—¡Tú no estuviste allí! —dijo ella en un susurro alterado.
Navy mantuvo la mirada sin retroceder, Cass no podría ocultarse.
—No, no estuve allí y tampoco sé qué es lo que se dicen mientras no estoy cerca —corroboró sin perder la calma—. Pero sí te conozco lo suficiente como para decir que siempre te opones cuando elijo a alguien para compartir mi vida —Cass abrió mucho los ojos e hizo un ademán para interrumpirlo, él levantó su mano y se adelantó—, y créeme cuando te digo que no te entiendo, y ahora no quiero entenderlo.
Cass se movió inquieta, un leve temblor apareció en sus mejillas cuando él soltó esas palabras. Había dado en el blanco
No respondió, sin embargo Navy sabía que tenía sed, quiso buscar agua y algo para que coma, pero temió que aprovechara la oportunidad para escapar. Miró a los alrededores, no había forma de que pudiera saltar las paredes con las manos atadas a la espalda, y la única ruta a pie era pasando por donde se encontraban sus Cazadores durmiendo. Tomó una decisión.—Quédate aquí, iré a traerte agua —le dijo en voz clara y pausada, cosa de que pudiera entenderlo—, no intentes ninguna locura, por favor.Se incorporó y con una mano sobre su cuchillo, le dio la espalda y caminó sin prestar atención a lo que le dijeran sus ojos, sino concentrando su mente en todos los otros sentidos, prestando especial cuidado a cualquier sonido que proviniera del fondo
El cielo se encontraba cubierto de nubes irregulares hasta donde alcanzaba la vista, el sol se ponía al occidente, tiñendo de color añil y rosado el firmamento en su totalidad. Las primeras sombras se asomaban desde Los Muros y las luces de los faros de la ciudad se encendían en un coordinado y sistemático orden.Luego de darme una ducha muy larga, salí de mi barracón dejando a mis compañeras de escuadrón atrás con sus relatos de novios, soldados, belleza y otras tonterías más. Tenía unas increíbles ganas de salir del ámbito militar por una buena cantidad de horas y no tenía pensado volver aquella noche, de seguro pasearía por las plazas de la ciudad y miraría el amanecer en solitario, o acompañada de dos botellas de «Jonás», la cervecería más
Había estado averiguando el paradero de la cabaña en las Oficinas de Informes de los cuatros Cuarteles de La Colonia y el único dato que obtuve es que aparecía la mención de una hacia el suroeste, cerca del límite del Bosque del Oeste junto a las Montañas. Al consultar me dijeron que su ubicación era información clasificada ya que hubo un asalto en el lugar. No pude obtener más información ni permiso para salir a investigar por mi cuenta aquel lugar.Eso por un lado, por otro, traté de conseguir información de las personas que me rescataron: La Capitán Rowen Marishka y el Décimo Cuarto Escuadrón de Cazadores del Oeste. En los dos años que estuve metida en el ejército he tenido poco contacto con ellos, sin embargo, pude cruzar un par de palabras con uno de sus Cazadores y me coment&o
—Lo sé, ¿sabes algo? —Navy me miró— algunas veces me gustaría no tenerla de ese color, me gustaría ser… invisible, todos me miran y me señalan. Es como si fuera un fenómeno para las mujeres y un… —suspiré—, un objeto de conquista para los hombres. No puedo estar sola tomando una cerveza un minuto sin que uno se me acerque a proponerme cosas. Soy una persona normal e igual a cualquier otra, tengo dos ojos, dos manos y dos piernas, no soy nada especial o diferente. Solo tengo un color de cabello distinto y eso no me hace un animal de atracción.“—Quisiera poder desaparecer, ir a un lugar solitario y estar tranquila con mis pensamientos. Poder caminar por la calle y que todos me traten como a una chica como cualquier otra —conecté con su mirada y sonreí con amargura—
El ruido de unos pasos la despertó de su dulce y rico sueño, se movió entre sus mantas sin ganas de abrir los ojos, no quería hacer nada y simularía estar dormida para que sus padres no la obligaran a ponerse a realizar los quehaceres del hogar.Una luz perforaba sus párpados cerrados y el viento fresco azotaba su cara en ráfagas cortas pero sí lo bastante continuas como para que sea molesto, no recordaba que había olvidado cerrar las ventanas y ahora tendría que pararse para cerrarlas.—Cambio de guardia, te toca a ti, Jiz —dijo la voz de un hombre que no reconoció.¿Y esa voz? ¿Qué hacía esa gente en su casa? ¿Y con qué derecho se metieron a su habitación?
—Solo oímos unas palabras mientras discutían —contó Jizba en un rápido susurro mirando a todas direcciones—, pero tenía que ver con la pelea que tuvieron la Capitán y tu amiga, el Capitán Navy estaba molesto porque la Capitán Cass le dió una paliza a Selene…—¡¿Qué?! —gesticuló Sonia sin elevar la voz.—Lo que dijo Jiz —señaló Lynx—, traté de detenerlas pero la Capitán estaba decidida a golpear a Selene, después de que ella lanzara el primer golpe.—¿Selene atacó a Cass? —repitió ella sin poder creerlo.—Bueno, por lo menos el primer golpe físico lo
—Descansen —dijo con voz tranquila, luego miró a Sonia y sonrió—, me alegro verte de nuevo, bienvenida Sonia.La aludida respondió su sonrisa con otra aún más radiante, le hacía muy feliz volver a ver a su mentor.—Gracias, Capitán —contestó ella haciendo una inclinación con la cabeza— y gracias, por salvarme la vida.Hubiera querido poder decirle algo más profundo, más elaborado o de forma privada, pero fue lo que le nació en ese momento. Recordó la escena de ella en el suelo con el Capitán encima suyo haciendo lo posible para curarla, recordó sus palabras y todo el momento.Sintió cómo su fervor y admiración p
—No estoy enojada ni mucho menos, señor —respondió ella con firmeza—. Al contrario, estoy feliz y orgullosa por todo lo que ha hecho por mí, señor —Navy la miró con sus ojos cansados, decidió ser más sincera con él—. Capitán, estaba aterrada, tan aterrada al verme sangrando que pensé que moriría, y usted —tragó la vergüenza y continuó—, se quedó allí consolándome, cuidando de mí cuando más desprotegida me sentí. No estoy enojada ni avergonzada, estoy feliz y muy agradecida con usted, señor.Le hubiera gustado poder decir más cosas para aliviar la mente de su comandante, pero no le salieron otras palabras más, lo único que podía hacer era acercarse a él y abrazarlo. A pesar de sus buenas i