Compañera de piso

Capítulo 4

Dos semanas antes.

Ginebra 

El resto del viaje con Max por suerte fue totalmente silencioso, pero era obvio que este no me dejaría en paz aunque se lo dijera. Sin embargo, ninguno de los dos nos volvimos a hablar ni siquiera cuando nos bajamos el avión y al llegar a las afueras del aeropuerto solamente nos montamos en una camioneta negra que no trajo directo al edificio que estaba frente al campus.

Mientras hacíamos el trayecto hacia la residencia no pude evitar admirar lo hermosa que es esta ciudad que siempre me ha gustado, ya que sabía que aquí haría cosas muy grandes. Solo espero no encontrarme a Max en todos lados porque eso sí sería demasiado tedioso.

Cuando por fin nos bajamos del auto lo primero que hice fue ir a la recepción a buscar mis llaves, las cuales gracias a Dios me entregaron de inmediato, gracias a la agradable recepcionista que me atendió.

Cuando por fin estuve lista para irme sin siquiera mirar atrás, al voltearme casi choco con Max, quien estaba demasiado cerca para mi gusto. Este también había pedido sus llaves, pero yo lo ignoro pasando de él. Únicamente sigo mi camino sin importarme que me siga viendo y espero afuera del ascensor hasta que este se abra.

En el momento en el que la caja de metal ya se ha abierto, de inmediato Max pasa antes que yo y solo me le quedó viendo unos segundos antes de entrar yo también. Solo que a diferencia de él yo mantengo mi distancia y solo miro al frente esperando a que por fin esta tortura se acabe.

– En el espacio B casilla #12 está el auto del que te hablo mi hermano. Debes dejarlo ahí cada vez que estaciones porque es el lugar que tienes asignado en el edificio – dice Max detrás de mí, pero decido ignorarlo y no contestar.

Cuando por fin las puertas del ascensor se abren en el piso que ocuparía, veo como Max también se baja en el mismo lugar. Este camina delante de mí hacia la puerta final del pasillo y de inmediato veo que la mía queda justo a dos puertas de la suya. Al parecer seremos compañeros de piso y no puedo creer que la suerte ni siquiera me acompañe en este momento. Solamente me queda entrar a mi apartamento para así despejar mi mente con un buen baño de agua caliente.

En cuanto estoy dentro del lugar una chica de cabello rubio, de tés bien blanca y como de mi estatura estaba parada en medio del lugar viéndolo todo. Esta observaba con cuidado, pero pude notar claramente como estaba algo nerviosa y hasta intranquila. Al parecer había algo que la estaba perturbando, por lo que con algo de calma me dirijo a ella para no asustarla.

– Hola ¿Estás bien? ¿Cómo te llamas? – le pregunto a la rubia, quién me mira con atención.

– Hola, me llamo Antonella, mucho gusto ¿Tú eres mi compañera de piso?

– Si así es, soy tu compañera. Es un gusto conocerte, soy Ginebra.

– Encantada, pero te estaba esperando. Creo que ha habido un error de información con respecto al departamento – dice volviendo a mirar todo y la observo con confusión al no entender a qué se refiere

– No entiendo ¿Por qué dices que ha habido un error con respecto al departamento?

– Es que verás, creo que hubo un error porque esto no es lo que yo estaba esperando. Cuando entre en el departamento hace unos minutos me di cuenta de que este no es el que vi en las fotos y no esperaba que tuviera todo esto.

– Creo que entiendo lo que dices. Si el problema es la decoración te pido disculpas por eso, ya que mi hermana, su mejor amiga y también su cuñada lo han arreglado todo antes de que llegáramos, pero si hay algo que no te guste lo podemos cambiar sin ningún problema.

– Está bien, eso suena genial, pero creo que no me has entendido del todo. El departamento que yo vi en fotos era uno más pequeño y económico, el cual podía pagar con un salario de medio tiempo. Sin embargo, aunque este lugar se ve divino, no deja de ser un departamento de lujo lejos de mis posibilidades. Seguro las fotos que me llegaron a mí fueron las equivocadas y por eso te esperaba para poder entregarte las llaves.

