—¿El hombre más rico del mundo? ¿Y el líder de ambas partes, militar y políticamente?Al escuchar eso, Valeria abrió los ojos de par en par y casi frenó bruscamente.—Entonces, ¿tú lo crees? —preguntó Xavier con una amplia sonrisa y los ojos entrecerrados.—¡Ni hablar! Si eres el hombre más rico del
Ese era un coche blanco. Había estado siguiéndolas durante algún tiempo.Valeria mostró una expresión ligeramente seria y dijo: —Parece que alguien nos está siguiendo.—¿Siguiéndonos?Xavier se puso en alerta. ¿Cómo era posible que no hubiera sentido la presencia asesina?—¿Ves ese coche blanco detr
Beatriz miró fijamente por la ventana, con una fuerte pesadez en su corazón.—Señorita, el mayordomo ya contactó a la capitana Zumbado, y él dijo que la situación se aclaró con Xavier, y Xavier ya regresó —informó Carmen, entrando en la sala y transmitiendo la noticia a Beatriz.—Bien —respondió Bea
La noche caía lentamente, pero el estado de ánimo de Beatriz aún no mejoraba.Carmen lo notó y mostró gran preocupación: —Señorita, ¿todavía te preocupa la llegada de Félix a Santavilla?—Sí —afirmó Beatriz con un ligero suspiro.—Entonces, ¿planeas regresar antes? —preguntó Carmen. Por un lado, ell
Dentro de la tienda de conveniencia, el hombre con la gorra se acercaba lentamente a Carmen. Sus pasos eran muy sigilosos, como un fantasma. En ese momento, Carmen estaba ocupada seleccionando cuidadosamente las bebidas que le gustaban, sin darse cuenta en ese instante de que el peligro se acercaba.
—¿Cómo? ¿Carmen ha sido secuestrada?Al escuchar la urgencia en la voz de Valeria por teléfono, Xavier se levantó de la cama de inmediato: —¿Quién lo hizo?—Si no me equivoco, debería ser el mismo grupo que atacó a Beatriz esta tarde —respondió muy asustada Valeria. —El responsable del secuestro de
—¡Eres realmente un pervertido!Carmen, viendo las acciones del hombre, sintió un fuerte escalofrío en la superficie de su piel. Ese pervertido ¡incluso estaba oliendo sus medias!—¡Déjame ir!Comenzó a luchar violentamente. Quería salir de allí, alejarse de ese lugar maldito.—Secretaria González,
—¡Ah!Con el resplandor de su pecho expuesto, Carmen emitió un grito de pánico.El hombre excitado pasó la lengua por sus labios, extendió lentamente la mano derecha, a punto de desabrochar por completo los botones de la blusa de Carmen.—¡No, por favor!Carmen, con el rostro pálido, sacudía la cabe