así, es nuestra princesa y ningún mequetrefe va a venir a reclamarla; primero tiene que demostrar que es tan fuerte y capaz como su padre. Hombres, no puedo con ellos. Los cuatro nos quedamos juntos por el resto de la noche. Ethan se quedó dormido con su cabecita apoyada en mi pecho, cerca de su hermana, hasta que Bastian lo cargó con cuidado, acomodándolo del otro lado. Coloqué a nuestra pequeña Juliette, así la llamamos, a mi lado, nuestros cachorros en medio de nosotros. —Descansa, mi Luna, yo cuidaré de ustedes. Al final fue él quien se quedó dormido, así que aproveché y me levanté a pesar del malestar. Caminé hasta el balcón, mirando la luna en lo alto. Una suave brisa llegó de algún lado, acariciando mi mejilla. No se sentía frío el tacto, todo lo contrario. —Gracias, madre, por la familia que me diste—. Me giré
Pov Narrador Todos se hacen a un lado, inclinándose al ver a la emperatriz; nadie se atreve siquiera a atravesarse en su camino. Sus ojos están llenos de lágrimas y su corazón pende de un hilo. Con el corazón casi en la boca, llega al ala este del castillo donde la comitiva del ministro Teseo se aloja. Sus manos tiemblan mientras avanza a la única habitación de ese pasillo, y sus nudillos están blancos de apretar con fuerza la falda de su vestido. Abre las puertas y lo que ve hace que su corazón se desgarre de dolor. —Keira…— corre hacia la cama, mirando el cuerpo de su hija desnudo, lleno de marcas y moretones. Ella abre los ojos en una rendija. —Mamá— su voz apenas se escucha; una lágrima solitaria se desliza silenciosa hasta caer en la cama. ¿Cómo había pasado esto? ¿Cómo su esposo había permitido esto? Ella se fue solo por unas semanas y regresa por una carta donde le indican que su hija fue vendida. —Tranquila, cariño, mamá ya está aquí— toma una bata para envol
Pov keiraMe quedé ahí parada por lo que parecieron horas, mirando a la nada, justo donde la silueta de mi madre había desaparecido mientras nos adentrábamos en este camino serpenteante a través del agua.Quería seguir allí, con la esperanza de que todo esto fuera un sueño horrible del que pronto despertaría, pero no fue así.Me dolía cada parte del cuerpo; mis piernas protestan para que les dé un descanso, mientras que mi alma me pide a gritos que llore para sacar todo ese dolor.¿Llorar? No, llorar ahora no es una opción; llorar no va a resolver mis problemas, llorar no me devolverá mi vida y todo lo que perdí.Me alejo al pequeño espacio de la barcaza, lejos de la mirada del hombre que la guía.Hago una mueca de dolor al sentarme por ser atravesada por puntadas en todo mi vientre y en mi zona íntima. Una clara consecuencia de la noche de mierd4 que pasé a manos de ese hombre.¡Duele!Duele mucho saber que tu propio padre, al que siempre admiraste y respetaste, te haya entregado com
Pov KeiraAvanzamos por las calles polvorientas y desoladas de este pueblo gris y pobre; algunas personas se mantienen curiosas desde la ventana, mirándonos.Jamás en mi vida había visto nada fuera de los muros del palacio; nunca se me permitía salir, hablar con los sirvientes o jugar.Siempre quise ir a explorar, saber si el mundo era así de hermoso como en los cuentos que me recitaba mi madre, pero al ver este pueblo sin vida, con las calles de tierra y gente que apenas tiene tela para vestir, me doy cuenta de que la realidad es mucho más dura.—¿En qué Reino estamos?— decidí preguntarle a Gerald.—Imperion, señorita; las fronteras de su Reino y las tierras no reclamadas.¿Imperion? ¿Acaso mis padres saben de esto?Llegamos a una taberna que ofrece habitaciones. Caminamos directo hacia el encargado, que limpia una y otra vez el mismo vaso de vidrio con un trapo todo manchado.«Keira, no me gustan las vibras de los hombres de la esquina. No los voltees a ver, espera a que subamos. Cr
Pov EthanNada en todo este panorama pinta bien. Ver familias enteras cruzar nuestras fronteras en busca de refugio es algo que jamás creímos ver.Los guerreros se mantienen alerta, cubriendo toda la zona y ayudando a los recién llegados a acomodarse por separado.Muchas mujeres cargan a sus cachorros con un pequeño morral a sus espaldas, trayendo lo único que tienen.Los lobos y lobas con parejas de otras razas deben permanecer separados del resto. Sonará racista, tal vez, pero ya nos hemos llevado muchas sorpresas desde que todo esto comenzó.—Lleven a las mujeres y a los niños a la manada más cercana para que coman y luego los llevan a los refugios. Los demás tendrán que pasar por la supervisión con Rocco y su padre.—Sí, Reina.Mi madre se acerca con cara de fastidio; ya está más que harta de todo el protocolo de títulos.—Madre, debiste quedarte en la manada. Yo puedo encargarme de esto.—Lo sé, pero tener a tu padre todo el tiempo encima me desespera —observa al grupo de persona
Pov Keira Lo odiaba, odiaba ser la débil que solo se apilaba en un rincón como todas las demás, mientras escuchábamos los gritos y los lamentos de las mujeres que eran violadas por los guardias. Me abrazaba a mí misma, llorando sin saber qué más hacer. Me habían encerrado aquí después de que me llevaron a una casa donde una mujer metió sus dedos dentro de mí para saber si era virgen o cuántos hombres me habían utilizado. Me colocaron un collar con cadenas que bajan por mi espalda hasta mis extremidades, una forma cruel de controlar nuestros movimientos. Alba está tan asustada que se ha mantenido al fondo de la mente, sin querer salir. Dejo que las lágrimas caigan, mojando mi vestido rasgado, poniendo mis esperanzas en todo y nada a la vez. Alzo la mirada para ver a las otras mujeres abrazadas entre ellas, algunas durmiendo sobre la madera fría y otras simplemente como yo, apiladas en una esquina para no ser notadas. Se supone que yo sería una emperatriz, una líder que protegerí
Pov Keira Podía ver el miedo y la incertidumbre de muchas en sus rostros. Esto es, por mucho, el movimiento más arriesgado que podamos hacer. Nos movimos sigilosas hasta las carretas; una ventaja de que esos malditos malnacidos nos creyeran débiles es que dejan todo sin vigilancia y se largan a roncar. Todas se apresuraron lo mejor que pudieron sin hacer sonar tanto sus cadenas para montarse sobre las carretas. Las que sabían cómo dirigir un caballo se colocaron al frente. Yo y otras más estábamos atentas, con palos en nuestras manos, por si alguno de los hombres se les ocurría salir. Cuando todas subieron, corrimos una a una hasta que yo fui la última. Me subí sobre la carreta, mirando con miedo las pequeñas casas que se iban alejando a la distancia. Todas teníamos el corazón en la boca y la incertidumbre de qué pasará ahora. Podía sentir eso que seguramente las frenaba a ellas de intentar escapar, ese miedo tan aterrador que era capaz de congelarte en un solo lugar. —Lo lo