—Gracias, Niklas —susurré, limpiando las lágrimas que no dejaban de caer, lágrimas que en ese momento me permitía derramar con una emoción incomparable—. Gracias por lo que hiciste por mí. Espero que salgas con bien de esa casa y pronto pueda agradecerte en persona…Recordé entonces que me había dado un teléfono y lo busqué por todas partes de mi cuerpo, pero no lo sentí por ninguna parte. Se debió caer en algún punto del bosque cuando corría o cuando me caí sin que me diera cuenta, pero aún tenía aquel mensaje tan reconfortante en un trozo de papel y un localizador que no dejaba de emitir aquella luz roja, la luz que me daba esperanzas y me decía que pronto mi infierno acabaría. Me aferré a esas dos cosas con todas mis fuerzas y me senté no muy lejos del gran caudal, recostando mi cuerpo en el tronco de un árbol a esperar al compañero que había mencionado Niklas, deseando que no tardara demasiado tiempo en venir por mí.Mi corazón latía lleno de emoción, me sentía tan feliz porque
Esa noche dormí en calma, no sabía si por el cansancio mental y físico que tenía acumulado, porque era libre o por el medicamento que me suministraron, pero sentí que dormí como nunca. Hacía mucho no descansaba tan bien.En cuanto desperté me pusieron nuevos líquidos y me trajeron un desayuno rico y nutritivo, e hice un gran esfuerzo para comer lo más que mi estomago lo permitiera. Después la psicóloga que mencionó el doctor me hizo la visita y volví a desahogar todo mi dolor con ella, contándole de manera más profunda cómo me sentí en ese lugar, lo triste que había estado, lo sola que me sentía, lo destruida que estaba y de cómo no sabía cómo continuar sin la presencia de mi esposo.Hablé de él y de cómo injustamente me lo habían arrebatado, pero también conté esa parte vergonzosa y que me hacía sentir la mujer más ruin, pero la doctora me explicó que era muy normal que el cuerpo reaccionara a los estímulos y que no tenía por qué sentirme culpable, después de todo, seguía siendo la v
—Iniciaré la investigación lo más pronto posible. Si tus padres salieron del país debe haber registros que lo demuestren, sea que lo hayan hecho vivos o… muertos.—Julen es un maldito loco. Les dijo a toda mi familia que estábamos muertos, ¡incluso usó cuerpos de quién sabe quiénes para hacerlo más creíble!—Es un hombre que lo calcula todo demasiado bien, supongo que no contaba con que fueras a escapar.Suspiré hondo, recostando mi espalda en la cama. Hablar con Sheyla me puso feliz por una parte, pero por la otra surgió una preocupación incesante que no me permitía sentir paz. No podía estar tranquila sin saber nada de mis padres, mucho menos cuando cabía la posibilidad de que estuvieran en manos de ese loco psicópata.—¿Y si los secuestró como a mí?—Es una posibilidad que no podemos descartar —se acercó a la camilla y apoyó su mano en mi hombro, apretándolo tan solo un poco y con mucha suavidad—. Sé lo desesperante que resulta todo esto, pero confía en mí, Amanda. Te ayudaré a enc
JULENEl dolor que sentía en el brazo y en la pierna me estaba desesperando a más no poder, pero no era eso lo que me tenía irritado y a punto de perder la cabeza. Estaba furioso por cómo habían salido las cosas, en especial, cuando desperté luego de haber recibido una ráfaga de disparos y no encontré a Amanda a mi lado ni en ninguna parte de la puta casa donde mi madre me había traído.Sí, en definitiva, mi mal humor radicaba en el hecho de que mi mujer se había escapado con alguno de mis hombres, que los malditos agentes de la DEA se la hubiesen llevado o simplemente ella decidiera alejarse de mí. Me enfurecía a más no poder pensar en la última posibilidad, aunque si se trataba de la primera, mataría al puto bastardo que se atrevió a ponerle una mano encima a mi mujer y a ella le daría una lección de por vida, para que nunca olvidara quién era su dueño y a quién pertenecía.Uno de mis mejores y más leales hombres entró a la habitación en la que me encontraba, trayendo en sus manos u