Escuchar decir aquella chica que no podía pagar un lugar como este me hizo sentirme extraña, pero a la vez me identificaba con ella. Yo antes jamás hubiese podido pagarme un lugar como este y si hoy disfruto de esta comodidad es gracias a mi familia política. La misma que se ha empeñado en darme estos pequeños lujos con la justificación de que me lo merezco por haber sido una buena estudiante, pero al final de la historia para mí lo material es solamente una cosa que no van a nutrir ni mi alma ni mi corazón. Además, volviendo el tema me doy cuenta de que esta chica seguramente viajó desde muy lejos para estar aquí y debido a eso creo que tengo que hacer algo al respecto.

– ¿De dónde eres Antonella? – me pregunto para salir de dudas, ya que su Inglés tiene un acento diferente a los que he escuchado antes.

– Soy de Colombia, Barranquilla ¿De qué parte eres tú?

– Yo soy Española y estoy aquí gracias a mi familia ¿Tienes donde quedarte?

– Pues la verdad es que no, pero hablaré con la escuela para ver si me dejan una habitación en el campus. Tengo una beca que no quisiera perder, pero si no hay lugar para mí entonces no me quedará más remedio que regresarme a casa. 

El escuchar que ella estaba aquí por una beca me daba a entender que era una chica bastante inteligente, la cual se había ganado las cosas por su propio esfuerzo. Es por eso que no dude ni por un segundo en la idea que había pasado por mi cabeza, ya que al fin y al cabo ella merece la oportunidad de estudiar tanto como yo.

– Antonella desde ahora te digo no tienes que ir a ninguno lugar. Tú ya tienes la llave de este departamento, así que te quedaras aquí conmigo y no acepto uno por respuesta.

– ¿Qué? ¿Es en serio? ¿Por qué harías eso por mí? No me conoces. Yo no puedo ayudarte con la renta de este lugar y de seguro encontrarás a alguien que sí pueda ayudarte – dice bastante sorprendida y muevo mis hombros quitándole impotencia a sus palabras.

– No te estoy pidiendo que me ayudes con la renta, está bien si no lo haces. Aquí lo importante ahora es que seguramente te has esforzado mucho para llegar a este lugar y no vas a irte simplemente por algo tan insignificante. Yo no voy a permitir que pierdas tu beca por no tener donde quedarte y si te sirve de consuelo mis padres siempre me enseñaron a hacer lo correcto sin importar nada más. Ya pagaré yo la renta de este lugar con el regalo que me dio mi hermana y así tú ya no tendrás que preocuparte por eso.

– ¿De verdad harías eso para mí? – pregunta aún sin salir del asombro.

– Que si mujer, tú ya no te preocupes por nada.

Miro a Antonella observarlo todo a detalle ahora con mucha más curiosidad y la verdad me alegra el estar haciendo esto por ella. Yo sé lo que es esforzarse para obtener algo, pero también sé el dolor que se siente La decepción cuando hay cosas que se salen de nuestras manos.

– Este lugar es increíble Ginebra, pero siento que aún es mucho para mí. Sin embargo, sí voy a aceptar tu ofrecimiento, pero a cambio dejarás que yo haga cualquier cosa por ti. Puedo hacer lo que me pidas y nunca me quejaré de nada.

– Pues me parece justo que digas eso porque sí hay algo que puedes hacer por las dos. Yo por lo general suelo quemar hasta el agua cuando intento cocinar, por lo que esa parte es solo tuya.

– Por mi encantada de hacer la comida todos los días. Aprendí a cocinar desde mi chica y no es por nada, pero siento que mi comida es extremadamente deliciosa.

– Entonces ya está, haremos eso. Tú cocinas para ambas como forma de agradecimiento, pero tampoco quiero que pienses que me estoy aprovechando de ti. Siempre que no quieras hacerlo solamente tienes que decírmelo y ya después le buscaremos una solución al problema. Aunque no es que yo no sepa, pero no soy muy buena.

– Pues por mí no hay problema. Yo encantada de ser la chef.

Con una sonrisa en el rostro ambas empezamos a recorrer el departamento para ver que más sorpresas nos prepararon las chicas además de la espectacular decoración y debo decir que se lucieron con todo. Cada cosa parecía salido de un cuento de hadas y al llegar a la habitación que compartíamos al haber una sola, nos encontramos con dos camas perfectamente hechas. Estas eran camas personales, por lo que cada una escogió la suya sin problema adaptándose a su espacio sin importarnos compartir closet.

Sin duda me la pasaría genial con mi compañera de piso, ya que Antonella se veía una buena persona y además, era súper divertida.

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