Despertó sobresaltado, llevó su mano hacia su nueve milímetros, la tomó y buscó un blanco sin hallar a ninguno. Navy se estremeció, tuvo otra pesadilla que no lograba recordar en forma ni en colores, tampoco recordaba si había gritos; pero la angustia que le generó logró descolocarlo de la realidad.
Se sentía muy agitado, así que respiró profundo un par de veces y logró calmarse al ubicarse en tiempo y espacio. Echó un vistazo a su reloj a cuerda: eran las tres de la madrugada, aún faltaba mucho para que amanezca.
Se encontraban en una enorme cueva dentro de una colina. Marión había decidido que ese era el mejor lugar para descansar al terminar su cuarto día de marcha hacia las lejanas colinas del noreste.
Les habían advertido que esta sería la noche más fría desde que abandonaron La Colonia, así que aprovecharon
—¿Cass?—Hay una gran posibilidad de que el camino de la izquierda este fuera de condiciones. ¿No? —Surrey asintió—. Entonces vamos por la derecha, podremos eliminar a cualquier Infectado que se nos acerque —señaló las ruinas del convento—, si todo sale mal, podremos retroceder hacia acá. Levantaremos defensas y nos atrincheramos el tiempo necesario. No contamos con un lugar para replegarnos por la izquierda en caso de emergencia, ¿no?—Solo hay unas formaciones rocosas, nada sólido en donde mantener una línea defensiva —confirmó este.—Entonces la segunda opción me parece la más clara —concluyó ella cruzándose de brazos—, en cuanto al Viejo Camino, podem
Navy destensó el arco dejando escapar un suspiro. Era el primer Infectado que se acercaba demasiado en todo lo que estaba durando la misión. Se pasó la mano por el cabello, tirando un poco inclusive para acallar los gritos que se habían formado en su cabeza. No quería admitirlo, pero al notar el tono de desesperación de la orden Cass, se había formado una imagen mental en donde el soldado era despedazado por el monstruo que ahora yacía en el piso.Sacó su cantimplora y bebió unos sorbos de agua; respirando profundamente pudo volver a centrar su foco. Necesitaba mantener su mente en silencio, centrada en la tarea que tenía por delante.Continuaron avanzando sin desviarse, acompañados de los flechazos que la vanguardia disparaba hacia cualquier Infectado que se acercara. Siendo ca
Navy quedó helado en la forma en que el Capitán reveló su posición de inmediato. ¿Qué clase de idiota hacía perder el factor sorpresa? Los Infectados aún no los habían visto y él contaba con ganar algo de tiempo mientras los buscaban.«Imbécil» oyó murmurar a Cass, guardó su cuchillo y dio la orden de disparo libre.Las flechas salieron disparadas de los dos grupos de escoltas, produciendo destrozos en los cuerpos que impactaban. Los cadáveres se fijaron en ellos, se acercaron tan rápido como sus piernas temblorosas se lo permitían.—¡Avancen! —la voz del Capitán Marión resonó entre los silbidos y los gruñidos—. ¡Hasta los árboles
El aire pareció congelarse en menos de lo que tarda un latido. Ni siquiera el sonido de la respiración de todos los que estaban allí presentes logró hacerse oír por encima de aquel silencio aplastante. Sin darse cuenta, Navy sujetó su arco con tanta fuerza que se estaba haciendo daño los nudillos. Estaba asustado, lo admitiría delante de cualquiera. Un leve temblor circuló en sus brazos pero los controló rápido; sus comandados estaban allí y no debían verlo sin dirección. —¿Un qué? —susurró una voz. Navy giró sobre sus talones apartando la vista de Marión y del resto de su unidad desecha. Todo el Noveno escuadrón se había alineado con ellos formando un muro de arcos dispuestos a disparar, lo observaban esperando instrucciones, pero él buscaba la mirada de Cass. Cuando logró encontrarla, ella le devolvió una expre
Ambas mujeres se dedicaron una última mirada hostil antes de apartarse la vista de encima.—¿Qué hacemos Capitán? —la voz asustada de una joven Cazadora hizo que la tensión, ya de por sí cargada, se pusiera aún más pesada.Los soldados de la Novena temblaban, Navy notó que el pánico comenzaba a irrumpir en el grupo. No podía permitirlo, los necesitaba juntos y centrados; necesitaba que se vayan del lugar lo más rápido posible.—Cass, te los llevarás a todos —repitió la orden—, vayan al convento, curen a todos los heridos y vuelvan a La Colonia.—¿Y usted qué hará? —preguntó Selene con desd&eac
Recordó la estratégia que había implementado hacía varios años atrás contra la Mutación Gigante, tomó una decisión.—¡Escuadrón, cambio a armas de fuego! ¡Apunten a las rodillas! —ordenó calzándose el arco al cuerpo y sacando su nueve milímetros.Sus Cazadores lo imitaron casi al instante, realizando un movimiento ya practicado con anterioridad rodeando a la Mutación en sentido contrario de las agujas del reloj, accionando los gatillos y haciendo blanco en las articulaciones de los miembros posteriores de la misma.Al recibir los primeros disparos, la bestia enloqueció, soltó un nuevo rugido y olvidándose de las flechas clavadas en su cuerpo, arremetió contra Neguen a
Una flecha silbó en el aire antes de perforar la frente de un Infectado, derribandolo al instante. No llegó a tocar el suelo cuando Sonia pasó a su lado a toda velocidad, tomando otra flecha y soltándolo hacia un nuevo objetivo, abatiendolo a pocas centésimas de segundo de ser disparada.«¡Necesito que limpies la zona! ¡No podemos perder tiempo!» le había ordenado Cass en medio de un tornado de emociones que ella sentía, «¡Trataremos de salvarlos, pero de nada servirá si no tenemos refugio».La Capitán tenía razón, debían ser rápidos y fríos si querían salvar a sus compañeros.Con muchísimo temor y angustia, dejó a Navy, Selene y Neguen al cuidado del
Ingresaron a una enorme sala iluminada, la claridad se imponía por los enormes y destruidos ventanales distribuidos a lo largo del edificio. El suelo se encontraba con una gruesa capa de mugre depositada a través de los años, acolchando los pasos y amortiguando los sonidos de los mismos. Un montón de bancos rotos y en ruinas se distribuían por todos lados. El techo tenía una enorme agujero en un sector y la pared posterior estaba derrumbada, dejando al descubierto varias columnas gruesas aún de pié. Registrando los rincones y detrás de cada banco en ruinas con el mayor sigilo posible. —Pasillo a la izquierda —señaló Luan. —Ponte allí y vigila, si se mueve lo matas —indicó Sonia. Continuaron recorriendo a lo largo d