El empresario, conocido por ser el congresista con mayor influencia en la sociedad, había sido atrapado por la mujer que se convertiría en su esposa. Ahora, el hombre se arrastraba como podía, con un disparo en el pecho y múltiples heridas, resultado de las explosiones que casi lo aplastaron en medio de la guerra que se desataba a su alrededor. La zona era un infierno de fuego y sangre del que luchaba por escapar.El aire estaba cargado con el olor acre de la pólvora y la sangre, mezclado con el hedor de la muerte. Los gritos de los heridos y moribundos se mezclaban con el estruendo de las explosiones y el incesante tiroteo. Los helicópteros sobrevolaban la zona, sus hélices cortando el aire con un zumbido ensordecedor mientras se atacaban entre sí, lanzando misiles que iluminaban el cielo nocturno con destellos de fuego.Chad Hardy, desesperado por encontrar una salida, sacó su teléfono y lo llevó a su oreja, rogando ayuda a las autoridades. Los detalles que proporcionó guiaron a los
—Los cargos que se le imputan son graves, Mayor. —le dijo el agente superior que se encargó del procedimiento. —Desobedeció órdenes directas. Insultó el sistema de justicia al actuar de esa forma y defraudó al buró con su desacato. El hombre de mirada ajena a lo que decían no se movió. Tenía una esposa en la mano que lo ataba a la camilla y aún así, no le importaba en absoluto. —¿Sabe cuántos cargos enfrenta? —trató de verse amigable. —Podemos hacer un acuerdo con el juez y lograr la pena mínima. Si mantenemos un buen comportamiento durante un par de años, conseguimos una rebaja o incluso una salida bajo…—¿Quién me eligió como su sacrificio? —preguntó directamente. El agente se vio obligado a tomar el papel que muchas veces actuó. —No te hagas, Walls. Tengo más años que tú en el buró. Sé cómo funciona esto. —Por eso, espero que entiendas que esto no es personal. —Tomó el gafete con el nombre del Mayor. —Solo debías atrapar a criminales de cuello blanco. No más. Se siguen las regla
El derrumbe había dejado a todos atrapados en un espacio reducido, la presión de las paredes acababa con el poco oxígeno. Con el polvo aún suspendido en el aire y la luz que les brindaba la mínima visibilidad les dificultaba ver más a fondo lo que tenían de frente. Anthony sentía su abdomen goteando y aún así, lo único que movía sus sentidos era interponerse entre el peligro y su esposa. Nevin también se sumaba a quienes estaban heridos. Sus respiraciones entrecortadas resonaban en el silencio tenso. Finalmente, el enfrentamiento cara a cara entre dos bandos que no conocían la palabra “débil” se había dado.Anthony, con una sonrisa torcida, no sabía si reírse de la sobreestimación que La Sombra tenía de sí misma. Ella, por su parte, veía la clara ventaja en números. Anthony y Génesis estaban solos, mientras que sus colaboradores la respaldaban como centinelas, apuntando sus armas hacia el mafioso. Sabían de lo que era capaz y no podían permitirse descuidarse ni un segundo.—Yo que tú
Dos socias que una vez actuaron en beneficio de una fundación ahora se encontraban frente a frente, tras el derrumbe de la entrada a ese túnel oscuro y húmedo. El aire estaba cargado de polvo y tensión, y el eco de sus respiraciones agitadas resonaba en las paredes de piedra. Una de ellas, tan sincera como cada palabra que salía de su boca, mantenía una postura firme. La otra, copiando cada gesto y acción para igualar sus condiciones, mostraba una sonrisa sarcástica. Ahora, ninguna de ellas tenía la mirada que solían darle a la otra; la confianza se había desvanecido, dejando solo desconfianza y resentimiento.Sara apuntaba con su arma a Dominique, con la furia dilatando sus pupilas. La segunda, riendo nerviosamente, sin saber si realmente podría disparar.—Puedes romper tus uñas si aprietas ese gatillo de nuevo —dijo Dominique, jugando con su seguridad, su voz resonando en el túnel como un eco burlón.Sara ajustó su postura, posicionando aún mejor el arma. Leonardo, observando desde
