¿Lo esperaban? ¿Creen que se permita? ¿Ella aceptará?
El aspecto de Chase dejó mudos a todos los presentes. Habían visto a hombres masacrados, pero nunca a alguien obligado a vivir con los pies rotos, incapaz siquiera de arrastrarse.Sus labios, con la piel cayéndose por las quemaduras maltratadas y descuidadas, eran una visión dantesca. Sus costillas, molidas a golpes, no impedían que el español fuera arrastrado con una cadena al cuello, tratado como escoria.El sitio donde se encontraban era oscuro y húmedo, con paredes de piedra cubiertas con detalles en cada una de las columnas que sostenían el techo recubierto con figuras de oro. El aire estaba cargado de un hedor a muerte y sangre seca, haciendo que cada respiración fuera un esfuerzo. La luz provenía de una serie de bombillas parpadeantes en el techo, proyectando sombras inquietantes que parecían moverse con vida propia.La sombría presencia del Ángel de la Muerte hizo que muchos se miraran entre sí, buscando confirmar si habían visto lo mismo. El crujido de las cadenas y los gemid
—En ocasiones suelo pensar que ya has hecho todo lo que puede sorprender y luego me entero de cosas como estas…En verdad no sé si decir que eres la personas más difícil de entender o la que me mantiene entretenido mientras estoy con una jodida fractura. —dijo Kahín al amanecer con una noticia de esa magnitud en la que se incluía a su hermana. Génesis aún no asimilaba que en una sola mano tenía tanto poder como para hacer volar hasta al cielo muchas cosas. Tal vez era el no haber dormido absolutamente nada o…el hecho de que ¡Se iba a casar en menos de dos semanas!Bastian la detalló. No había tocado su plato de comida siquiera. El ánimo no le daba para eso. Su hija encontró ese par de ojos igual a los suyos, contando cuantas veces palpitaba la vena de su frente. Pero no estaba molesto. Tenía algo más. No estaba en desacuerdo con ella. El desayuno no fue de lo mejor que había probado, o quizás se trataba de haber aceptado un matrimonio en tan solo días. —Dale tiempo, amor. —le dijo
Génesis mantuvo su posición estando frente a su escritorio, mientras todo el equipo de trabajo se movía exponiendo sobre la planeación de la próxima temporada de joyería. Aunque mayormente su interés estaba en el Rottweiler que había optado por llevar con ella desde New York dos días antes. Luego de reprender a Anthony por dejarlo solo decidió, sin opción a reclamos, que estaría con ella. Así lo hizo, dándole un lugar en cada oficina a la que iba, como si fuera un niño que la seguía intimidando a todos a su paso por la mirada salvaje que lanzaba con cada pisada. Sus dos teléfonos se mantenían a su derecha, mirando las llamadas y mensajes del primero a quienes podría responderle luego, pero deteniendo todo al no tener opción con la planeación de su boda. Estaba a una semana y tenía tantas citas como para que al menos 10 personas asistieran a ellas en lugar de solo ella. Eran muchas, pero no había más opción que hacerle frente. Su madre la contactaba. Su tía preguntaba por cuál era
Al despertar ya estaba un desayuno sobre la mesa y un Titán que comía lo que éste le puso en su plato. Proteína para mantener ese ritmo de crecimiento que debía tener. —Por lo que veo no es tu primer perro. —Prácticamente es el tercero. —la hizo sentarse en su regazo. —King se llamaba el primero, era de mi padre, pero generalmente siempre estaba con mi madre y conmigo. Luego nacieron sus hijos y me quedé con Sirio. Luego de morir llegó Titán. Me gustan porque son difíciles de engañar y no aceptan a cualquiera que esté cerca. —Es como tú. —¿Por qué me compararía con un perro? —cuestionó dándole un bocado de comida. —Porque son grandes. Parecen temibles, pero son un amor cuando quieren. Consentidores. Cariñosos. —Definitivamente necesitas ir a un mejor médico. Ese inútil no sirve. —dijo comiendo él. El golpe en el hombro lo hizo dejar de masticar y alzar la ceja. —Ni digas nada. Te lo ganaste. —siguió comiendo sin prestarle atención más que cuando era un tema serio. A Anthony le
