—¿Quién será a estas horas? —me preguntaba mientras abría la puerta.
—Keiner, el departamento de tu amiga es bastante lindo y acogedor, ¿no crees? —dijo William.
—Lo mismo pienso amigo. —dice Keiner.
—¡Valentina! ¿Dónde están mis tíos?
Tu mamá llegó aquí con un puñal lleno de sangre, quería matarme.
Yo estaba en la habitación, cuando escuché que alguien abría la puerta, pensé que eran mis tíos, estaba feliz porque según yo, habían llegado, pero cuando me acerqué y vi que era tu madre, tuve que correr a la habitación y agarrar mi maleta para huir por la ventana y salvarme de morir a manos de tu mamá, dime, ¿qué es lo que pasa? mis tíos no llegan? —le dije.
—Sólo te diré que esto sólo es el comienzo.
Tus queridos tíos, tuvieron su merecido. —me respondió.
—¿Dime dónde están ahora? —dije molesta, agarr
—Igualmente, es un gusto joven, me alegra mucho que mi sobrina tenga un amigo. —dice mi tía.—¿No serán novios? —pregunta mi tío todo serio.—"No tío", somos amigos. —le respondí a mi tío.—Bueno, porque yo no seré tu padre, pero te consideró como una hija, y antes de tener novio debes pedir permiso. —dijo mi tío.—"Cariño", yo también la veo como hija, pero no considero que deba pedirnos permiso, me conformo con que tenga un buen novio. —le dijo tía a tío.—Tío, "muchas gracias", la verdad yo se que me quieres cuidar, y no te preocupes, él es mi amigo, si tuviera una relación con alguien, se los diría, porque así como ustedes me ven como una hija, yo los veo como mis segundos padres. Y bueno, tia, te agradezco que desees eso para mi, los amo mucho a ambos. —les dije.—Y nosotros a tí te amamos. —dijeron ambos, mientras me
—Hola, hijo. —dice él padre de Enrique, al otro lado del teléfono.—Hola, padre, ¿cómo estás? —preguntó Enrique.—Mal, hijo.Pasó algo en la empresa. —dijo el padre.—¿Qué sucedió padre? —respondió Enrique.—Hijo, la empresa está en quiebra.Por favor, ven para explicarte todo en persona. —le dice el padre.—Está bien, voy a ir de inmediato. —dijo Enrique, y se retiró.Unas horas más tarde, ya en el departamento de Alexa.Estamos sentados todos en unas sillas, dándole la bienvenida a Alexa, y conociéndola.—Es un gusto conocerte Alexa. —dijo don Ramón, un señor que vive en uno de los departamentos, y los demás dijeron lo mismo.—"Gracias."—respondió ella. —desean refresco, y pan. —preguntó Alexa.—"Sí, claro" —dijeron todos.
—Disculpa, me llaman. —dice Jeferson.—Conteste, tranquilo. —le dije.—Halo, Karol, ¿cómo estás? —dijo Jeferson.—Estoy muy bien gracias, ¿y tú? —respondió ella.—Me alegro mucho, yo bien.¿A que se debe tu llamada?—Gracias, igual, es que ocupo hablar contigo, ¿cuándo puedes venir a mi casa? —dice karol.—Mañana, a las 10 a.m, ¿te parece?—preguntó él.—Sí, está bien entonces, nos vemos. —dijo ella.—Okey, chao. —dice Jeferson y corta.—Fue corta la llamada. —le dije.—Así es.Ahora sí, que es lo que ibas a decirme. —me dijo.—Es que mira, escuche a tu ex novia y a Enrique hablar, y habían quedado que entre los dos te iban a quitar dinero. —informe.—"Es enserio". —dice él.
