NARRADORMientras los días para la reapertura de Tentaciones, algo muy esperado por sus clientes fijos llegaba, su dueño tenía sentimientos encontrados al respecto. El club era su sustento y aún tenía facturas que pagar así como también algunas cuotas del préstamo que había pedido al banco para la ampliación del lugar. No entendía en qué momento todo lo que tan bien estaba se fue al infierno. Los padres de Apolo se habían enterado de la situación y aunque ya habían dejado la administración del club para relajarse y disfrutar, sabían que debían volver para apoyar en lo que fuera necesario. Aunque su hijo tenía ideas estupendas que ellos jamás consideraron, confiaban en su buen juicio, pero ahora con un delincuente suelto que operaba allí dentro era muy complicado. Ramiro, el padre de Apolo, había tenido que lidiar con varias personas incrédulas. Las prácticas sexuales que se relacionan con dominación y sumisión no son muy conocidas. Quién no las practicaba solo creía que se trataba d
NARRADORGery estaba al fin sintiendo que pronto acabaría aquella pesadilla, Guillermo había cumplido su palabra de hacer todo lo que en sus manos estuviera para así poder ayudarla. Aún el sitio web estaba siendo investigado y solo bastaba que ese enfermo tuviera alguna actividad para poderlo rastrear. Todos los otros vídeos solo confirmaban que él estaba en la ciudad pero sin su dirección IP era imposible precisar ni por aproximación la zona en que se encontraba. Guillermo también estaba buscando por reconocimiento facial a la primera víctima que fue la única que tuvo voluntad para elegir no estar con ese tipo, pero no había resultados. Imaginaba que no tenía redes sociales, lo cual era muy extraño. En Tentaciones, mientras tanto, los agentes que estaban de encubierto estaban trabajando buscando pistas sobre el violador. Uno de los oficiales llamó a alguien más para poder recuperar las huellas dactilares en la puerta lateral. Esas podrían examinarlas con las de otros delincuentes
Todo parecía ir en dirección al desastre entre Jimena Fernández y Santiago Sánchez. Los dos se veían retadores y estaban lo suficientemente cerca para comenzar una lucha cuerpo a cuerpo. Sánchez era incapaz de golpear a una mujer, pero Jimena prefería no confiar en nadie. En la jefatura, como fue una de las últimas oficiales en llegar, debió hacer distintos trabajos. La enviaron a caminar por calles casi desiertas, después la enviaron a lugares peligrosos acompañada de algunos oficiales insoportables. Ella odiaba trabajar en equipo y era algo que debía corregir, no siempre podría estar sola. Ella había golpeado a una de las oficiales que le habían asignado como su pareja. Lo mismo sucedió algunas veces más, pero era muy buena y también ayudaba en los retratos hablados de víctimas. Nadie la despediría por eso, pero eso no quitaba que se metiera en problemas por su pésimo carácter. El uniforme demostraba que tenía una pequeña cintura, un trasero que parecía estar firme y en su sitio, p
Santiago fue al baño y allí se hizo la misma pregunta que Jimena, ¿Qué acababa de suceder? Lo que más lo perturbaba era haber sentido la suavidad de su piel y el sabor de su boca, maldita sea quería continuar. Salió del baño y Jimena observó que él se había quitado las marcas de labial. Cuando él se acercó a la cama, ella se levantó de un salto y fue al baño, necesitaba recomponerse. Aún estaba confundida y quería golpear su cabeza contra la pared, ¿Cómo se le ocurría ponerse a beber? Definitivamente Sánchez, aunque muy serio a simple vista, era una persona de cuidado. En minutos la había llevado al cuarto, le había robado el aliento y casi le había sacado la camiseta. Salió del baño y lo enfrentó con entereza. Santiago creyó que ella le diría algo un poco más halagador, o tal vez que quisiera olvidar lo sucedido pidiéndolo con sutileza, falso. -Me llamó Guillermo, tu esposa te está buscando- Aquello acabó con toda la magia y la realidad lo golpeó con fuerza, ni emborrachándose olv
