—Es un aviso para los que están en los departamentos. El señor tiene que subir el precio de alquiler; sin embargo, pondrá uno que otro beneficio, eso puede provocar dependiendo de lo que quiere hacer, pérdida de inquilinos, o también puede que más bien, se mantengan en los respectivos departamentos. —dijo Samuel.
—Eso es lo que me preocupa, necesito saber que beneficios quiere darle a las personas de aquí, porque si es mejor que lo que yo tengo planeado, no me funcionará. —le dice Esteban.
—¿Seguimos dando las cartas a las personas de los departamentos igual?
—Sí, sólo que tendremos que buscar al señor que alquila los departamentos, para hacernos pasar por personas que necesitamos un lugar donde vivir, ya que él no, nos conoce, tenemos la suerte de quedar un poco más largo de este lugar.
—Eso sí.
—Hola, disculpen, soy el dueño de este lugar, me l
—Prácticamente todas las personas de los departamentos, recibieron una carta ayer donde decian sobre otro lugar con departamentos, y los beneficios que daría, me interesó, así que quiero irme para allá —respondió Sandra. —¿Una carta?, ¿será posible que la puedas traer para leerla? —preguntó el señor Manuel. —¡Claro!, ya te la traigo. —dice Sandra, y se va a buscarlo en el departamento donde ella ha estado. —Hola, señor Manuel, varios inquilinos suyos, tienen que decirle algo a usted; pero depende de lo que digas en la reunión —le dice Rosa, una señora que normalmente ha sido inquilina del señor Manuel. —Señora Rosa, ya sé a que se refiere, ya que la señora Sandra me contó de una carta que le llegaron a ustedes, de hecho ella me la va a traer para leerla, porque hasta ahora me enteré de eso. —Exacto, habló de la carta, y bueno entonces se en
—¿Muy bien, y ustedes como están?¿sucede algo tía? —¡Estamos bien! sin embargo, necesitamos que vengas porque conocimos a un muchacho, y pensamos tu tío y yo que es perfecto para vos. —¿Qué?, no puede ser, ¿y hace cuanto lo conocen? —Lo conocemos desde que tenía 5 años; ahora el chico es dueño de una editorial, sus padres murieron hace 3 años, y bueno su papá era el dueño de la editorial, se la dejó como herencia a su hijo. Como a vos te gusta dibujar para historias de escritores, o futuros escritores, pensamos que si tienes oportunidad con él, puedes trabajar en esa editorial, además vivirias con nosotros, ya que la editorial queda como a una hora de aqui. —¡Dios mío!, justamente hoy. Lo siento tía no iré, ya tengo novio prácticamente, bueno luego les cuento a vos y a mi tío sobre eso, porque hoy hace unos minutos pasó. —¿Cóm
—Bueno, mucho amor hay por aqui —dijo Sabrina e hizo que Keiner me soltara. —Sabrina, ¿porqué hiciste eso? —¿Porque hice que Keiner? —Me separaste de los brazos de Verónica. —Sólo no quería ver tanto afecto ante mis ojos. —Sabrina, es un gusto en conocerla —le dije. —Disculpa; pero para mí no es ningún gusto en conocerte. Asi que mejor me voy. —¿Qué te pasa Sabrina?, ¿por qué eres grosera con Verónica. —No me pasa nada, sólo me quiero ir, ¡adiós! —dice Sabrina y sale del departamento. —Lo siento mucho Verónica, no sé lo que le pasa a Sabrina. —No te preocupes, y yo creo saber lo que le sucede. —¡De verdad! ¿y qué es? —A mí me parece que esa chica gusta
—Disculpe joven, estaba distraída —dijo Sabrina. —Tranquila, yo también estaba distraído, si no me equivoco eres Sabrina, ¿verdad? —preguntó Enrique. —Sí; pero yo no sé tu nombre y veo que tú sabes el mío. —Logré verte, cuando estabas buscando un departamento con el señor Manuel. Y él te llamaba por tu nombre. —Entiendo y dime, ¿cómo te llamas? —Mi nombre es Enrique, ¿podemos ser amigos? —¡Claro que sí!, mucho gusto Enrique. —Igual un gusto Sabrina —Ambos se dan la mano. —Enrique, apenas te estoy conociendo, y siento que muy dentro de vos, te pasa algo, si quieres me puedes contar. —Te contaré, ya que ahora somos amigos; pero no te lo diré aqui, mejor vamos a mi departamento. —Esta bien, vamos —le respondió ella y fueron hasta el departamento.
