Capítulo 2
—Manuel.

Al escucharme llamarlo así de repente, se quedó desconcertado.

Le conté la verdad, y al instante Manuel me tumbó sobre la cama.

—Amor, ¿es porque anoche no dormí contigo que ya no somos cercanos?

Como siempre, le gustaba bromear así conmigo.

—Amor, perdóname. En adelante te atenderé en la cama todos los días, hasta que estemos muy, muy cercanos.

Palabras que antes me parecían íntimas, hoy me provocaban náuseas y escalofríos.

Cuando se quitó la camisa, vi la marca de un beso en su pecho.

Durante nuestros momentos íntimos, nunca me permitió dejarle marcas, diciendo que era adulto y no le iban esas cosas. Qué ridículo. Hoy me doy cuenta de que dependía de la persona.

Al momento siguiente, tocó mi tobillo.

Un dolor desgarrador recorrió mi tobillo. Lo empujé con fuerza mientras las lágrimas brotaban, no sé si por asco o por dolor.

—¡Suéltame!

Manuel, medio desvestido, bajó la mirada y al ver mis lágrimas, mostró preocupación:

—Amor, ¿estás enferma?

—El pie.

Desde que entró hasta ahora, mi yeso era muy evidente, pero recién lo notaba.

Su expresión cambió instantáneamente.

—¿Qué pasó con tu pie? ¿Cómo es que no me avisaste que estabas herida?

Parecía haber olvidado completamente que me empujó por las escaleras para ir tras su primer amor, fracturándome la pierna.

Su preocupación parecía una broma, y no quise recordárselo.

—Amor, solo fue una noche que no estuve contigo y mira cómo acabaste. ¡Sin mí estarías perdida!

Limpió mis lágrimas con ternura y fue a servirme agua.

—¡Pobrecita! Tu llanto me rompe el corazón.

Mirando su espalda y sintiendo el dolor en mi tobillo, esbocé una sonrisa amarga.

Durante nueve años me había cuidado meticulosamente. Nunca imaginé una vida sin él.

Pero en esos nueve años, ¿cuántos segundos Manuel me cuidó sinceramente, y no solo fingiendo mientras pensaba en Camila?

Esta relación me provocaba náuseas, como haber comido una mosca.

Esa noche dije que me dolía el pie y me fui a dormir al cuarto de invitados. Él me abrazó bajo las sábanas.

Lo aparté, y cuando intentó acercarse de nuevo, su teléfono se iluminó.

—Amor, mi amigo está deprimido, voy a charlar con él un rato.

Manuel se fue al estudio.

Mientras revisaba las redes sociales, vi que uno de los amigos de Manuel había publicado:

[Definitivamente es mi Camila, ¡capaz de sacar a alguien directamente de los brazos de su amante!]

Le di "me gusta" a esa publicación y apagué la luz para dormir.

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