Selene lo tomó de los hombros haciéndolo girar hacia ella, sus ojos se clavaron en él con una expresión comprensiva: celestes, brillantes por el reflejo de la luz de la luna, ojos que casi siempre miraban con desconfianza y enojo, pero ahora solo detectaba suavidad y dulzura; sentimientos que aquella mujer no expresaba a menos que te hubieras ganado su confianza y llegaras a ser alguien importante para ella.
Con manos cuidadosas acarició su rostro, él no cerró sus sus párpados, manteniéndolos fijos en los de ella. Los gritos se iban silenciando mientras Selene lo mimaba, le acomodó el cabello y lo besó en la frente.
—¿Te sientes mejor? —le susurró al oído.
—Sí, solo fue un mal recuerdo —co
A la vez que acariciaba el cabello de la pelirroja, pensaba en lo que le había dicho: sí, era más que cierto que había salvado muchas vidas en toda su carrera militar y que estas valían mucho, sin embargo le afectaban cada una de las que no logró salvar sea por imposibilidad o por negligencia. Y no, no quería que se volviera a repetir nunca más en lo que le quedaba de vida y de servicio en El Ejército de La Colonia; tendría que aprender de sus errores y poner todo su empeño en ello, su vida para que cada uno de sus soldados regresaran con sus seres queridos.Selene se incorporó de su lugar para sentarse entre las piernas de él, apoyando su espalda en el pecho de Navy, acomodándose y recostándose allí. La calidez de su cuerpo le era muy agradable al contacto y la envolvió con sus brazos.
Caminó despacio hasta unos árboles cercanos, se ocultó de la vista de todos y apoyó su espalda en uno de los troncos, un suave pero presente dolor se manifestó en su pecho. Era perforante pero no intenso, le ardía un poco y alcanzó a escuchar algunos gritos en su cabeza.Pensó en Morigen y Cody mientras sentía el frescor del viento en su rostro. No sabía dónde estarían ahora, si hubiera un cielo o un lugar más allá de la muerte, pero se concentró con todas sus fuerzas para recordar sus rostros y sus voces, sus risas y sus comentarios. Se pasó una mano por el cabello y respiró en profundidad para calmar sus pensamientos, se centró en sus compañeros caídos lo más que pudo y les habló en voz baja:—Chicos,
—¡Alto! —ordenó Cass.La compañía se detuvo a pocos metros de la última línea de árboles, a partir de allí se podía contemplar una vasta llanura con enormes pastizales de casi un metro y medio de altura de un suave color amarillento. A lo lejos se erguían tres construcciones de Antes de La Caída de la Civilización, una a medio kilómetro hacia el Este, las otras dos estaban casi a un kilómetro más hacia el Noreste.Navy sintió una extraña sensación de vértigo y adrenalina al ver las edificaciones abandonadas, en malas condiciones, deterioradas por el paso del tiempo; le daba la impresión de estar a punto de meterse en un lugar prohibido por alguna extraña norma y ahora se posicionaba para ingresar furtivame
—Sonia, te daré el rango de Sargento eventual —le declaró frente a Sans y Gastón—, estarás a cargo de tu grupo. Recuerda lo que aprendiste y todo irá bien.La joven Cazadora se puso seria y asintió con la cabeza, se la notaba firme y decidida. No pudo más que sentir orgullo por ella, estaba más que seguro que se ganaría una medalla cuando volvieran a La Colonia por todos los servicios que prestó.—Avanzaremos siete kilómetros como máximo en ambas direcciones —le explicó mirándola a los ojos—, no deben de haber muchos Infectados por tu camino, pero no bajes la guardia. Estate atenta y lista, no dudes de tus habilidades, ¿está esto claro?—¡Capitán, s&ia
Había un tono de nerviosismo en la voz del muchacho que él compartía, un nerviosismo que surgía del temor racional al acercarse a algo potencialmente peligroso. La posibilidad de que hubiera alguna otra persona a pocos metros a la redonda lo alarmó, más que nada en sentido de las fuerzas con las que él contaba, no estaba con su escuadrón de Élite y la mayor parte de la Novena del Este estaba a varios kilómetros de su posición. Tomó aire y controló el tono de su voz antes de volver a hablar.—Es una posibilidad tan probable como cualquier otra, pero no lo sabremos hasta que vaya alguno de nosotros y lo averigüe, Lynx ven conmigo y apoyate en aquél árbol —señaló a un grueso roble a pocos metros delante de ellos—, posicionate allí y cuida nuestra espalda, contamo
—¿Cómo haremos eso? —preguntó Cass frunciendo el entrecejo.—No lo sé —respondió él dejando escapar un suspiro.Desvió su mirada hacia las Colinas, no se le ocurría ningún plan que pudiera atraer a esos Infectados y el tiempo apremiaba, si tan solo se hiciera de una idea, una sencilla y rápida.—No hacer nada no es una opción —dijo Neguen con una voz lúgubre—, llamaremos su atención poniéndonos como carnada y luego corremos hasta allá —señaló hacia el pastizal—. No tengo problemas de ser yo mismo la carnada.—No irás tú solo —señaló Selene mirándolo fijam
«Por el bien, por el orden, por la civilización, por lo que quedaba de la humanidad». Era lo que me repetía cada vez que salía a una de esas «Misiones Especiales» que El Triunvirato me encargaba.No me tembló el pulso ni en una sola ocasión, ni siquiera la primera vez en que me plantearon y encomendaron una de estas misiones. Aunque sabíamos que no era la forma correcta ni la manera de enfrentar estos problemas, sí teníamos por seguro que la eliminación de los adversarios ideológicos, económicos y sociales del Triunvirato traería la paz en este pedacito de mundo libre que nosotros llamamos «La Colonia».Ya tenía varias condecoraciones por mi labor y mérito en el Cuerpo de Cazadores del Norte, el más destacado de todos ocur
El Gobernador Crabs tomó la palabra.—Rowen, el trabajo que hizo por nosotros hace un par de décadas nos aseguró el bienestar de esta ciudad y no tenemos más enemigos o contrincantes que pueda limitar a nuestro gobierno. Pero siempre surgen nuevas oposiciones y no somos idiotas, sabemos que en algún momento se levantará alguno para distraer a nuestro pueblo y los pondrá en contra nuestra —tomó aire—. Queremos estar preparados para ese momento.No me moví.—¿Y qué puedo hacer yo para ayudar? —les pregunté, tratando de adivinar su propuesta.—Teniente —dijo la voz del Gobernador Marcos—, el destino hizo que coincidamos los tres nuevamente en e