—Hola, ¿cómo está señora Elena?, le escribo a usted porque su esposo no me ha respondido lo que le dije. Resulta que me junté y necesito un departamento más grande, ya que ella viene con su mamá quien es una señora mayor, además también estará el hermano menor de ella, que es una persona con discapacidad, está en silla de ruedas; porque tuvo un accidente, que le hizo perder una de sus piernas. Por favor, quiero saber, ¿qué posibilidad hay que tenga un departamento más grande?, avíseme que dijo su esposo, gracias —decía el mensaje de Jairo, uno de los señores que vivía en uno de los departamentos. —Amor, el señor Jairo me dice que no le has respondido lo que te dijo. —Así, yo leí el mensaje, sólo que después me llamaron y se me olvido responder, ahora le respondo —dice, y sigue hablando con la señora por celular. —Okey, voy a decirle entonces. En el apartamento Keiner conversa conmigo.
—¡Ayúdeme por favor! Sabrina se ha desmayado —pidió Keiner al señor Manuel. —¿Cómo, que sucedió? —pregunta el señor Manuel. —La verdad no sé, estábamos hablando y de repente ella cayó al suelo. —¿Le acercaste el alcohol, haber si reaccionaba? —Sí, pero nada. —Llamaré a una ambulancia. —Okey, se lo agradezco señor Manuel. —De nada, es algo que cualquiera debería hacer. —Enrique, ¿cómo estás? —dice una joven. —Perdón, ¿quién eres? —preguntó Keiner. —¿No te recuerdas de mi?, soy Beatriz. —Beatriz, de verdad, ¡no lo puedo creer! —respondió Keiner y luego la abraza. —Desde que teníamos 14 años, no, nos veíamos —dijo ella, también correspondiendo al abrazo
—Sí, tuve la oportunidad de hablar con ella; pero la mala noticia es que Sabrina murió. —¿Qué, acaso me estás bromeando? —le pregunta sorprendido Keiner. —No es ninguna broma, es muy en serio; ella lamentablemente partió de este mundo, sufrió un paro cardíaco. Por cierto, el señor Manuel fue el que llamó la ambulancia para que se llevaran a Sabrina, bueno no estuvo conmigo en el hospital; pero si llamo a emergencias. Ayer fue lo sucedido con ella, sólo que hasta hoy me dijeron que murió por un paro cardíaco. —No lo puedo creer. La chica que fue mi amiga, ha muerto, esto es increíble. —responde Keiner y en su rostro se logra ver tristeza, y unas lágrimas amenazando con salir. —¡Por Dios! Sabrina murió. Esta es una mala noticia. —dije sorprendida. —Te agradezco por avisarme. —De nada, por cierto, debes ir al hospital, ya
—Gracias, mi amor, porque aceptaste ser mi esposa, no te imaginas lo feliz que me siento, saber que estaremos juntos por el resto de nuestras vidas, esto es y será lo mejor que me a pasado en la vida. —me dice Keiner.—Más bien, gracias a ti, por amarme y enseñarme que el amor también era para mi. —le dije y lo abrace.—Definitivamente esto es difícil; sin embargo estoy feliz por ustedes dos. —dijo mi tío.—Yo ni para que cariño, nuestra sobrina que es como hija para nosotros al fin va a casarse y tendrá a su lado un hombre que realmente la ama. —dice mi tía.—Así como yo te amo a ti, él debe amar a nuestra sobrina, o incluso más. —dijo mi tío y luego le dio un beso a mi tía.—Tienes raz&o