Lo que somos

Capítulo 5

Max

Cuando por fin estoy en mi departamento dejo mi pequeña maleta de mano sobre el sofá y voy directo hacia el aparador dónde tengo mis whiskys favoritos. Necesito un buen trago, así que tomo uno de la mejor calidad y me sirvo una generosa cantidad que queme mi garganta.

Dejo mi cuerpo caer sobre el sofá totalmente agotado y me pongo a pensar en todo lo que ha pasado últimamente. Es ahí que a mi mente llegan las imágenes de lo sucedido aquel día en la isla y no puedo creer como las cosas cambiaron entre Ginebra y yo de manera tan drástica, tanto que ahora ni siquiera podemos hablar sin que ella esté a la defensiva con ese carácter endemoniado que se carga.

Una de las cosas que sin duda me tiene bastante estresado, es el hecho de haber perdido una buena amistad. He tratado de todas las maneras habidas y por haber de arreglar las cosas, pero cada vez que lo intento Ginebra me lo pone más difícil debido a esa gran barrera que hay entre nosotros. Sé que el motivo de su comportamiento es porque todavía se siente dolida por mi rechazo, pero aun así no puedo cambiar mi manera de verla. Estoy consciente de que las palabras utilizadas en aquella conversación tal vez no fueron las indicadas, ya que Ginebras cualquier cosa menos una niña. Es solo que al ser parte de la familia la veo de esa manera y mi rechazo no tiene nada que ver con que aún sea virgen. Creo que cuando entienda que ser virgen no es el problema, entonces encontrará a alguien que la valore y así conseguirá mejorar aún más.

La noche de su despedida cuando fui a su casa y la vi con su nuevo cambio de look, de inmediato pensé que de verdad cumpliría su palabra de convertirse en alguien que no era. Pensé que de verdad había perdido su esencia y de haber Sido así no descansaría hasta hacer que la recuperara. Aunque para ser sincero ahora me preocupa más el ver como recupero su amistad, ya que aunque me la ponga difícil y no quiera tenerme cerca, encontrarle la manera de hacerlo cueste lo que me cueste.

No puede ser que toda la vida nos llevemos así de mal porque en común tenemos muchas cosas. Eso incluye a nuestros hermanos, los cuales ya han formado una familia que también es parte de nosotros. A eso súmele que aunque no me tolere, para su desgracia voy a tener que cuidarla tal y como me lo encargo nuestra familia antes de que viajáramos. Así que aunque esa niña malcriada diga que me quiere lejos de ella al punto de ignorarla, para su desgracia se va a tener que aguantar. 

Salgo de mis caóticos pensamientos al sentir el sonido de mi celular, el cual aún está en mi bolsillo. Es ahí que al sacarlo veo el nombre de mi mejor amigo reflejado en la pantalla, quien de seguro me está llamando porque calculó el tiempo de mi viaje y ahora tiene alguna idea loca en su cabeza. Así que mee lo pienso unos minutos antes de contestar y al final termino haciéndolo porque de no ser así no habrá quien lo aguante. 

– ¿No piensas dejarme descansar? ¿Qué quieres? – pregunto con simpleza aún sabiendo sus intenciones tras esta llamada. 

– ¿Dónde demonios estás metido? Llevo esperando por ti mucho tiempo – dice este algo agitado.

– Estoy en mi departamento y acabo de llegar. 

– ¿Estás en tu departamento? ¿Si estás ahí que demonios estás haciendo que no me abres la piedra? – dice este en un tono alto que me hace despegar el teléfono de mi oído para mirar fijarme la puerta. 

Ni siquiera había escuchado los toques o el timbre por haber estado tan metido en mis pensamientos sobre Ginebra y ahora entiendo por qué la molestia de mi amigo. Seguramente lleva tiempo afuera, por lo que de inmediato me levanto del sofá resoplando para poder abrirle.

