AkselAbracé con fuerza su cuerpo después de aquella declaración, no me molestaba que después de este tiempo no confiara en nosotros, comprendía que eso llevaría su tiempo y que debía demostrarle que era confiable, no presionarla y sólo dejarla a su propio paso. Nos quedamos unos minutos en la misma posición hasta que el temblor en sus manos disminuyó, me aparté de ella para bajar del auto y ayudarle, la tomé de la cintura haciéndola que enrollara sus piernas alrededor de mi cadera, pegué su espalda en la camioneta y tomé sus labios entre los míos, disfrutando de su dulce sabor, de las delicadas y sexis carnes que poseía. —Alguien podría vernos —susurró apartándose de mí y viendo por sobre mi hombro. —¿Y qué importa si lo hacen? No me molesta que se enteren de nuestra relación, que vean que soy el poseedor de esta hermosa mujer que me vuelve loco —ronronee tirando de sus labios, succionando y mordisqueando con suavidad el inferior —¿te gusta eso, Ciara? ¿te gusta que diga que eres
CiaraVolvimos a la mansión para darnos una ducha, me excusé con que quería nadar un poco. Elanna todavía jugaba con Amy y no parecía molesta por mi ausencia. La señora April nos dio una extraña mirada cuando ambos entramos a la casa, me sentí avergonzada al estar expuesta por el arrebato que tuvimos hace un momento. —Vamos, no te pongas así, es normal en las parejas —dijo él cuando me desvestía para entrar en la ducha. —Pues si, pero no deja de ser vergonzoso. Ambos entramos a la regadera y nos fue imposible permanecer con las manos quietas, terminamos consumiéndonos por el deseo una vez más y es que era incontrolable, sentía ganas de él todo el tiempo, cosa que jamás experimenté con otros. Era algo nuevo para mi y es que con Aksel compartíamos demasiado tiempo juntas y eso sólo incrementaba nuestra conexión. Bajamos al jardín vistiendo ropa para bañar, fui por mi hija para que Amy descansara de ella. Jugué un largo rato en la orilla con la atención de mi novio sobre nosotras, co
Ciara Mis manos sudaban exageradamente, estaba más nerviosa que nunca, sería mi primera vez trabajando en una oficina de alto prestigio y no quería arruinarlo. Era como empezar a escalar mi larga caminata hacia mi objetivo, hacia las metas que me propuse hace algunos años y que pensé nunca las lograría. Poco o nada había sido lo que dormí la noche anterior, después de aquella confesión de Aksel dormí a Elanna y fui a su habitación, incapaz de soltar una palabra y lo único que hice fue lagrimear mientras lo besaba demostrándole con hechos lo que mi boca no me permitía soltar. Esa noche me había tocado con tanta delicadeza, fue lento y romántico, fue como si hubiese venerado mi cuerpo toda la noche. Estaba perdida por él, lo sabía, pero me sentía incapaz de confesárselo. No quería darle el poder sobre mi y que esté terminar destruyéndome. Tenía miedo, demasiado, no por él sino por volver a vivir lo de años anteriores, porque si Aksel llegaba a decepcionarme el dolor sería el doble y
CiaraEl señor Jones no demostró cordialidad conmigo en toda la mañana y en realidad no era algo que esperaba. No había hecho gran cosa más allá de estar al teléfono y ocuparme de su agenda que estaba bien estructurada por su antigua secretaria, pasé por recursos humanos para firmar el contrato, me fijé en la paga y casi se me desorbitaron los ojos al ver la cantidad ahí, mucho más de lo que ganaba en aquellos club nocturnos mal pagados. Me dieron la bienvenida y después de eso volví a mi puesto fuera de la oficina del señor Jones. Sentía las miradas de algunas secretarias, cuchicheando entre ellas y sin tomarse la molestia de ocultar que hablaban de mi. Cuando fui al baño y lavaba mis manos me encontré con dos de ellas que repararon mi atuendo. Por primera vez no me sentí menos, no vestía ropa que una secretaria pudiera costearse con facilidad y ellas lo sabían. —La nueva, ¿cierto? —se acercó una de ellas, era una mujer un poco más baja que mi, delgada y alrededor de unos treinta a
