MARTINANo sabía que era lo que había dicho para que de repente se volviera frío conmigo. Él me atraía en todos los sentidos. Su forma de tratarme me dejaba sin razón, y ahora estaba sola, en su cama, mientras la noche pasaba y él no aparecía.Me puse una hermosa bata a juego con el camisón blanco que usaba y que él vio en aquel estúpido desfile, y salí en su busca. Estaba en su despacho, mirando a un punto imaginario.—Lars.—Pensé que estabas dormida.—No pude cerrar los ojos sabiendo que te dije algo y que te hizo alejarte de mí.Este suspiró—. No dijiste nada, solo que me despertaste de ese hechizo que causaste en mí.Se me partió el alma al ver lo frío que me estaba tratando.—Creo que todo se nos salió de las manos. No debí acceder a dormir en tu cama, ni mucho menos ser tu amiga. No tendría que ser así nuestra relación laboral, pero se dio y agradezco a Dios que te haya puesto en mi camino. Gracias a ti pude ver a mi Leo. A ti te debo la pequeña esperanza que brota en mi pecho.
MARTINA Muy a mi pesar me quedé sin aliento tras colgar la llamada, estaba aterrada. Y el esfuerzo que hacía para ablandar su corazón era frustrante. Solo quería ver lo que era mío. Mi hijo. Estaba absorta en mis pensamientos cuando él apareció por la puerta de la cocina. —¿Me das un minuto para hablar? —Lars preguntó sin dejar de mirarme. Me notaba pálida, con susto en el cuerpo. Y no sabía si tenía que decírselo o guardar silencio para no darle más problemas. —Lars, siento lo de anoche. Creo que hubo un malentendido y tú pensaste que únicamente te estaba agradecida... —¿Por qué no me dijiste que ayer vino mi madre? Me callé porque se me había pasado por completo. Todo me gritaba problemas. Este se acerca a mí. —Se me pasó, discúlpame. Avanza otro paso más y el pulso se me dispara—. Le contaste a mi abuela sobre tu hijo. Más que una pregunta, lo estaba confirmando. —Lars, espero no tener problemas por habérselo dicho. Su mirada late por mis venas—. ¿Qué sucede? — preguntó
LARS¿Qué me pasaba? ¿Me estaba volviendo loco? Había dejado el trabajo, cancelé todas las reuniones y puse rumbo a mi casa. Estaba perdiendo la razón por una mujer que nunca debí de dejar que entrar en mi vida por pena.Al llegar a casa, ellas estaban en el salón y se escuchaban risas provenientes de allí. Entendí que los primos de mi padre habían llegado.—Lars— Axel me saluda y yo recibí sus saludos amablemente. Miré a los lados buscando a Martina, pero esta no estaba.Saludé a mi otro primo, y pregunté por ella.—Está en su habitación.Asentí y fui en su busca, entendí que se refería a la mía.Al llegar me la encuentro sentada en el borde de la cama y con el móvil en la mano.Ella se asustó o se sorprendió al verme ahí, parado frente a ella.—Te dije que no te pusieras en contacto con él, ¿por qué no puedes confiar en mí?—Quiero hacerlo, pero el dolor que siento en mi pecho al no tenerlo me supera. Me arde, Lars.Empieza a llorar y a mí se me rompe el alma.—¿Estabas dispuesta a
MARTINAMi mundo ya no era igual desde que la arrolladora belleza del duque me besará. En serio, mi vida se había vuelto del revés. Cada vez que me acordaba de cómo se adueñó de mí, siento una exquisita humedad que moja mi ropa interior.No solo era embaucador y dueño del protagonismo de las miradas de las personas que lo rodeaban, y sin hablar de su forma de ser, pero es que ahora sabía y conocía que su forma de besar era poderosa.Esa tarde él la pasó vigilando a los sobrinos de su abuela, como si dejar de custodiarlos iba a ser un peligro para mí. Me hizo gracia al ver cómo me buscó después de esa frialdad y como uso su magia para calmar mi anhelo, mi dolor por mi hijo.Los días fueron pasando, y mañana era Nochebuena, la tía de Lars se despidió y Zelinda se fue con ella. Se suponía que le dije a la anciana que iba a pasar estas fechas con Lars, pero a Lars le dije que me iba a España. Así que aún estaba dubitativa.—Felices fiestas, señoras— dije y me despedí. Lars las llevó a cas
