Tanto Jolie como Darius esperaban el momento correcto para hablar de ellos, pero entre encontrar una casa donde vivir, las sesiones del grupo de ayuda y el tiempo que pasaban juntos o en familia, no habían encontrado el espacio para aclarar su situación. Y en las noches, cuando todo estaba en silencio, preferían prodigarse besos y caricias que hablar lo que tanto los estaba atormentando.Pero es que los dos sentían que estaban en una burbuja, viviendo el momento, disfrutando de estar juntos y perdiéndose en las ilusiones que no hacían más que crecer en sus corazones. Aunque ninguno lo mencionara se sentían demasiado felices de compartir esos momentos únicos y bonitos que no esperaban vivir.—Esta me gusta —indicó Jolie, tomando un trozo de queso y llevándolo a su boca.—Es de dos plantas —dijo Darius, recordando que una vez le había comentado que no le gustaban las casas grandes.—Lo sé —se encogió de hombros—, pero Loana irá creciendo y necesitará más espacio. Además, una de las habi
—¿Crees que sea buena idea que vengamos contigo? —preguntó Jolie, deteniendo los pasos de Darius antes de entrar a la casa—. Creo que debiste venir solo y primero hablar con ella.Nerviosa como estaba y basándose en el último encuentro que había tenido con la madre de él, sentía miedo de que volviera a atacarla e insinuar que Loana no era hija de Darius.Él la tomó del rostro y dejó un suave beso en sus labios, antes de sonreírle con seguridad y aferrarse a su mano y a la de su pequeña princesa.—Todo va a salir bien, mi amor. No te preocupes demasiado, ¿de acuerdo?Su mujer asintió y tomó una honda bocanada de aire, retomando el paso hacia la puerta de la casa, pero sintiendo que su corazón latía con demasiada fuerza.Entendía a la Sra. Rowe, después de todo, hace cinco años las cosas no salieron bien y ella le rompió el corazón a su hijo, convirtiéndolo en un hombre que no era y que ni él mismo reconocía.Darius soltó a Jolie un par de segundos mientras sacaba su llave y entraba a s
Jolie arribó a la empresa y subió directamente a la oficina de Jeray, puesto que su primo la había llamado para que se reunieran.Luego de días en los que se dedicó a desempacar la mudanza e inscribir a Loana a la escuela, por fin estaba lista de empezar a construir un nuevo sueño: tener su propia firma de abogados.Su padre le propuso ayudarla financieramente y, aunque quiso declinar su oferta, lo cierto era que el hombre no se daría por vencido y usaría cualquier estrategia para que ella aceptara, así que le entregó parte de su herencia, para que ella pudiese iniciar cuánto antes su nueva meta en la vida. Estaba feliz por su hija, por el hecho de que regresara al país y no los apartara más tiempo de su vida. Se sentía feliz y orgulloso de ella, de que superara y abriera su corazón para que pudiese ver cuánto la amaban.Jolie no podía creer lo que estaba pasando, ya que todo sucedía muy rápido. Cuando creyó que se sentía atada y doblegada a un miedo que la hizo cometer muchos errores
Monse se bajó a toda prisa del escritorio, maldiciendo a la mujer que había interrumpido el único momento en que había podido tener a su jefe tan cerca. Se dio la vuelta con una expresión compungida, abotonando los dos botones de su camisa que había soltado minutos antes, un hecho que Jolie no pudo ignorar.—No es lo que estás pensando —se excusó Darius, ahora sí siendo muy consciente de la posición comprometedora en la que estaba con su secretaria—. Ayudaba a Monse.—Desde luego, la ayudabas a quitarse la ropa por el calor que hace en la oficina. Tenías las manos en su cuello y a punto de besarla por mera consideración y causalidad, ¿no?—No la iba a besar —dijo, acercándose a su mujer, pero está retrocedió, con el ceño fruncido y esperando una explicación que no llegaba y empezaba a molestarla aún más—. Lo que sea que estés pensando, no es verdad.—Lo que sea que yo esté pensando vale mierda. Lo que cuenta aquí es lo que acabo de ver y créeme que a ojos externos estaban a punto de t