—¿Qué fue eso por Dios? —decían todos. —Hay que descubrilo, yo voy, ustedes se quedan aquí, no se cole nadie por favor. —dijo el señor Manuel. —Fue un ruido muy fuerte. —dije a Keiner. —Señora Paula habré la puerta, ¿que sucedió? —preguntó el señor Manuel. —Voy señor Manuel. —dice ella. —¿Se encuentra usted bien? —le pregunta el señor Manuel en cuanto Paula abrió la puerta. —Sí, lo que pasa es que se cayeron unas ollas, mire. —le dijo y le indicó donde estaban. —Que susto nos pego doña Paula. —dijo el señor Manuel. —Hay me disculpan, se cayó sólo, es que tenia una encima de la otra y son varias, pero no les paso nada por que están abajo colocadas, como usted puede observar. —respondió ella. —Sí, bueno, esta bien entonces, nos vemos luego. —dijo el señor Manuel y se retiro.<
—Tú amigo te lo contará —dijo Enrique y se retiró. —Keiner, ¿qué quiso decir Enrique?–le pregunté. —Verónica, no quiero hablar con vos, me retiró a mi departamento, después hablamos, adiós —respondió Keiner, para luego retirarse, mientras yo, lo miraba muy confundida. —¿Eres Verónica la del vídeo verdad?, tienes un cuerpo lindo; sin embargo no deberías estar enseñandolo a cualquiera, ni esponiéndolo a las redes sociales, hace poco se subió y ya varios lo vieron, supe que vivías por acá, en el vídeo dice como te llamas, donde vives, y que buscas hombres para tus aventuras. —dijo un hombre que todavía se veía joven. —¿Quién eres?, ¿no entiendo lo que está pasando? —le dijo respondo sin entender sus palabras. —Me llamo Eduardo, ¿y cómo qué no sabes de lo que hablo? —dice el hombre. —Sinceramente no entiendo, lo que dices. — le respo
—Yo digo lo que quiera, y si vuelve a decir algo como lo que acabo de oír, entonces me veré obligado a acabar con usted, y como puedes ver, ya sabes como lo haría. —dice Alberto. —¿Acaso, me estás amenazando? —le preguntó el señor Manuel. —Tómalo como quieras, y tú te vas para la casa conmigo. —dijo Alberto, y agarró agresivamente a su hija Amelia. —¡Padre, suéltame por favor! —Tío, eres malo, deja a mi prima. —dice Stefani. —Stefani, Lárgate para tu casa, y no te metas en lo que no te importa. —respondió Alberto, y se llevó a su hija. Stefani se fue atrás de su tío, y de su prima. —Este hombre está loco, como se puede comportar así con su hija, por Dios, sólo porque ella quiere ser una gran escritora, además, también fue cruel con su sobrina por la misma razón. —se decía a sí mismo el señor Manuel. &nbs
—Es un aviso para los que están en los departamentos. El señor tiene que subir el precio de alquiler; sin embargo, pondrá uno que otro beneficio, eso puede provocar dependiendo de lo que quiere hacer, pérdida de inquilinos, o también puede que más bien, se mantengan en los respectivos departamentos. —dijo Samuel. —Eso es lo que me preocupa, necesito saber que beneficios quiere darle a las personas de aquí, porque si es mejor que lo que yo tengo planeado, no me funcionará. —le dice Esteban. —¿Seguimos dando las cartas a las personas de los departamentos igual? —Sí, sólo que tendremos que buscar al señor que alquila los departamentos, para hacernos pasar por personas que necesitamos un lugar donde vivir, ya que él no, nos conoce, tenemos la suerte de quedar un poco más largo de este lugar. —Eso sí. —Hola, disculpen, soy el dueño de este lugar, me l
—Prácticamente todas las personas de los departamentos, recibieron una carta ayer donde decian sobre otro lugar con departamentos, y los beneficios que daría, me interesó, así que quiero irme para allá —respondió Sandra. —¿Una carta?, ¿será posible que la puedas traer para leerla? —preguntó el señor Manuel. —¡Claro!, ya te la traigo. —dice Sandra, y se va a buscarlo en el departamento donde ella ha estado. —Hola, señor Manuel, varios inquilinos suyos, tienen que decirle algo a usted; pero depende de lo que digas en la reunión —le dice Rosa, una señora que normalmente ha sido inquilina del señor Manuel. —Señora Rosa, ya sé a que se refiere, ya que la señora Sandra me contó de una carta que le llegaron a ustedes, de hecho ella me la va a traer para leerla, porque hasta ahora me enteré de eso. —Exacto, habló de la carta, y bueno entonces se en