Al día siguiente, la fiesta de bienvenida para Camila fue grandiosa. Manuel apareció llevándome de la mano, siendo atento conmigo todo el tiempo, provocando que todos alrededor comentaran lo mucho que me consentía.

Pero cuando Camila se retiró repentinamente con aire afligido, Manuel me empujó de las escaleras y corrió tras ella preocupado.

Me fracturé el tobillo y los fragmentos de una botella de vidrio atravesaron mi carne. En ese lugar tan lleno, nadie me dirigió ni una mirada. Cuando logré arrastrarme hasta la entrada, dejando un rastro de sangre, fue el guardia de seguridad quien llamó a una ambulancia por mí.

Al regresar del hospital a casa, abrí una caja en su librero que nunca me había permitido tocar.

Dentro había un grueso montón de fotos íntimas de él con Camila.

Inmediatamente llamé a mi hermana en el extranjero.

—Valentina, acepto el matrimonio arreglado que la familia me propone. ¡Organícenlo ustedes!

—Liana, ¿alguien te ha lastimado?

Valentina acababa de despertar, pero de pronto se puso alerta, su voz transmitía preocupación.

Con el tobillo y el corazón doliendo, solté una risita fingiendo que todo estaba bien.

—Solo creo que tienes razón, la familia no me haría daño. ¡Seguro que el candidato que elijan será el mejor!

Valentina finalmente respiró aliviada, con tono animado dijo:

—Tonta hermanita, por fin entendiste. Entonces regresa primero para conocer a la persona y luego hablamos del compromiso...

Interrumpí a Valentina y dije directamente:

—No hace falta conocernos antes. Compromiso, boda, que la familia lo arregle todo. ¡Regreso en una semana!

Valentina se alegró:

—Valentina se asegurará de que todo esté perfecto. Por cierto, ¿has visto a Manuel últimamente? Seguro está feliz porque su primer amor ha regresado al país. Si lo ves, dile de paso que venga a tu fiesta de compromiso, ¡para que él y su primer amor tengan buena suerte también!

Me quedé paralizada.

Así que Valentina también sabía del primer amor de Manuel. Con razón Manuel siempre me pidió que ocultara nuestra relación a Valentina.

En aquel entonces bromeó: "Me metí con la hermana de mi mejor amigo, ¡realmente temo que tu hermana me mate!"

De repente sentí como si me hubieran clavado un puñal en el corazón, sangrando profusamente.

—Valentina, no lo molestes, apenas hemos hablado dos veces, no somos cercanos.

Al segundo siguiente la puerta se abrió. Apenas dejé el teléfono cuando Manuel me abrazó por detrás.

Instintivamente se acercó a mi oído:

—¿Con quién no eres cercana?