Julio le habló con total tranquilidad. Los ojos de Silvia se estrecharon en ese momento. Siempre había sabido que la identidad de Luis en el extranjero no era simple, pero nunca supo exactamente qué hacía. En muchas ocasiones, ella se daba cuenta de que él sufría graves heridas.—Hacer cosas que pe
Silvia no podía creer que el amor que había cultivado por él durante tantos años fuera descrito con solo una palabra: barato. Se sintió profundamente indignada. —Sí, ahora mismo siento que no vale la pena en lo absoluto. Las venas en la frente de Julio se hincharon, sus ojos se enrojecieron ferozm
Luis también notó de inmediato a Silvia y le lanzó una mirada bastante tranquilizadora antes de dirigirse a Julio con un ligero gesto de mano. —Señor Ferrer, es un placer conocerlo. No había ninguna tensión esperada; la interacción entre los dos era extremadamente cortés. Julio estrechó con firmez
Lo que Adrian quería decir era que Silvia podía comportarse de manera infantil por ahora. Pero si seguía así, Julio terminará cansándose algún día, y entonces realmente no podrían volver a estar juntos. Silvia no era ninguna tonta, podía percibir claramente lo que Adrian quería decir. —Asistente P
En la Taberna del Sol. Luis pidió unos platos favoritos de Silvia. —Has adelgazado últimamente, come más. —Está bien lo haré. Silvia tomó de inmediato el tenedor y miró la mesa llena de exquisitos platos, pero en realidad no tenía mucho apetito. —… Por cierto, ¿qué hablaron hoy? —le preguntó ell
Julio levantó su mano esbelta y la dejó caer con la punta de los dedos. —Has terminado en un estado realmente tan desordenado. Parece que ustedes no solo estaban cenando, ¿verdad?Esas palabras resonaron en la mente de Silvia como un fuerte trueno. ¿Qué quería decir con «no solo estaban cenando»? E
—¿Es solo porque él lo vio? —le preguntó Julio con un nudo en la garganta.—¿Te importa tanto lo que piensa? ¿Acaso, tienes miedo de que se enoje?Silvia no le respondió. Él realmente no entendía nada. Antes, a Julio en realidad no le importaba si Silvia lloraba o no, pero ahora, cuando ella llorab
Santiago conocía mejor que nadie la verdadera naturaleza de algunas estrellas femeninas en la industria del entretenimiento. Como amigo de Luis, se vio definitivamente obligado a advertirle.Luis apenas se dio cuenta de su grave error: —No es Natalia.Santiago estaba perplejo.—Si no es ella, ¿quié