Eran las cuatro de la madrugada y la alarma de su reloj a cuerda la despertó con su sonido ahogado, gracias a que se encontraba bajo la almohada en donde ella dormía.
Buscando de rápida manera con el tacto, logró palpar los contornos metálicos de la insoportable relojería, halló el botón de apagado y lo presionó. Más allá de que se apuró e incluso llegó a sobresaltarse, estaba segura de que solo ella lo oyó; ya había hecho una prueba antes con Selene y su compañera admitió que no alcanzó a escuchar nada.
Se desperezó con lentitud. El suave sonido del viento sobre Los Muros se filtraba a través de las paredes, sonido que la relajó minutos antes de caer dormida y ahora amenazaban con darle otro suave arrullo hasta lograr vencer sus titánicos esfuerzos para mantenerse despierta.
Se destapó los pies para que el fresc
Sonia desayunaba en el cuarto acompañada por Neguen y Selene. Arthur se había ido a no sabía dónde. En cierta forma lamentaba que el Capitán le haya dejado en el cuartel pero estaba de acuerdo con ello: era peligroso estar al lado de un compañero que falla en las prácticas sin tener la presión de un Infectado acercándose. Estaba concentrada mientras masticaba un sándwich de jamón, queso y pollo, ignorando a sus compañeros que peleaban luego de que el Moreno hubiera abrazado a Selene, levantándola por los aires; ahora ella se abalanzaba sobre él golpeándolo mientras Neguen soltaba gritos de dolor y pedía piedad. Pensaba en lo lejos que estaba de su casa. Pensaba en sus padres y en cómo estarían. Supuso que bien, confiaban en que ella se cuidaría y eso les era suficiente para ellos. Tal vez debía llevarles algún re
Un Cazador de la primera línea apuntó hacia el Infectado y lo abatió de un flechazo en el pecho. Un compañero de él lo felicitó dándole una palmada en el hombro, cuando se oyó el coro de varios gruñidos a la vez provenientes de la misma dirección. Sonia sintió como el estómago se le contraía dentro de su cuerpo y se intensificó la presión que sentía en el pecho, a la altura de la boca del estómago. De inmediato un nuevo Infectado surgió de entre los arbustos corriendo hacia la primera línea, no avanzó mucho hasta que fue derribado por tres flechas disparadas hacia él. Luego surgió otro, y otro, y otro. —¡Posición defensiva dos! —gritó Marión—. ¡Tres líneas! —¡Vamos! —dijo Navy precendiéndolos, a la vez que el escuadrón de Marión tomaban posición de tiro. Se acercaron
Continuaron caminando un par de horas más. Las grandes arboledas de pinos comenzaron a ser reemplazadas por altos abedules, imponentes nogales y gruesos sauces llorones. El terreno cambió de una limpia superficie plana a un lecho de hojas, conos de los árboles y pequeñas ramas esparcidas por doquier. La falsa carpeta de la naturaleza, ocultaba las primeras señales de boscosidad sobre el suelo. Comenzaba a ser cada vez más difícil apoyar los pies y se sentía que aparecía un desnivel hacia la derecha, como si estuvieran rodeando por la falda de una montaña. El fuerte perfume de los pinos y las flores silvestres los abandonaron, siendo estos reemplazados por el aroma del suelo húmedo y algunos hongos que crecían en los huecos que dejaban las raíces en el bosque. Sonia pudo detectar el movimiento de varias ardillas e
Despertó sobresaltado, llevó su mano hacia su nueve milímetros, la tomó y buscó un blanco sin hallar a ninguno. Navy se estremeció, tuvo otra pesadilla que no lograba recordar en forma ni en colores, tampoco recordaba si había gritos; pero la angustia que le generó logró descolocarlo de la realidad. Se sentía muy agitado, así que respiró profundo un par de veces y logró calmarse al ubicarse en tiempo y espacio. Echó un vistazo a su reloj a cuerda: eran las tres de la madrugada, aún faltaba mucho para que amanezca. Se encontraban en una enorme cueva dentro de una colina. Marión había decidido que ese era el mejor lugar para descansar al terminar su cuarto día de marcha hacia las lejanas colinas del noreste. Les habían advertido que esta sería la noche más fría desde que abandonaron La Colonia, así que aprovecharon
—¿Cass?—Hay una gran posibilidad de que el camino de la izquierda este fuera de condiciones. ¿No? —Surrey asintió—. Entonces vamos por la derecha, podremos eliminar a cualquier Infectado que se nos acerque —señaló las ruinas del convento—, si todo sale mal, podremos retroceder hacia acá. Levantaremos defensas y nos atrincheramos el tiempo necesario. No contamos con un lugar para replegarnos por la izquierda en caso de emergencia, ¿no?—Solo hay unas formaciones rocosas, nada sólido en donde mantener una línea defensiva —confirmó este.—Entonces la segunda opción me parece la más clara —concluyó ella cruzándose de brazos—, en cuanto al Viejo Camino, podem
Navy destensó el arco dejando escapar un suspiro. Era el primer Infectado que se acercaba demasiado en todo lo que estaba durando la misión. Se pasó la mano por el cabello, tirando un poco inclusive para acallar los gritos que se habían formado en su cabeza. No quería admitirlo, pero al notar el tono de desesperación de la orden Cass, se había formado una imagen mental en donde el soldado era despedazado por el monstruo que ahora yacía en el piso.Sacó su cantimplora y bebió unos sorbos de agua; respirando profundamente pudo volver a centrar su foco. Necesitaba mantener su mente en silencio, centrada en la tarea que tenía por delante.Continuaron avanzando sin desviarse, acompañados de los flechazos que la vanguardia disparaba hacia cualquier Infectado que se acercara. Siendo ca
Navy quedó helado en la forma en que el Capitán reveló su posición de inmediato. ¿Qué clase de idiota hacía perder el factor sorpresa? Los Infectados aún no los habían visto y él contaba con ganar algo de tiempo mientras los buscaban.«Imbécil» oyó murmurar a Cass, guardó su cuchillo y dio la orden de disparo libre.Las flechas salieron disparadas de los dos grupos de escoltas, produciendo destrozos en los cuerpos que impactaban. Los cadáveres se fijaron en ellos, se acercaron tan rápido como sus piernas temblorosas se lo permitían.—¡Avancen! —la voz del Capitán Marión resonó entre los silbidos y los gruñidos—. ¡Hasta los árboles
El aire pareció congelarse en menos de lo que tarda un latido. Ni siquiera el sonido de la respiración de todos los que estaban allí presentes logró hacerse oír por encima de aquel silencio aplastante. Sin darse cuenta, Navy sujetó su arco con tanta fuerza que se estaba haciendo daño los nudillos. Estaba asustado, lo admitiría delante de cualquiera. Un leve temblor circuló en sus brazos pero los controló rápido; sus comandados estaban allí y no debían verlo sin dirección. —¿Un qué? —susurró una voz. Navy giró sobre sus talones apartando la vista de Marión y del resto de su unidad desecha. Todo el Noveno escuadrón se había alineado con ellos formando un muro de arcos dispuestos a disparar, lo observaban esperando instrucciones, pero él buscaba la mirada de Cass. Cuando logró encontrarla, ella le devolvió una expre