Uno a uno los empleados comenzaron a dar respuestas negativas, ninguno conocía a ese hombre, pero había quienes juraban haberlo visto, así como Apolo, el único problema es que no sabían dónde. El gran problema era descubrir como ese desconocido pudo obtener las llaves que guardaba con tanto cuidado. Estaba abierto a las sugerencias e ideas, pero sus empleados no tenían demasiadas a excepción de los encargados de seguridad. Los más antiguos le tenían gran cariño a la familia de Apolo. Habían trabajado y compartido momentos con ellos, sabían lo injusto que era que pudieran perder el trabajo de toda su vida por un degenerado. Había quienes tenían trabajos diurnos, pero el mejor pago era Tentaciones, por lo que no podían perder esa magnífica fuente de ingresos para sus hogares. -Apolo tiene que haber una explicación lógica. Los que te conocemos sabemos que eres muy responsable, incluso más cuidadoso que tus padres. Yo estuve pensando demasiado en esto y creo que tal vez hemos estado bus
Bernard había llegado a casa y dónde creyó que estaba su esposa no encontró a nadie. -¡Maldita sea!- Gritó a la nada y le dió un puñetazo a la pared Buscó algo que pudiera hacerlo llegar a su ubicación, ella no podía irse, no podía dejarlo. Si Monique llegaba a solicitarle el divorcio tendría que pagar una buena suma de dinero y dar muchas explicaciones que solo lo perjudicarían aún más. En la habitación vio que no había ni rastros de su esposa. Ella no había dejado ni un solo perfume, se había llevado todo, cada una de sus cosas. Tampoco estaban las fotos que ella guardaba y todo indicaba que no consideraba volver. Monique había ignorado sus mensajes y llamadas, ¿Por qué lo hizo? Cuando él se fue y ella se quedó en casa para sus vacaciones había estado entre los dos todo bien. Comenzó a pensar que podría suceder con ella y las preguntas no dejaban de deambular por su mente a un ritmo demasiado apresurado "¿Se fue para no regresar? ¿Viajó con la idea de divorciarse de mi? ¿Cómo di
Sánchez profería soportar el mal genio de Jimena y no tener que ir a su casa. No quería enfrentarse a su esposa, aún no se sentía listo para eso. Sabía que ella le negaría absolutamente todo aunque la confrontara con las pruebas que tenía en su contra. No entendía como pudo ser tan estúpido, mucho menos como ella pudo engañarlo así. La oficial Fernández sentía la rabia creciendo en su interior con el oficial y también con ella misma. Jamás había logrado arrepentirse tanto antes, nunca el alcohol la había empujado a caer en el juego de seducción de alguien, mucho menos de un hombre así. Sánchez era atractivo, pero también un estúpido que fácilmente podía merecer un premio. Las pocas mujeres que trabajaban en la jefatura veían que la esposa de él no tenía ninguna clase de valor, mucho menos merecía respeto, pero el la defendía a capa y espada. Jimena odiaba ese tipo de hombres totalmente dominados y cegados por una mujer, aunque también hubo varias veces que lo analizó en silencio por
Bernard aún seguía buscando a Monique. Lo que la vecina de Gery le había dicho aún le generaba demasiadas dudas. Él sabía que ella no era lesbiana, tal vez esa mujer era muy anticuada y ante una demostración de afecto había malinterpretado la amistad que tenían. Aunque buscó en las estaciones de policía, hoteles, hospitales y en cada lugar que se le ocurrió no supo de ella. La gran ciudad parecía haberla desaparecido. La llamó en más de una oportunidad sin éxito, ella no podía dejarlo. Con el paso de los días se convencía de que aquel enojo pasajero no lo era tanto. No recordaba una sola vez en que ella lo ignorara de tal forma, siempre fue más bien ingenua y con el tiempo que le robaba su empleo no tenía la posibilidad de estar tan atenta a lo que él hacía. ¿Cómo fue que ella se enteró? Alguien tuvo que decirle...Su esposa lo llamaba y reclamaba su presencia. No podía ignorarla porque ella si tenía carácter, el que le faltaba a Monique y hasta más para donarle. Era una mujer basta