Cada mes, en luna llena Amelia lloraba junto a la pequeña ventana de su celda.
—Odio verte así —le decía la leona.
Ella se quedaba en silencio hasta que finalmente se dormía. Al día siguiente volvía a ser Ágata; fría y sin sentimientos.
Una tarde, cuando llegaron de sus actividades diarias en el salón; aquel día les tocó pintar las sillas de la sala de visitas. La leona se acercó a Amelia y la abrazó con ternura, en los últimos meses había sido diferente; más protectora y más cariñosa.
—Leona estás ardiendo en fiebre —le dijo.
De pronto vio como estaba empapada en sudor y a la vez temblaba de frío.
—Pero, ¿Qué ha pasado que no me he fijado en lo mal que te has puesto? —preguntaba Amelia inquieta.
—Tranquila mi niña, estoy bien —a
Después de un largo rato llorando y lamentándose por el pasado, Cristina decidió contarle a su hija como habían sucedido las cosas.—Ven siéntate a mi lado —le pidió a Amelia.—¿Vas a contarme porqué me abandonaste? —preguntó ella.—Sí, yo necesito que tú entiendas como pasó todo.—Está bien —respondió.—Cuando tú tenías aproximadamente tres años de edad las cosas entre tu papá y yo comenzaron a complicarse, ya no nos entendíamos como esposos y hasta llegué a pensar que había otra mujer en su vida. Tú y yo pasábamos noches enteras a la espera de su regreso y él no regresaba hasta el amanecer.—Yo me acuerdo un poquito de eso. Nosotras nos encerrábamos y tú me dejabas dormir contigo.—Exacto,
Cuando Amelia les comentó a sus amigas lo que había sucedido con Cristina, éstas se sorprendieron y se alegraron por ella. Les pareció una historia increíble y hermosa; llena de sufrimiento y dolor, pero al mismo tiempo llena de esperanza y amor.—Es tan bonito que estés con tu mamá —dijo Perla.—¿Te das cuenta que en la vida todo tiene un propósito? —preguntó Rubí.—¿De qué hablas? —interrogó Perla.—Si nada de lo que me sucedió me hubiera pasado, yo no hubiese encontrado a mi madre jamás —comentó Amelia—. ¿A eso te refieres verdad? —cuestionó.—Pues sí, es extraño, pero así es —afirmó Rubí.Las tres se miraron entre sí y suspiraron.—Las cosas de la vida —dijo Amelia.&md
Con el caso de Amelia resuelto, Samuel se convirtió en un futuro abogado de prestigio.La historia de Amelia revolucionó por todos los medios y a partir de ahí comenzó a verse ante las personas como un bicho raro, sobre todo porque pensaban que todo sobre ella era falsa. Nadie creía que tuviera un hijo y que el mismo estuviese secuestrado. Incluso llegaron a decir que lo del asesinato era parte de un plan para llamar la atención. Amelia pensó que a su regreso todo iba a ser más sencillo, pero no era así; por el contrario, estaba enfrentando la poca empatía de la sociedad. Una sociedad que se limitaba a pasar el chisme de boca en boca sin antes investigar. No había alguien, excepto sus amigas que se pusiera sus zapatos para comprender por lo que ella estaba pasando.Cuando fue en busca de trabajo al lugar en el que trabajó por años antes de ir presa, le dijeron que ya no ten&iacut
Mariana entró en el cuarto de cambios para dar las indicaciones correspondientes puesto que aquella noche era especial; una nueva bailarina se unía al club.—Primero salen las muchachas y después te toca a ti —ordenó Mariana.—Entendido —respondió ella.Amelia sintió que un nudo le cortó la respiración. Era como en los viejos tiempos esperar su turno y danzar para un público, pero también era diferente a los viejos tiempos; su público eran hombres con ganas de sexo que la verían bailar de una manera muy diferente a lo que estaba acostumbrada.Cuando llegó su momento salió por la parte trasera y caminó hasta el escenario todos comenzaron a gritar como una manada de perros en celo. Empezaron a decirle piropos y vulgaridades. Ágata se quedó en silencio y frente a ella pasó aquella terrible escena del día
Edward era un empresario que concurría con frecuencia el club en el que trabajaba Amelia, pero ante la pérdida de la estrella principal se alejó del lugar, ya que él era admirador de aquella mujer y visitaba el ambiente únicamente por estar cerca de ella, después se fue de viaje de negocios y no se volvió a ver por el club hasta la noche en que conoció a Ágata.Aquel día ella llevaba puesto un pantalón bastante transparente que dejaba a la vista de todos; sus piernas y la tanga que cubría una parte de sus glúteos, sus senos estaban cubiertos por un corpiño decorado con pedrería, su cabello negro y largo caía por su cintura en ondas ligeras que llamaban la atención de todos en el lugar.Edward entró en el lugar justo en el instante en que Ágata movía sus caderas al ritmo de la música, claro que él había llegado
Samuel iba a celebrar su graduación en unos días. Por supuesto Rubí y sus amigas tenían que asistir a la fiesta que darían sus padres en honor a su hijo. Las tres estaban vueltas locas buscando que ponerse para la celebración, lo cierto es que ninguna de ellas encontraba un vestido adecuado para asistir al evento.—Vamos a tener que irnos de compras —dijo Amelia.—Hay, como crees —respondió Rubí—. Al menos yo me gasté todo lo que tenía en las compras del otro día.—Yo igual —agregó Perla.—Bueno, pero es una fiesta importante a la que no podemos ir con cualquier vestido —comentó Amelia.Cuando cayeron en cuenta que su amiga tenía razón. Perla y Rubí decidieron ir a una boutique para comprar los vestidos adecuados.Caminaban por el centro comercial y sonreían por alg
El día del cumpleaños de Lucy había llegado. Amelia sabía lo que eso significaba, por mucho que quisiera era inevitable no ponerse nerviosa. Edward seguramente iba a querer estar con ella, se lo había dejado claro las últimas veces que lo vio en el club. Siempre la invitaba a tomar algo con él y aprovechaba la oportunidad para dejarle ver lo muerto de deseo que estaba por su cuerpo. Amelia agradecía la manera con la que le pedía una noche de sexo, no era igual que Bruno, definitivamente no se comparaba con él. Edward era diferente le inspiraba confianza y seguridad todo lo contrario con aquel monstruo que atormentaba sus días y que le había hecho tanto daño en el pasado, monstruo que solo le provocaba repugnancia y miedo.Con los cupones que tenía guardados se fue a una tienda para comprar ropa adecuada para la noche, esta vez sus amigas no pudieron acompañarlas; Rub&iacut
Amelia llegó de madrugada después de la fiesta en casa de Edward, sus amigas estaban en su habitación esperándola para que detallara los pormenores de su nuevo romance. Cuando ella entró en la casa le pareció lógico que Perla y Rubí estuvieran dormidas, no obstante, se sorprendió cuando ingresó en su habitación y las encontró acomodadas en su cama. Sonrió porque sabía de qué se trataba todo.—Oigan, despierten —dijo presionando el botón para encender la luz.Las dos dieron un respingo y se sentaron de golpe.—Hasta que llegas —replicó Perla.—Y ustedes ¿Qué hacen en mi habitación? —preguntó Amelia.—Pues nos invitamos solas a una pijamada contigo.—Entonces más vale que me ponga mi pijama —advirtió al mismo tiempo que buscaba en s