No les sería tan fácil salir de ahí y dar con su objetivo con el aturdimiento en cada uno de ellos. El pulso les temblaba al reponerse, sus cuerpos aún sacudidos por la explosión. El aire estaba cargado de polvo y el eco de las sirenas resonaba en sus oídos, mezclándose con el zumbido persistente de la explosión.—¡Ubicación! —demandó Glock, alias del hombre de remera oscura. Sus oídos jamás habían sido expuestos a un dolor como el que sentía, lo que llenó de m@ldiciones el espacio entre sus hombres. Los demás comenzaron a reagruparse. —Quinientos sesenta metros y avanzando a gran velocidad al este. —expuso quién que le seguía, su voz temblando ligeramente mientras miraba la pantalla del dispositivo que sostenía. Las alarmas del auto sonaban, añadiendo una capa más de caos al entorno. —Una segunda ubicación al norte los ubica a quinientos treinta metros. —Dos más al sur y oeste. ¿Qué ocurre? ¿Por qué carajos el sistema falla? —No falla. —dijo Darek, el sujeto de remera gris soste
—Su estado es crítico. El tiempo se acaba. —informó una Gálata descompuesta. Marcelo la atrapó entre sus brazos y la tranquilizó. —Un trasplante sería un riesgo también y con cada segundo que pase sólo aminoran las posibilidades. No sé si vaya a funcionar o sea la causa de su…No quiero. No quiero perder a mi hijo. —Escúchame. —le tomó el rostro. —Lo encontré. Haz las pruebas con él. Querían sentir culpa por lo que estaban haciendo. Pero no era momento de titubeos. Su hijo los necesitaba y pese a que no era una opción para enorgullecerse, importaba más la vida de Johan que cualquier golpe de moral.—Sigue respirando. —Esto no está bien. —murmuró Gálata. —Estamos haciendo algo contra cualquier criterio de nuestro hijo. Él no quiere tener ninguna unión más con los Müller.—Entonces que me reclame luego. —afirmó Marcelo. —Pero que siga con vida. Puedo tener rencor. No su ausencia. Gálata miró hacia el pasillo. Su hijo se privó de tantas cosas toda la vida que dejar que también perdier
La espera no era el fuerte de ningún Crown. Todos tenían una sola oportunidad para salvar a uno de los integrantes que más odiaba sentirse vulnerable, pero de cierto modo los había unido a un solo latido.Mientras en la sala de operaciones Gálata se motivaba por su inmenso deseo de que todo saliera bien, el resto de los Crown se fueron presentando uno a uno al pasillo donde Marcelo esperaba pacientemente. El aire estaba cargado de una mezcla de desinfectante y el tenue aroma de café recién hecho, que alguien había traído en un intento de aliviar la tensión.Hermes se comunicaba con Ryan a cada nada, pues era quién se encargaba de mantener informados a quienes no podían estar presentes. Mientras Aarón distraía a Avery con una llamada para que pudiera estar presente a su manera. Asher se sentó al lado de su padre, al igual que Sara, quien llegó casi dos horas después para mostrar su apoyo hacia su amigo. El sonido de los pasos resonaba en el pasillo, cada eco parecía marcar el paso del
—¿Sabías que Carol sigue llamando a la empresa? —Bastian apoyó la espalda en la fría superficie. —Es extraño que alguien que fue muy importante para mí, ahora tenga mis reservas para acercarme. —Nadie puede juzgarte por tener cautela. Aún cuándo tuvieran razón, tú estás sobre todos y todo. —le aseguró. —Tú compañía es un privilegio. Tu amistad vale más que sus vidas y si alguien la pierde es muy su problema. Por eso amaba a sus padres. Siempre tenían las palabras correctas para ella.—La Emperatriz no debe bajar la cabeza, sus límites o sus expectativas sobre nadie. Ellos deben aumentar lo que están dispuestos a ser para llegar a cruzarlos. —La alemana sonrió oyendo el taconeo de los zapatos de su madre. —Tu madre y tú son un jodido privilegio que sólo quien está dispuesto a matar y morir pueden tener. Menos que eso no lo deben aceptar.De eso estaba convencida desde niña. Veía como su padre trataba a su madre y muchas veces imaginó que sería lo que tendría en un futuro. No se equiv