—¿Qué fue eso por Dios? —decían todos.
—Hay que descubrilo, yo voy, ustedes se quedan aquí, no se cole nadie por favor. —dijo el señor Manuel.
—Fue un ruido muy fuerte. —dije a Keiner.
—Señora Paula habré la puerta, ¿que sucedió? —preguntó el señor Manuel.
—Voy señor Manuel. —dice ella.
—¿Se encuentra usted bien? —le pregunta el señor Manuel en cuanto Paula abrió la puerta.
—Sí, lo que pasa es que se cayeron unas ollas, mire. —le dijo y le indicó donde estaban.
—Que susto nos pego doña Paula. —dijo el señor Manuel.
—Hay me disculpan, se cayó sólo, es que tenia una encima de la otra y son varias, pero no les paso nada por que están abajo colocadas, como usted puede observar. —respondió ella.
—Sí, bueno, esta bien entonces, nos vemos luego. —dijo el señor Manuel y se retiro.<
—Tú amigo te lo contará —dijo Enrique y se retiró. —Keiner, ¿qué quiso decir Enrique?–le pregunté. —Verónica, no quiero hablar con vos, me retiró a mi departamento, después hablamos, adiós —respondió Keiner, para luego retirarse, mientras yo, lo miraba muy confundida. —¿Eres Verónica la del vídeo verdad?, tienes un cuerpo lindo; sin embargo no deberías estar enseñandolo a cualquiera, ni esponiéndolo a las redes sociales, hace poco se subió y ya varios lo vieron, supe que vivías por acá, en el vídeo dice como te llamas, donde vives, y que buscas hombres para tus aventuras. —dijo un hombre que todavía se veía joven. —¿Quién eres?, ¿no entiendo lo que está pasando? —le dijo respondo sin entender sus palabras. —Me llamo Eduardo, ¿y cómo qué no sabes de lo que hablo? —dice el hombre. —Sinceramente no entiendo, lo que dices. — le respo
—Yo digo lo que quiera, y si vuelve a decir algo como lo que acabo de oír, entonces me veré obligado a acabar con usted, y como puedes ver, ya sabes como lo haría. —dice Alberto. —¿Acaso, me estás amenazando? —le preguntó el señor Manuel. —Tómalo como quieras, y tú te vas para la casa conmigo. —dijo Alberto, y agarró agresivamente a su hija Amelia. —¡Padre, suéltame por favor! —Tío, eres malo, deja a mi prima. —dice Stefani. —Stefani, Lárgate para tu casa, y no te metas en lo que no te importa. —respondió Alberto, y se llevó a su hija. Stefani se fue atrás de su tío, y de su prima. —Este hombre está loco, como se puede comportar así con su hija, por Dios, sólo porque ella quiere ser una gran escritora, además, también fue cruel con su sobrina por la misma razón. —se decía a sí mismo el señor Manuel. &nbs
—Es un aviso para los que están en los departamentos. El señor tiene que subir el precio de alquiler; sin embargo, pondrá uno que otro beneficio, eso puede provocar dependiendo de lo que quiere hacer, pérdida de inquilinos, o también puede que más bien, se mantengan en los respectivos departamentos. —dijo Samuel. —Eso es lo que me preocupa, necesito saber que beneficios quiere darle a las personas de aquí, porque si es mejor que lo que yo tengo planeado, no me funcionará. —le dice Esteban. —¿Seguimos dando las cartas a las personas de los departamentos igual? —Sí, sólo que tendremos que buscar al señor que alquila los departamentos, para hacernos pasar por personas que necesitamos un lugar donde vivir, ya que él no, nos conoce, tenemos la suerte de quedar un poco más largo de este lugar. —Eso sí. —Hola, disculpen, soy el dueño de este lugar, me l