– ¡Vaya! Hasta que por fin te dignas a abrirme ¿Qué se supone que estabas haciendo que ni siquiera escuchaste la puerta cuando toqué? – pregunta es entrando como Pedro por su casa y la verdad es que no me interesa que lo haga.

– No estaba haciendo nada en realidad, simplemente no escuche el timbre porque estoy muy cansado por el viaje –respondí obviamente mintiendo lo que me tiene desconcentrado. 

– ¿Estás cansado? Ni en broma, no quiero escuchar nada con respecto al eso. Si estoy aquí es porque te necesito esta noche, así que date un baño refrescante y nos vamos de fiesta.

– Ni en broma Efraín, esta noche no voy a ir a ninguna parte contigo. Mañana bien temprano tengo que pasar por la empresa a resolver millones de pendientes que tengo después de mi ausencia y sabes que mi padre me confío esa responsabilidad por la que trabajo muchos años.

– Por favor Max es solo un rato nada más. Te prometo que regresamos temprano si así lo quieres y después mañana haces todo lo que tengas que hacer en la empresa sin problema alguno. 

– ¡Sí cómo no! ¿Dónde habrá escuchado algo parecido antes? Siempre dices lo mismo mi querido amigo y al final ambos sabemos que no cumplimos con esa parte del trato. Es por eso que te digo que mejor vayas tú a divertirte y después me cuentas con cuántas mujeres te enredaste. Estoy seguro de que eso es lo que estás buscando y sinceramente yo no tengo cabeza para eso.

– Por Dios, que aburrido eres, pero tú te lo pierdes. Sabes que no voy a insistirte ni a rogarte más de lo que ya lo he hecho, así que ni modo. Sin embargo, si al final te animas y quieres ir a la fiesta, solo debes de llamarme y te daré la dirección. 

Ante sus palabras yo solo asiento con la cabeza y veo como Efraín se va del departamento dejándome solo otra vez bajo la tranquilidad de mi espacio personal. Seguramente en otra ocasión no hubiese rechazado su invitación y menos si eso implicaba encontrar a una sexy mujer para pasar la noche de manera agradable. No obstante, como mañana debía de madrugar para resolver muchos de mis pendientes, con todo pesar debía quedarme.

(Ginebra...)

La mañana había llegado y me encontraba mirando a través del gran ventanal de cristal que tengo en el departamento, el increíble sol que había hoy. Siento que hoy sucederán grandes cosas, por lo que doy un último sorbo a mi tasa café mientras volteo a ver a Antonella quien acaba de levantarse. Al parecer tuvo una buena noche y descansó muy bien, ya que en su rostro no hay rastro de cansancio como lo había ayer.

– Buen día ¿Cómo dormiste? ¿Pudiste sentirte cómoda en tu nueva habitación?

– Pues la verdad la habitación está genial, gracias. Creo que nunca había descansado también en mi vida como lo hice anoche ¿Ya desayunaste? 

– No, aún no lo he hecho, pero estoy nerviosa esta mañana y cuando eso pasa no me gusta comer por miedo a que me caiga pesado. Me muero por conocer las instalaciones de la universidad y también quiero conocer la casa de mi cuñado.

– Está bien, entiendo. Creo que sería buena idea que fuéramos a la escuela para familiarizarnos con todos y ya después tú puedes ir a conocer la casa de tu cuñado mientras yo te espero aquí. 

– ¿Escuché mal? Espero haber oído que iríamos juntas a conocer la casa porque tú vives conmigo. No pienso dejarte aquí sola y aburrida cuando podemos salir a dar una vuelta para conocernos mejor.

– ¿Es en serio? 

– Así es, hablo muy en serio, por lo que te pido que vayas a cambiarte mientras yo te preparo un café. Como puedes ver yo ya estoy cambiada así que voy a esperarte en lo que estiro un poco las piernas.

– Está bien, te agradezco el café y te aseguro que no me demoro para nada – dice feliz y sale corriendo de inmediato. 

