Todos soltaron una breve y extraña risa, eso era algo que extrañarían de él; siempre estaba gritando órdenes y nunca hablaba cuando estaban de maniobras.
Cada uno de los soldados levantaron sus jarros y los chocaron en el aire. Sasha tomó un largo trago de la bebida, era fuerte y espesa. Ahogaba un poco el dolor que sentía en el pecho y su sabor la revitalizaba.
—¡Y brindemos por mi hermana! —soltó Mart—. ¡La nueva Capitán del Cuarto Escuadrón de Infantería del Este!
Sasha abrió grande los ojos para decirle que se cerrara la boca, para su sorpresa, todos volvieron a levantar sus bebidas y dieron otro largo trago. No supo qué decir ni cómo actuar, así que tomó un pequeño
El aire fresco impactaba sobre su rostro como una suave caricia en el momento en que el sol comenzaba su descenso por el cielo otoñal, su abrazo cálido se desvanecía al mismo tiempo que su luz proyectaba largas sombras de los árboles que los rodeaban. Sombras que jugaban trucos mentales a quién las observara por arriba, sombras que se disfrazaban de siluetas de una amenaza latente, no de muertos sino de vivos, de personas vivas. Navy jamás creyó que un nuevo tipo de miedo podría nacer dentro de él, ya no era estar atentos ante el avance animal de algún Infectado, no era caminar con cuidado por si te encontrabas con algún puma o un oso o una serpiente; sino que la amenaza de un ser pensante, que los observaba, que los estudiaba, la amenaza silenciosa de seres que no podías saber qué intenciones tenían y que permanecían fuera de vista, hacían que su fortaleza mental estuviera en jaque.
Volvió sobre sus pasos, encontrando a los Cazadores en posición de disparo y apuntando en todas las direcciones en completa guardia. Cass lo recibió con cara de pocos amigos. —¿Y? —Parece un lugar tan bueno y tan malo como cualquier otro que hay por acá, tendremos que poner más guardias, pero bastará para pasar la noche —informó él, ignorando el tono de molestia de su amiga. Cass dio la orden y fueron hacia el lugar. Tardaron un cuarto de hora en limpiar el refugio improvisado, posicionarse y encender un fuego, uno rodeado de muchas piedras una arriba de otra con la idea de tapar la luz que las llamas producían de miradas no deseadas. Distribuyeron horarios de guardias dobles, dos grupos de dos y tres personas para vigil
Selene lo tomó de los hombros haciéndolo girar hacia ella, sus ojos se clavaron en él con una expresión comprensiva: celestes, brillantes por el reflejo de la luz de la luna, ojos que casi siempre miraban con desconfianza y enojo, pero ahora solo detectaba suavidad y dulzura; sentimientos que aquella mujer no expresaba a menos que te hubieras ganado su confianza y llegaras a ser alguien importante para ella.Con manos cuidadosas acarició su rostro, él no cerró sus sus párpados, manteniéndolos fijos en los de ella. Los gritos se iban silenciando mientras Selene lo mimaba, le acomodó el cabello y lo besó en la frente.—¿Te sientes mejor? —le susurró al oído.—Sí, solo fue un mal recuerdo —co
A la vez que acariciaba el cabello de la pelirroja, pensaba en lo que le había dicho: sí, era más que cierto que había salvado muchas vidas en toda su carrera militar y que estas valían mucho, sin embargo le afectaban cada una de las que no logró salvar sea por imposibilidad o por negligencia. Y no, no quería que se volviera a repetir nunca más en lo que le quedaba de vida y de servicio en El Ejército de La Colonia; tendría que aprender de sus errores y poner todo su empeño en ello, su vida para que cada uno de sus soldados regresaran con sus seres queridos.Selene se incorporó de su lugar para sentarse entre las piernas de él, apoyando su espalda en el pecho de Navy, acomodándose y recostándose allí. La calidez de su cuerpo le era muy agradable al contacto y la envolvió con sus brazos.
Caminó despacio hasta unos árboles cercanos, se ocultó de la vista de todos y apoyó su espalda en uno de los troncos, un suave pero presente dolor se manifestó en su pecho. Era perforante pero no intenso, le ardía un poco y alcanzó a escuchar algunos gritos en su cabeza.Pensó en Morigen y Cody mientras sentía el frescor del viento en su rostro. No sabía dónde estarían ahora, si hubiera un cielo o un lugar más allá de la muerte, pero se concentró con todas sus fuerzas para recordar sus rostros y sus voces, sus risas y sus comentarios. Se pasó una mano por el cabello y respiró en profundidad para calmar sus pensamientos, se centró en sus compañeros caídos lo más que pudo y les habló en voz baja:—Chicos,
—¡Alto! —ordenó Cass.La compañía se detuvo a pocos metros de la última línea de árboles, a partir de allí se podía contemplar una vasta llanura con enormes pastizales de casi un metro y medio de altura de un suave color amarillento. A lo lejos se erguían tres construcciones de Antes de La Caída de la Civilización, una a medio kilómetro hacia el Este, las otras dos estaban casi a un kilómetro más hacia el Noreste.Navy sintió una extraña sensación de vértigo y adrenalina al ver las edificaciones abandonadas, en malas condiciones, deterioradas por el paso del tiempo; le daba la impresión de estar a punto de meterse en un lugar prohibido por alguna extraña norma y ahora se posicionaba para ingresar furtivame
—Sonia, te daré el rango de Sargento eventual —le declaró frente a Sans y Gastón—, estarás a cargo de tu grupo. Recuerda lo que aprendiste y todo irá bien.La joven Cazadora se puso seria y asintió con la cabeza, se la notaba firme y decidida. No pudo más que sentir orgullo por ella, estaba más que seguro que se ganaría una medalla cuando volvieran a La Colonia por todos los servicios que prestó.—Avanzaremos siete kilómetros como máximo en ambas direcciones —le explicó mirándola a los ojos—, no deben de haber muchos Infectados por tu camino, pero no bajes la guardia. Estate atenta y lista, no dudes de tus habilidades, ¿está esto claro?—¡Capitán, s&ia
Había un tono de nerviosismo en la voz del muchacho que él compartía, un nerviosismo que surgía del temor racional al acercarse a algo potencialmente peligroso. La posibilidad de que hubiera alguna otra persona a pocos metros a la redonda lo alarmó, más que nada en sentido de las fuerzas con las que él contaba, no estaba con su escuadrón de Élite y la mayor parte de la Novena del Este estaba a varios kilómetros de su posición. Tomó aire y controló el tono de su voz antes de volver a hablar.—Es una posibilidad tan probable como cualquier otra, pero no lo sabremos hasta que vaya alguno de nosotros y lo averigüe, Lynx ven conmigo y apoyate en aquél árbol —señaló a un grueso roble a pocos metros delante de ellos—, posicionate allí y cuida nuestra espalda, contamo