Destina al Alfa
Destina al Alfa
Por: Odunkun
capitulo 1. Notificación

— Serenety, no vuelvas tarde... si ya sé que eres mayor de edad y todas esas cosas. Pero aún así no me gusta que andes sola por el bosque a altas horas de la madrugada.— dice mi abuela desde su mecedora.

Es tan graciosa, la verdad es que está mayor pero no tanto para parecer una abuelita como la Caperucita, y bueno lo del lobo no es incierto del todo ya que aquí las dos somos mujeres lobo.

— Abuela no estas tan mayor, vale que tienes casi 300 años pero todavía te falta mucho por vivir, no se a que viene lo de la mecedora y por cierto yo no he dicho nada— respondo sonriendo a mi abuela.

Mi abuela no contesta, solo me dedica una sonrisa y continua tejiendo. No sé que mosca le habrá picado si a ella nunca le han gustado hacer este tipo de cosas.

Me dirijo hacia la consulta del doctor, hoy es mi último día de prácticas, hoy por fin seré una enfermera de verdad.

Paso a la consulta y saludo a la señora Jones ella es una habitual, todos los días viene con una misión. Yo creo que se siente sola y aquí pasa la mañana. Es tan tierna, desde que llevo aquí no ha dejado ni un solo día de traer café y bollos.

Termino mi jornada, hoy el día ha estado muy tranquilo apenas unos cortes y alguna escayola. Cojo mis cosas y me dispongo a salir.

— Serenety espera un momento— dice el doctor a mi espalda, me volteo y espero a que hable.

— Siento no poder ofrecerte un puesto de trabajo en estos momentos, sabes que ahora no hay mucho trabajo y no podría pagar tus honorarios, pero en cuanto llegue el verano de seguro que podré contratarte— dice el doctor Smith apenado.

— No se preocupe estoy muy agradecida por la oportunidad que me ha dado, me las apañaré muchas gracias no se aflija— respondo un tanto triste, sabía de sobra que estoy pasaría aún así no estaba preparada.

Salgo de la clínica y echo un último vistazo, esto no es un adiós sino un hasta luego. Camino hasta la cafetería, en diez minutos comienza mi turno y ando un poco apurada.

Llegó y saludo rápidamente a Catherine, ella es la jefa, voy a mi taquilla y me pongo el uniforme me esperan ocho horas de servir cafés y platos combinados.

No es el mejor de los trabajos pero nos da de comer. Con la pequeña asignación que recibe la abuela de viuda por parte de la Manada, apenas si nos llega. Supongo que si ella viviera sola tendría de sobra pero estando las dos no es posible.

Son las diez, al fin la hora de cierre. Termino de recoger las mesas y limpio el local. Las diez y media cuando al fin termino. Si me doy prisa llegaré a casa antes de las doce. Antes de irme me acerco a Catherine y le pido poder echar más turnos, ya que ahora las mañanas las tengo desocupadas. Ella lo siente y me explica que en la mañana apenas llega gente y que ella y la otra chica se apañan bien.

Bueno no es lo que esperaba escuchar pero en fin al menos tengo trabajo.

Camino de regreso a casa, la noche es fría y el cielo está despejado, el firmamento está bañado de estrellas y una luna llena lo adorna.

Mi loba me pide a gritos que la deje salir, pero este no es buen momento. Tendría que dejar mi ropa y mi bolso aquí y no es lo que deseo hacer ahora mismo. Cuando llegué a casa la dejaré salir a correr un rato. Solo espero que no sé de un festín con algún conejo.

Le encanta cazar está en su naturaleza.

— Abuela, ya estoy en casa... Se que estás despierta— le digo desde la entrada. Por más que le insisto en que no me espere levantada ella se niega. Así que traigo unas cuantas sobras que nos servirán a las dos de cena.

— Cariño tengo malas noticias, o quizás no sean malas pero a mí no me agradan demasiado — dice mi abuela entregandome un sobre.

Lo miro y veo que proviene de la Manada, la nuestra, la Manada Black Moon. Saco la carta del interior y comienzo a leerla:

Se requiere su presencia en la manada en la mañana del día posterior al recibir la carta. Tanto la señorita Serenety Moore como la señora Astrid Moore, deben de estar presentes para la realización del censo. Este se realizará en la plaza del ayuntamiento.

Muy bien, doblo la carta y la guardo en el sobre. Hace diez malditos años que no voy a la Manada, desde ese fatídico día y ahora no estamos invitadas sino más bien obligadas a asistir a esa estupidez de censo.

Podríamos no asistir pero significaría que estaríamos fuera de la Manada convirtiéndonos en pícaras, mi abuela perdería su pequeña asignación y estaríamos expuestas a mayores peligros.

— Bueno por la mañana temprano llamare Catherine, sobradamente sé que pasaremos allí todo el día y ahora ven a cenar algo conmigo abuela—

— Se que no quieres ir y ese lugar te trae malos pero piensa que solo estaremos un rato y después volveremos a casa..—.

Tiene razón, allí no tengo a nadie, no tengo amigos si es que un día los tuve y tampoco tengo familia, sólo malos recuerdos y unas pesadillas recurrentes.

Nos vamos a la cama pasada la una, y hay que levantarnos temprano ya que tenemos una hora de camino y no disponemos de medio de transporte.

Me meto en la cama, me arropó y cierro los ojos, no tardó mucho en quedarme dormida ya que la verdad es que estoy muy cansada.

" Escucho gritos y explosiones por todos lados, me levanto de la cama y me asomo por la ventana. Hay muchos lobos peleando en la calle, no entiendo lo que pasa...

Bajo las escaleras en busca de mamá y papá ellos están transformados en lobos y están luchando con un grupo que ha entrado en casa.

Mamá me mira y me indica con la mirada que debo esconderme, eso es algo que ya hemos hablado muchas veces. Subo corriendo las escaleras y me meto en el armario de mi habitación, accionó una palanca y se abre un compartimento. Me introduzco y lo vuelvo a cerrar...

No sé el tiempo que llevo aquí dentro, tengo hambre y me hago pis, de repente comienzo a escuchar unos pasos, estos se detienen en la puerta del armario, me acurruco y espero que sean papá y mamá.

Pero no son ellos es la abuela la que está al otro lado, ella me coge en brazos y me saca de la casa..."

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