Capitulo 4. No me vas a rechazar

— Me estás asfixiando, si no te importa...— digo un poco sofocada por la situación.

Él se separa de mi pero no lo que a mí me gustaría ya que sus manos siguen pegadas a mi cabeza, en ese momento veo como él me mira de arriba abajo escrutando cada detalle de mi cuerpo.

Lo observó yo también en silencio, no se puede decir que no es guapo y atractivo porque mentiría. Ante mi tengo a un hombre moreno de ojos azules con betas doradas, cuerpo de dios griego y altura considerable.

Ese cuerpo me hace sentir inferior a su lado, no es que yo me considere fea, creo que no estoy mal. Soy rubia de ojos castaños, piel clara y un cuerpo más bien delgado. No tengo demasiadas curvas pero tampoco soy un palo. El único inconveniente es que me debe de sacar al menos treinta centímetros de altura.

— No sé si eres una imprudente o simplemente eres temeraria... no sabes cuánto tiempo llevo buscándote y cuando te encuentro huyes de mi—dice chasqueando la lengua.

Quita una de sus manos y la pone sobre mi rostro, produciendo en mí miles de descargas. Levanta mi cabeza para que lo mire fijamente.

** Su lobo me gusta, además nos quiere marcar**

** Eso ni lo sueñes y no era que no me hablabas**

Hablo con mi loba a través del enlace. Vuelvo a mirarlo y me armo de valor, si no lo hago ahora no creo que vaya a ser capaz de hacerlo después.

— Yo Serenety Moore...—

No me deja continuar tapa mi boca con su mano y me mira enfadado.

— No sigas no lo permitiré, llevo demasiado tiempo esperando para que me vengas con estás, creo que te mereces una lección...—

Sus palabras me dejan petrificada, por el miedo la rabia y una sensación de calor que no se identificar.

— Mañana a las siete te espero en el campo de entrenamiento, ah y no faltes es obligatorio, si no acudes vendré yo en tu busca— dice mirándome fijamente, una mirada que se me clava en los más hondo de mi alma.

Cesa con su acoso y veo como se marcha con una sonrisa en la boca. Oh Diosa, pero que me has hecho!

Paso a mi casa y me tumbó en el sofá, tratando de procesar sus palabras pongo mi alarma a las seis de la mañana, este hombre no está bien de la cabeza mira que levantarse cuando aún es de noche. Y encima para entrenar, siento que mañana va a ser un día muy largo y doloroso para mí.

Me quedo dormida dándole vueltas a todo lo acontecido en los dos últimos días y yo que esperaba una vida tranquila.

Me despierta el sonido del móvil, ya deben de ser las seis, me lavo la cara y me peino. Voy a desayunar algo y recuerdo que no tengo nada. Me miro en el espejo y veo que mi ropa no es la adecuada para entrenar y hay que sumar otro problema a la ecuación, dónde se realizan los entrenamientos?

Si me quedo en casa, vendrá enfadado a por mí. Si me voy al entrenamiento de seguro llegaré tarde por lo tanto también se enfadara. Si voy a casa de Sara los métete en un problema. Si me marcho de la Manada también me buscará, maldito censo... Haga lo que haga ese estúpido Alfa se enfadara conmigo.

Así que opto por la opción más adecuada, me tumbó de nuevo en el sofá y me quedo dormida.

Me despiertan unos fuertes golpes en la puerta, no necesito saber de quién se trata ya que su aroma llega hasta aquí. Si le abro la puerta malo y si no lo hago peor! Me levanto del sofá adormilada miro el reloj y y puedo ver como este marca las nueve y media de la mañana. Mi barriga comienza a rugir.

Abro la puerta con desgana y de nuevo no tengo tiempo de hablar, otra vez estoy arrinconada contra la pared.

— Te gusta desafiarme, pequeña...— dice con los ojos dorados, por lo que intuyó que es su lobo el que ha tomado el control.

— Si me dejas que te lo explique...—respondo entre jadeos, el muy atrevido no deja de besar mi cuello.

Estoy inmovilizada, tengo los brazos sujetos por su mano,estos están encima de mi cabeza y las piernas abiertas con su rodilla cerca de mi intimidad, creo que estoy en el aire, ya que estoy a su altura.

— Bájame por favor— hablo de nuevo y comienzo a llorar, no quería llorar,esto es lo más humillante que he pasado en toda mi vida.

El me mira con esa mirada dura y me baja, se va hasta el sofá y se sienta.

Soy un mar de lágrimas, a duras penas soy capaz de controlar el llanto, después de unos minutos me tranquilizó y de espaldas a él, comienzo a hablar.

— No he ido al entrenamiento porque no sabía dónde tenía que ir... tampoco tengo ropa para entrenar porque yo no vivo aquí y los límites están cerrados. No entiendo porque tengo que ir si yo no pertenezco a este lugar, ni siquiera me se defender... —

Se da la vuelta y me mira con rabia, se levanta del sofá me agarra del brazo y me saca de la casa.

— Me estás haciendo daño! Dónde me llevas?— pregunto y miró mi muñeca aprisionada. Él suelta un poco el agarre pero no lo suficiente para que pueda escapar.

Me monta en un Jeep y conduce por un rato, se detiene en lo que parece el campo de entrenamiento, coge algo del asiento de atrás y me lo lanza.

— Ponte ésto, tienes cinco minutos—

Se baja del Jeep y se sitúa junto a un árbol, de espaldas a mi. Cojo la ropa y veo que es un pantalón y una camiseta de deporte negras. Comienzo a ponerme la ropa, este hombre está loco me voy a congelar con esta ropa ahí fuera.

Bajo del coche y me acerco hasta él.

— Diez vueltas al campo!—

— Qué?—

— Qué sean quince—

— Pero...—

— Veinte—

Maldito Alfa de pacotilla, digo entre dientes y comienzo a trotar.

— Treinta, te he escuchado...—

Le dedicó una mirada de odio y continuo con la carrera..  llevo solo diez vueltas y creo que me voy a morir, me duelen las piernas y sudo como un cerdo y yo preocupada por el frío.

Después de un largo rato termino de correr. Por fin! Esta tortura ha terminado.

— Ahora vamos a luchar cuerpo a cuerpo— dice colocándose en posición de defensa.

Oh Diosa! Esto no puede ser real, ya solo me faltaba que me fuese una paliza.

Por una extraña razón hago lo que hace él, y de un momento a otro estoy en el suelo tendida con un dolor horrible en mi cara. Noto como la sangre cae de mi nariz.

— Por qué no lo has esquivado?— pregunta molesto.

— Ya te dije que no se pelear, ahora sí quieres ya puedes rematarme—

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