Ciara Mis piernas se sintieron débiles y no me sentí capaz de levantarme sin irme de bruces al suelo, verlo delante de mi fue como si vaciaran un balde de agua fría sobre mi cabeza, un retorno al pasado que tanto quería olvidar.«No voy a caer en un juego tan viejo. Ese bebé no es mío»«No me interesa nada, Ciara. Es tu problema, no el mío. No me busques más por este asunto, no soy el padre del bastardo que tienes dentro»Esas palabras que jamás olvidaría, cómo me dejó a la deriva cargando con un peso que no sólo era mío, un error de ambos. Pero él se lavó las manos alegando que no era suyo, tan fácil que se le hacía a un hombre liberarse de las responsabilidades paternales. —¿Ciara? —soltó mi nombre cuando salió de la impresión, se veía más adulto, sus rasgos más duros y su cuerpo más fornido. Sentí unas grandes ganas de vomitar, quise lanzármele encima para desbaratar la sonrisa de medio lado que se dibujó en su rostro al reparar mi aspecto, quise gritarle tantas cosas que sufrí
CiaraNo volví a encontrarme con Benjamin por el resto del día, el señor Jones había avisado que no volvería a la oficina por lo que regresé temprano a casa, el señor Flavio me llevó a recoger a Elanna y nos dejó en el parque. Quería caminar un rato y despejar mi cabeza de los problemas. —¿Qué hiciste el día de hoy? —le pregunté a mi hija mirando abrazar al señor Conejo. —Jugué mucho, la abuela April preparó galletas para mi y dijo que las haría cada vez que quisiera —contó animadamente —eran muy deliciosas, mamá. Tenían chispas de chocolate. —¿Si? ¿Y no me trajiste una? —la culpabilidad atravesó sus ojitos. —No, me las comí todas —murmuró bajando los ojos al suelo por unos segundos —pero mañana le pediré más para ti. —No es necesario, cariño. Volvimos al apartamento donde sólo se encontraba Isabella, la nueva ama de llaves del lugar, era bastante atenta y callada. Era como si no se encontrara nadie en el lugar. Entré a la cocina para servirme una limonada e ir al balcón para r
Ciara El sábado por la mañana me levanté temprano para hacer un pequeño desayuno para los tres, Isabella había solicitado permiso para no asistir hoy.Sujeté mi cabello con una coleta y busqué en el refrigerador algo práctico, unos huevos con pan tostado y aguacate me parecieron una excelente opción. No era muy buena en la cocina, sólo sabía lo más básico y nunca había tenido el tiempo para aprender. Unos minutos más tarde tenía todo listo y cuando me di la vuelta para ir en busca de mis comensales los encontré entrando por la puerta de la cocina, con Elanna en sus brazos se acercó para darme un beso de buenos días. —¿Has cocinado? —preguntó tomando asiento en la barra. —Si, en un momento les sirvo. Para Elanna le serví un tazón de cereal con alguno de fruta picada, ella estaba aprendiendo a comer su cuenta y traté de ignorar el pequeño desastre que hacía. —¿Café o jugo? —Jugo —sus ojos puestos en cada uno de mis movimientos, una sonrisa adornando su rostro —te veo bastante an
Ciara Antes de volver a casa Aksel se detuvo para comprar comida, a petición de Elanna compró un cubo de pollo frito y papas, que comimos mientras veíamos una película infantil. De reojo miraba a Aksel conteniendo la ganas de reír al verlo tan entretenido con lo que se reproducía en la tv, contestando cada pregunta que Elanna le hacía con respecto a lo que no entendía. Más tarde ella se quedó dormida aferrada a su brazo, una escena que se me hizo bien tierna y que me dio a entender que ella estaba empezando a ver a Aksel como su figura paterna, esa que hasta entonces no había tenido. Él la tomó en brazos para llevarla a la habitación, la acomodó sobre la cama para que yo pudiese quitarle sus zapatos y acobijarla. Dejé la puerta entre abierta al salir, habían veces en las que me sentía culpable por dejarla sola mientras yo dormía abrazada con él. «Mala madre» me susurraba mi inconsciente muchas veces. Pero alejaba ese tipo de pensamientos de mi cabeza, merecía más que desgracias, m