Los meses empezaron a pasar con gran rapidez, con tanta, que Jolie ni Darius fueron conscientes de lo que pasaba a su alrededor. Vivían en una inmensa burbuja de amor, disfrutando de los días juntos en familia, de los instantes apasionados de pareja y todos los momentos que pudiesen absorber estando juntos. Vivian todo aquello que se habían perdido por largos años, por lo tanto, eran ajenos incluso al tiempo.Seguían asistiendo a las terapias con Tamara e iban una vez por semana a las sesiones del grupo de ayuda que esta misma les recomendó. Había días en los que Darius se ponía de mal humor y ansiaba un trago, pero poco a poco empezaba a controlar su ansiedad y prefería salir a correr cuando esa necesidad de beber lo azotaba. Ahora descargaba todas sus frustraciones haciendo ejercicio, quemando calorías y de alguna manera destrozando la ansiedad que lo dominaba.Si bien se habían comprometido y Jolie llevaba un hermoso anillo adornando su mano, lo cierto era que no habían establecido
La sonrisa en el rostro de Jolie era tan grande y llena de felicidad que nadie podía apartar la mirada de ella y sonreír por igual. Junto a ella, en ese día tan importante y especial donde al fin podía abrir su firma al público, estaba toda su familia y sus amigos, siendo testigos de uno de sus más grandes sueños.Largos meses de trabajo valían la pena cuando miró a su alrededor y la satisfacción le llenó el pecho. El bufete estaba ubicado en el piso más alto de uno de los edificios pertenecientes a los padres de Kian y era tan perfecto como lo había imaginado. Tenía una vista privilegiada de la ciudad, lo que lo hacía aun más maravilloso. Los primeros cinco abogados que trabajarían de su mano estaban allí con su familia, igual de emocionados y ansiosos por empezar a trabajar.El bufete era grande y aun sobraban oficinas, por lo que Jolie no se preocupaba por el personal, después de todo, allá afuera había cientos de abogados esperando por una oportunidad y ella estaba más que feliz d
La emoción que sentía Darius no podía compararla con nada en la vida. Jamás se había sentido tan ansioso y temeroso de una respuesta. Jamás había pasado una noche en vela, pensando y haciéndose ilusiones en la cabeza y el corazón.No había pensado en ser padre nuevamente, es decir, hasta ahora estaba viviendo la experiencia con su pequeña Loana, por lo que veía muy lejano la llegada de otro hijo. Pero no iba a mentirse a sí mismo, la idea de ser padre lo hacía tan feliz como lo llenaba de miedo.Él tenía nula experiencia con bebés. Si bien con su pequeña era todo más sencillo porque ya estaba grande, lo cierto era que de vez en cuando le frustraba no entenderla por completo. Hasta ahora empezaba a conocer lo que le gustaba y lo que no, lo que la hacía reír y lo que la hacía enfadar. Un bebé era mucha más responsabilidad, aun así, le emocionaba la idea de ser padre. Lo que tanto había deseado parecía que al fin se iba a hacer una realidad, pero a la vez, se decía a sí mismo que no se h
Jolie recordó su primer embarazo y, aunque al principio lloraba y solía comer bastante y tener pocos malestares como vómitos, en este apenas vio el resultado positivo, fue como si los síntomas se revelaran con una fuerza avasallante.Habían pasado dos días, pero sentía toda una eternidad cuando despertaba y lo primero que hacía era vomitar. Sentir el olor a la comida la hacía vomitar el doble, no importaba la hora o el lugar en el que se encontraba, pero incluso hasta el aroma de su perfume le provocaba náuseas. Sentía cansancio, mucho sueño y mucho mareo.Estaba feliz de ser madre, pero los malestares la estaban matando y aun debía soportar algunos meses más para que desaparecieran.Salió del baño con las mejillas sonrojadas, el sudor corriendo su frente y limpiando su boca con un pañuelo. Apenas despertó y el olor a la comida que preparaba su esposo como cada mañana desde hacía tres días, descargó lo poco que tenía en el estómago. Se sentía débil y la cama la incitaba a enrollarse e