Salgo del departamento para esperarla abajo como le había dicho, pero inevitablemente no puedo evitar mirar en dirección hacia la puerta de Max. Es algo que es mucho más fuerte que yo y me hace preguntarme si él estará ahí. Sin embargo, aparté de inmediato esas ideas de mi cabeza porque lo que él haga no debería de aceptarme y sinceramente no entiendo por qué debo de perder mi tiempo preocupándome por su vida.

Una vez estoy en el estacionamiento comienzo a buscar el lugar exacto en el que se encuentra mi auto y sigo con cuidado las instrucciones que me dio Max. Se supone que debería de estar cerca del auto, pero cuando por fin estoy frente a este, de inmediato siento como mi mandíbula se desencaja por completo. Es ahí que sin perder el tiempo saco mi teléfono de mi bolso para llamar cuanto antes a mi hermana.

– Hola ¿Ginebra eres tú? – me pregunta con su voz medio dormidas y de inmediato me acuerdo del cambio de horario. 

– Hola, hermosa, perdón por despertar ¿Estás bien?

– Si estoy bien, es solo que ayer las gemelas no dieron buna noche y estuvieron llegando mucho por los cólicos ¿Qué sucede? ¿Necesitas algo?

– En realidad no pasó nada, yo estoy bien. Es solo que llame para saber por qué narices gastaron tanto dinero en un auto ¿Acaso están locos?

– ¿Eso significa que ya lo viste? ¿Acaso no te gusto? 

– ¿Es broma? Esta hermosa es una camioneta perfecta, pero esto le tuvo que haber costado una fortuna a Alejandro y no era necesario. Con que me hubieran regalado un auto normal me sentiría conforme.

– Oh no, nada de eso, disfrútala. Te has ganado ese regalo espectacular y solo esperamos que sigas siendo la estudiante ejemplar que nos tiene tan orgullosos. Estoy segura de que cuando te gradúes lo harás con título de amor y verás que cada regalo valió la pena.

– Gracias hermana, de verdad y desde ahora te digo que les dé unos besos a mis sobrinos hermosos de mi parte. Diles que los extraño mucho y a Alejandro mándale las gracias también con un beso.

– No te preocupes Gi, se los daré.

Al colgar la llamada miro una vez más mi primer auto, y no puedo creer que de verdad vaya a conducir semejante belleza. Sin embargo, eso no me impide sacar las llaves mi pantalón y en menos tiempo del que creen ya me encuentro dentro de la camioneta.

Miro la hora en mi teléfono y ya son las 9:00 de la mañana, por lo que me apoyo en el frente del auto mientras veo salir a Antonella. Esta viene luciendo un espectacular vestido de flores y se queda porque abierta al ver el auto.

– ¿Ese pedazo de camioneta es tuya? – pregunta mientras la observa detalladamente.

– Así es, fue el regalo de mi cuñado por entrar a la universidad. No obstante, si te soy sincera, debo reconocer que este auto es mucho para mí. Cuando lo vi llamé de inmediato a mi hermana y le pregunté si su esposo se había vuelto loco. Yo hubiese preferido algo más sencillo, pero poco a poco me estoy dando cuenta de que con él nada es normal, así que será mejor que me acostumbre a sus locuras sin perder mi esencia en el camino.

– Te comprendo perfectamente. En las pocas horas que llevo de conocerte me he dado cuenta de que aunque estás rodeada de lujos no eres una princesita fresa con la cabeza llena de aire, sino una chica con los pies bien puestos en la tierra. Cualquier otra rodeada de tantas cosas ni siquiera se hubiese preocupado por mí y tú en cambio me has ofrecido más de lo que alguna vez hubiera podido soñar.

– Pues siempre sueña muy alto, preciosa. Las mujeres como nosotras no podemos conformarnos con poco, pero siempre debemos recordar quiénes somos.

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