—La sombra no está vengando nada. Lo disfraza de desquite para no admitir abiertamente que lo suyo es admiración y envidia —dijo Génesis, mientras una brisa fresca movía suavemente su cabello oscuro, impregnado del aroma de su perfume floral. Sus ojos, oscuros y penetrantes, se clavaron en Anthony, buscando una reacción.Anthony la observó, sintiendo cómo el aire frío de la noche le erizaba la piel.—Acabo de escuchar a Brisa decir que fue ella quien le pagó a los medios para decir que tenías una relación con su hija —dijo mientras caminaban juntos, sus pasos resonando en el pavimento húmedo—. Tal vez me equivoque con esa desquiciada, pero no me digas que también casarías a tu hija con alguien que desprecias totalmente —se detuvo, su mirada fija en el horizonte, como si buscara respuestas en la distancia—. Porque está claro que eso es lo que buscaba.—Lo pensé una vez, pero cuando decidimos hacer algo al respecto con Brisa, no quise investigar —admitió Anthony, sintiendo un nudo en el
—¿No piensas probarte el esmoquin? —reprochó Lina, cruzando los brazos mientras observaba a su hermano guardar el traje sin siquiera mirarlo.—¿Para qué? —respondió el mafioso, abriendo el computador y apoyando el codo en la mesa de madera oscura, que reflejaba la luz tenue de la lámpara.—¿Cómo que para qué? Puede quedarte mal y necesitar arreglos. Necesitamos ver eso. —Lina se sentó en la esquina de la cama, su voz cargada de preocupación. —Anthony, es tu boda y el entusiasmo es nulo en ti. Falta solo un día, debemos…—Lina, el esmoquin está bien. Deja de estresarte. —Anthony dejó de lado lo que estaba haciendo y la miró directamente a los ojos. —Mejor di lo que en verdad quieres y listo.—No tengo nada para decir —replicó ella, desviando la mirada.—Agudizas la voz cuando te pones nerviosa —le hizo ver, con una leve sonrisa en los labios.Lina entrecerró los ojos, sintiendo una mezcla de frustración y cariño. Su hermano, en cambio, no parecía tan interesado en discutir al respecto.
—La familia creada con la sangre derramada sobre la tierra renació cada vez que cayó. Si debemos morir de la misma manera, solo estarían confirmando nuestra superioridad. —Aarón alzó su copa, acompañado por su hijo mayor, seguido de Joseph, Adrián y cada uno de los presentes en la mesa, incluidos los alemanes que se unieron.—Nací con la sangre entre mis manos, viví entre ella y caeré por ella. —exclamó Leonardo, con voz firme.—Somos lo que admiran, temen y buscan, pero jamás vencen. —añadió Joseph, con una sonrisa desafiante.—Estamos presentes aun cuando no lo estamos. Odian nuestro apellido, pero odian más no llevarlo. —agregó Adrián, levantando su copa con orgullo.—Por nuestra sangre. Por nuestro apellido. Por nuestra unión. —brindó Bastian, mientras las mujeres reían a lo lejos, disfrutando de una noche que finalmente les brindaba la tranquilidad que no querían romper. Se unieron segundos después, al no querer estar más tiempo separadas de sus esposos.Incluso la rubia, que al
La llegada de la mañana no les dio descanso a ninguno. Anthony fue prácticamente expulsado de su propio dormitorio, mientras Génesis era llevada a la ducha, donde le dieron un máximo de diez minutos para ducharse y quedar lista.Sara recibió al equipo que la prepararía. Luisa, acompañada por Kiara, se encargó de trasladar el vestido hasta la casa.Keyla llamó a su hijo, quien llegaría para estar junto a ellos, siendo recogido por Mateo en la pista. Valentina se aseguró de que la iglesia estuviera como se había planificado, mientras Evelyn y su esposo recibían a los invitados.—Necesito un bote de aspirinas —se quejó Lina—. La cabeza me va a estallar.—Que alguien apague el sol —murmuró Maeve.—Nadie les dijo que bebieran como si fuera un desafío —dijo Vladimir, arreglándose los puños mientras veía a Anthony salir con la corbata a medio hacer y el saco en la mano.Leonardo y Bastian esperaban por sus esposas en la sala de la casa, conversando tranquilamente, conscientes de que eso iba