—Prácticamente todas las personas de los departamentos, recibieron una carta ayer donde decian sobre otro lugar con departamentos, y los beneficios que daría, me interesó, así que quiero irme para allá —respondió Sandra. —¿Una carta?, ¿será posible que la puedas traer para leerla? —preguntó el señor Manuel. —¡Claro!, ya te la traigo. —dice Sandra, y se va a buscarlo en el departamento donde ella ha estado. —Hola, señor Manuel, varios inquilinos suyos, tienen que decirle algo a usted; pero depende de lo que digas en la reunión —le dice Rosa, una señora que normalmente ha sido inquilina del señor Manuel. —Señora Rosa, ya sé a que se refiere, ya que la señora Sandra me contó de una carta que le llegaron a ustedes, de hecho ella me la va a traer para leerla, porque hasta ahora me enteré de eso. —Exacto, habló de la carta, y bueno entonces se en
—¿Muy bien, y ustedes como están?¿sucede algo tía? —¡Estamos bien! sin embargo, necesitamos que vengas porque conocimos a un muchacho, y pensamos tu tío y yo que es perfecto para vos. —¿Qué?, no puede ser, ¿y hace cuanto lo conocen? —Lo conocemos desde que tenía 5 años; ahora el chico es dueño de una editorial, sus padres murieron hace 3 años, y bueno su papá era el dueño de la editorial, se la dejó como herencia a su hijo. Como a vos te gusta dibujar para historias de escritores, o futuros escritores, pensamos que si tienes oportunidad con él, puedes trabajar en esa editorial, además vivirias con nosotros, ya que la editorial queda como a una hora de aqui. —¡Dios mío!, justamente hoy. Lo siento tía no iré, ya tengo novio prácticamente, bueno luego les cuento a vos y a mi tío sobre eso, porque hoy hace unos minutos pasó. —¿Cóm
—Bueno, mucho amor hay por aqui —dijo Sabrina e hizo que Keiner me soltara. —Sabrina, ¿porqué hiciste eso? —¿Porque hice que Keiner? —Me separaste de los brazos de Verónica. —Sólo no quería ver tanto afecto ante mis ojos. —Sabrina, es un gusto en conocerla —le dije. —Disculpa; pero para mí no es ningún gusto en conocerte. Asi que mejor me voy. —¿Qué te pasa Sabrina?, ¿por qué eres grosera con Verónica. —No me pasa nada, sólo me quiero ir, ¡adiós! —dice Sabrina y sale del departamento. —Lo siento mucho Verónica, no sé lo que le pasa a Sabrina. —No te preocupes, y yo creo saber lo que le sucede. —¡De verdad! ¿y qué es? —A mí me parece que esa chica gusta
—Disculpe joven, estaba distraída —dijo Sabrina. —Tranquila, yo también estaba distraído, si no me equivoco eres Sabrina, ¿verdad? —preguntó Enrique. —Sí; pero yo no sé tu nombre y veo que tú sabes el mío. —Logré verte, cuando estabas buscando un departamento con el señor Manuel. Y él te llamaba por tu nombre. —Entiendo y dime, ¿cómo te llamas? —Mi nombre es Enrique, ¿podemos ser amigos? —¡Claro que sí!, mucho gusto Enrique. —Igual un gusto Sabrina —Ambos se dan la mano. —Enrique, apenas te estoy conociendo, y siento que muy dentro de vos, te pasa algo, si quieres me puedes contar. —Te contaré, ya que ahora somos amigos; pero no te lo diré aqui, mejor vamos a mi departamento. —Esta bien, vamos —le respondió ella y fueron hasta el departamento.
—Hola, ¿cómo está señora Elena?, le escribo a usted porque su esposo no me ha respondido lo que le dije. Resulta que me junté y necesito un departamento más grande, ya que ella viene con su mamá quien es una señora mayor, además también estará el hermano menor de ella, que es una persona con discapacidad, está en silla de ruedas; porque tuvo un accidente, que le hizo perder una de sus piernas. Por favor, quiero saber, ¿qué posibilidad hay que tenga un departamento más grande?, avíseme que dijo su esposo, gracias —decía el mensaje de Jairo, uno de los señores que vivía en uno de los departamentos. —Amor, el señor Jairo me dice que no le has respondido lo que te dijo. —Así, yo leí el mensaje, sólo que después me llamaron y se me olvido responder, ahora le respondo —dice, y sigue hablando con la señora por celular. —Okey, voy a decirle entonces. En el apartamento Keiner conversa conmigo.