NIKLASDesde muy joven he servido a mi país. He protegido hombres, mujeres, niños, ancianos, toda clase de personas inocentes y vulnerables al mal, pero fallé a mis promesas y a mi propia misión de vida al no poder proteger a lo más preciado que tenía; a mi hermanita.Freya era lo único que tenía en la vida junto a mi madre, pero simplemente la abandoné cuando ella más me necesitaba. Jamás podré perdonarme no haber estado ahí, al frente de ella como se lo prometí a mi padre, para ella cuando necesitara un hombro en el cual apoyarse, para protegerla de todo lo malo que la rodeaba y terminó rompiéndola sin ningún tipo de compasión.Me he culpado por años y cada día es una tortura mucho más severa al saber que su vida se apagó sin más y el brillo ya no parpadeó en sus hermosos ojos. Pensar en la chica que sonreía, bailaba y era feliz con su vida me llenaba el corazón de un odio y una furia que no podía describir, sentía que ese mal sentimiento me ahogaba y me quemaba a grandes decibles,
AMANDALa casa a la que me trajo el Agt. Stevenson parecía deshabitada, no había ni un solo ruido, se podía incluso escuchar el impacto de un alfiler caer al suelo. La soledad, la tristeza y el dolor rezumbaban en cada rincón, era como si las paredes lloraran y sangraran cada segundo e hiciera un frio que calaba hondo en los huesos.El agente me guio a una habitación en la segunda planta y me instó a acomodarme a mi gusto, dejándome en completa soledad. El cuarto era pequeño, pero tenía todo lo necesario y contaba con su propio baño privado, algo que me tranquilizó mucho sin saber por qué.Desde la ventana se podía ver todo el jardín, donde pude ver a una señora de edad cortando algunas flores y llevándolas a su nariz, antes de que el agente se acercara a ella y hablaran por unos minutos.La mirada de la mujer cayó en la ventana donde estaba fisgoneando y su sonrisa me dio paz desde la distancia. La vi asentir repetidas veces y responderle algo al agente, después le dio un abrazo que
—Freya, no digas esas cosas, mi amor —dijo su madre, llegando a la mesa con los ojos llorosos. —Sabes que es cierto, soy un monstruo y una maldita carga —zanjó de mal humor, poniéndose de pie—. Todos saben que lo mejor que me hubiera podido pasar era que muriera, pero... Me dejaron vivir en este maldito infierno del cual ya no quería seguir siendo parte. Su madre lloró sin dejar de negar y el agente se acercó a ella para abrazarla, pero Freya retrocedió, casi tropezando con sus propios pies. —Lárgate junto con tu novia y no vuelvas nunca más. No tienes nada que venir a hacer aquí, como para que sigas haciéndolo cada vez que te plazca. Niklas no está y no hay razones para que vengas. —Vengo por ti y por tu madre, las dos son muy importantes para mí. —Sí, claro —ironizó—. Si vienes es porque mi hermano te lo pide, no porque de verdad lo desees. ¿Quién querría perder el tiempo en una persona como yo? —Freya...—No puedo entender tu dolor, nadie jamás lo hará. Tampoco puedo entender
Los días fueron pasando con una lentitud que me terminaba de agobiar y poner el doble de ansiosa. No había ninguna noticia que me diera la calma que necesitaba, aún así, no perdía la esperanza y día a día pedía porque mi familia estuviera a salvo. El agente no había vuelto desde aquella tarde que resultó desastrosa y llena de emociones, pero quedó en venir tan pronto tuviese alguna noticia.Tenía que llenarme de paciencia y esperar, pero si Julen enloquecía —que aquello podía pasar en cualquier momento—, tenía muy en claro que ellos estaban en peligro y que no había nadie que pudiera hacer algo para salvarlos. Él no se tocaría el corazón para matarlos, eso ya lo tenía clarísimo y de solo imaginar me llenaba de tanto miedo. La convivencia con las dos mujeres no era mala, todo lo contrario, la madre de Freya era un amor, siempre preocupándose porque comiera y me sintiera a gusto. Hablábamos mucho, paseabamos por el jardín y rezaba conmigo todas las noches por mi familia y yo le retrib