MARTINALars sabía cómo tratar a una mujer y hoy me lo había vuelto a demostrar, pero me asustan las consecuencias, temo que cambien de nuevo mi vida.La manera de cogerme de la mano para salir de casa y su forma de caminar indicaba que sabía exactamente a donde va y qué intenciones tiene y eso me hace perderme aún más en él.Resulta cautivador en todos los aspectos.Me ibas a llevar a ver a mi hijo. Él, nuevamente, se preocupó y sabía que Teo no iba a estar.—¿Algo que decir, preciosa? — preguntó con una sonrisa de lado al ver que lo miraba babeando.—Sí, que eres muy guapo.Se ríe de buena gana y me estremecí.—Tú sí que eres guapa.Me capturó los labios antes de ponerme el cinturón de seguridad. Lars me hacía sentir tan bien que temo que esté mal.Me dedica una sonrisa arrolladora al verme paralizada mientras él se ponía las gafas de sol. Disfruté de él y del lujo absoluto de otro de sus coches. Esta vez usó un Mercedes deportivo.—Gracias de nuevo, no sabes lo feliz que me haces q
LARSConocer cada espacio de la piel de Martina fue todo un descubrimiento, tal vez es por algo a lo que no estaba acostumbrado y acabó por gustarme y no me refería a su físico, sino en lo que representaba este.Hacía muchas Nochebuenas que no me la pasaba tan bien como lo hice esta última. Al día siguiente ella volvió a deslumbrarme y me hizo vivir la navidad al amanecer y vimos que estaba nevando. Parecía un niño pequeño al ver un pequeño regalo sobre la chimenea de la casa.Flashback.Con una sonrisa de lado y ella junto a mí, abrí el envoltorio de la caja y me encontré unos elegantes guantes de cuero de la marca Hestra—. Pensé que te quedarían muy bonitos con tu abrigo negro— dijo ella y embozó una sonrisa que causó una desesperación en mi mirada que no aguanté más y la besé ferozmente.—Eres increíble, pero no debiste molestarte.—Mi jefe me pagó antes de navidad. Me lo puedo permitir— concluyó y eché la cabeza hacia atrás para reírme. Ella sacaba mi lado tierno.—Que atento es t
MARTINAAlgo me dice que me dejé llevar de nuevo, que caí en la misma historia y que esta vez saldré más lastimada, y el problema es que sé que no podré unir los pedazos rotos que Lars dejaría de mí.—La extrañé, señora Zelinda— la anciana me abraza y la recibí gustosa.—Y yo a vosotros, por cierto, Lars se marchó, ¿verdad?—Sí, ¿ocurre algo?—Ocurre que este año no fue a buscarme a la casa de mi hermana y eso me decepcionó.—No sabría decirle, solo sé que se marchó después del desayuno.Ella asintió bajando la mirada y la acompañé hasta el salón, el chofer subió su maleta y ambas tomamos un té.—¿Como lo pasó con su hermana? — pregunté para que cambiara esa cara de disgusto.—Bien, como todos los años, me falta la presencia de mi hijo, y la de mi nieto.Acaricio el dorso de su mano y esta me preguntó—: Estuviste con Lars, ¿no?—Sí, se lo prometí, ¿recuerda?Si ella supiera lo que hicimos, creo que ese disgusto se le esfumaría en cuestión de un segundo.Me analizó en silencio, mi expr
LARSDespués de la firma, todo a mi alrededor fue una locura, una carrera contrarreloj, que necesité fabricar más tiempo para todo lo que tenía que hacer.—Chsss... Pequeño, mami está dormida— llegué a casa sobre la una de la madrugada y todo el mundo estaba en su habitación, cargaba a Leo en mis brazos y su pequeña bolsa colgada en mi hombro. Llegamos hasta mi habitación y lo recosté a mi lado, en mi cama y bajo mis sábanas. Lo acurruqué y éste se volvió a dormir, ya que lo había sacado del auto adormecido.Me puse el pijama después de asegurarme de que estaba profundamente dormido y salí hacia la cocina, no sin antes detenerme junto a la puerta de Martina. La había extrañado y con las reuniones que tenía atrasadas, más la visita de los abogados respecto a los documentos firmados y asegurándome de que legalmente era su tutor y que, Teo, no puede hacer nada en contra de mí y de Martina, entonces en la tarde, después de terminar con todos los pendientes y de la visita inesperada de Ros