La Capitán no esperó, se abalanzó sobre Selene a toda velocidad y acertó un puñetazo en el rostro de la pelirroja, puñetazo que le hizo ver unas lucecitas en el aire y le dejó zumbando un oído.
No era ninguna broma ni nada para tomárselo a la ligera, ahora entendía por qué esta mujer era la candidata para ser discípula de Rowen, era muy fuerte y se movía más rápido de lo que ella había creído.
Sin dejarse amedrentar, volvió a enderezarse para recuperar la guardia y de la nada recibió un rodillazo en el estómago, acto seguido, Cass la tomó de los hombros y la arrojó hacia un lado con tal fuerza que rodó un par de veces en el suelo hasta chocar contra las raíces de un enorme árbol.
No podía creer lo que había visto, ¿Selene peleándose con Cass? Por como se hablaban daban la impresión de que ya habían tenido algún roce con anterioridad, porque lo que se dijeron e hicieron estaba mucho más allá de una pelea alentada por el calor de las emociones violentas ¿Qué rayos le pasaba a esas dos?En los seis años que estuvo mano a mano con la pelirroja jamás la había visto tan furiosa, tan fuera de control. Bueno, sí sabía que era una malhumorada como ella sola podía ser y derribaba a puñetazos al que se acercara demasiado, pero en líneas generales siempre lanzaba advertencias y se contenía lo suficiente como para evitar problemas.Sin embargo, hoy había cruzado una línea que jamás crey&oacu
—¡Capitán, cuidando de que no se escape! ¡La Capitán Cass ordenó que la vigiláramos, señor!—¡Esa no es forma de tratar a una persona! —les retó indignado—. ¿Qué clase de soldados son, Cazadores?—¡Capitán, pero hirió a uno de los nuestros señor! —protestó Sans con educación, aunque sus ojos no expresaban la más mínima simpatía.—¿Qué pasa aquí? —Cass se acercó.Neguen volteó hacia Selene, ella le devolvió una mirada inquieta, supuso que pensaba lo mismo que él: estaban perdiendo demasiado tiempo y debían de moverse ya, pero Neguen est
El tercer susto que ocurrió lo vivió en persona: Habian avanzado casi dos kilómetros y estaban alcanzando el límite del pastizal, cuando sintió un tirón en su bota izquierda.—¡Qué cara… ! —logró decir antes de que Selene le quitara el brazo que lo aprisionaba de una patada, para luego ejecutar al cadáver de un flechazo en la frente.—¿Estás bien? —preguntó ella.—Si, solo me asustó el maldito —contestó mirando al Infectado sin pelo y casi sin piel que lo había atrapado.Miró a Sonia, seguía inconsciente, volvió a acomodarla en sus brazos y continuó. Selene se acercó a Sonia para luego inclinarse sobre ella, comenzó a arreglarle la ropa y a acomodarle el cabello, los bruscos movimientos que él tuvo que realizar para no caerse de la traicionera pendiente la habían dejado desalineada.Mientras la pelirroja cuidaba a su joven compañera, echó un largo vistazo a los alrededores: se encontraban en la segunda fila de formaciones rocosas, ubicadas en una zona baja en relación con las enormes colinas que los rodeaban. Desde aquella posición se veía el pastizal que atravesaron pocas horas antes y el límite de la arboleda hacia el Sur. En la claridad de los rayos de luz lunar, se podían distinguir tres largas columnas de humo, los restos de las enormes hogueras que habían encendido.Desde el extremo derecho de la línea de Capítulo 22: Las Colinas. Parte 4/4
Se acercaba la claridad de un frío amanecer nublado, los primeros rayos del sol se asomaban a ritmo lento por encima de los suaves contornos de las Colinas. Lejos, muy lejos de la civilización que él consideraba hogar, Navy apuraba su paso sobre un sendero cubierto por multitud de rocas de bordes redondeados, algunas resbaladizas y otras sueltas, por lo cual tenía que ir pisando con cuidado.Con la capucha sobre su cabeza para evitar que el frío viento le hiciera llorar los ojos, caminó dando la espalda a la luz que se intensificaba a medida que él se movía desde un recoveco que utilizó como baño de emergencia, hasta aquella edificación en ruinas que encontraron hacía un par de horas antes, y en el que ahora se encontraban utilizando como refugio.Saltó una última
—¡Tú no estuviste allí! —dijo ella en un susurro alterado.Navy mantuvo la mirada sin retroceder, Cass no podría ocultarse.—No, no estuve allí y tampoco sé qué es lo que se dicen mientras no estoy cerca —corroboró sin perder la calma—. Pero sí te conozco lo suficiente como para decir que siempre te opones cuando elijo a alguien para compartir mi vida —Cass abrió mucho los ojos e hizo un ademán para interrumpirlo, él levantó su mano y se adelantó—, y créeme cuando te digo que no te entiendo, y ahora no quiero entenderlo.Cass se movió inquieta, un leve temblor apareció en sus mejillas cuando él soltó esas palabras. Había dado en el blanco
No respondió, sin embargo Navy sabía que tenía sed, quiso buscar agua y algo para que coma, pero temió que aprovechara la oportunidad para escapar. Miró a los alrededores, no había forma de que pudiera saltar las paredes con las manos atadas a la espalda, y la única ruta a pie era pasando por donde se encontraban sus Cazadores durmiendo. Tomó una decisión.—Quédate aquí, iré a traerte agua —le dijo en voz clara y pausada, cosa de que pudiera entenderlo—, no intentes ninguna locura, por favor.Se incorporó y con una mano sobre su cuchillo, le dio la espalda y caminó sin prestar atención a lo que le dijeran sus ojos, sino concentrando su mente en todos los otros sentidos, prestando especial cuidado a cualquier sonido que proviniera del fondo
El cielo se encontraba cubierto de nubes irregulares hasta donde alcanzaba la vista, el sol se ponía al occidente, tiñendo de color añil y rosado el firmamento en su totalidad. Las primeras sombras se asomaban desde Los Muros y las luces de los faros de la ciudad se encendían en un coordinado y sistemático orden.Luego de darme una ducha muy larga, salí de mi barracón dejando a mis compañeras de escuadrón atrás con sus relatos de novios, soldados, belleza y otras tonterías más. Tenía unas increíbles ganas de salir del ámbito militar por una buena cantidad de horas y no tenía pensado volver aquella noche, de seguro pasearía por las plazas de la ciudad y miraría el amanecer en solitario, o acompañada de dos botellas de «Jonás», la cervecería más