"¿Será posible que los Montero también tengan alguien con sangre RH negativo y quieran 'reservarme' como su banco de sangre permanente?Desde pequeña, mi peculiar ambiente familiar me hizo entender la naturaleza humana y experimentar sus matices más oscuros.Si mi propia familia fue tan despiadada conmigo, ¿por qué extraños querrían ser tan amables? Y yo, ingenua, pensando que era simple buena suerte haber encontrado personas generosas.Recordando la cena en Casa Montero, con las respuestas ambiguas de la señora Montero... cada vez estoy más convencida de que los Montero tienen segundas intenciones conmigo.Además, Antonio me advirtió que los Montero son peligrosos, que no soy ningún rival para Lucas.¿Acaso él sabe algo que yo no?Mientras más lo pienso, más me aterro, incluso me da escalofríos pensar en las veces que fui sola a Casa Montero.¡Qué suerte la mía!Ese complejo de edificios perdido entre las montañas, tan grande que cualquier extraño se perdería... si hubieran querido ha
Lucas, sin embargo, rechazó la propuesta —No tengo ninguna prisa. Si mañana no tienes tiempo, podemos entonces acordar otra fecha.—Pero calculo que no tendré tiempo próximamente… Si mi hermana fallece, definitivamente estaré ocupado por un buen tiempo. Para no entorpecerte, mejor dejaré que mi asistente se comunique contigo.Me mostré muy sincera y cortés, pensando que no lo ofendería.Pero él no era tonto en absoluto y detectó algo extraño entre mis palabras. Directo como siempre, preguntó: —María, ¿por qué de repente te vuelves tan distante y formal? Con tanto cumplido y evitándome —¿Hice algo malo yo o mi familia que te molestara?No andaba con rodeos.Me quedé paralizada, trabada, sin saber qué responder.Lucas, con paciencia, agregó: —Si no fuimos suficientemente considerados, puedes decírmelo directamente.—No, no... Al contrario, fueron demasiado considerados, por eso yo... —Me detuve, aterrorizada.No me atreví a continuar, temiendo revelar algo sin querer y exponerme peligros
Si bien esto era lo que me imaginaba y lo que buscaba, igual me duele el corazón.La imagen de Lucas sigue dando vueltas en mi cabeza. Aunque llevamos poco tiempo de conocernos, tengo grabados cada uno de sus gestos, sus sonrisas y esa manera tan elegante de moverse.Me quedé un rato sumida en la tristeza, pero cuando vi la hora me tuve que sacudir la pena, agarrar mis cosas y salir corriendo al hospital.Enfrentarme a los Navarro iba a ser otro dolor de cabeza. En este momento no tengo cabeza para asuntos del corazón, mejor dejo que el tiempo se encargue de borrarlos.Cuando llegué al hospital, vi que Mariano y Carmen ya andaban sueltos, seguro por las influencias de Antonio.Isabel, tal como me habían dicho, estaba hecha un desastre.La tenían en cuidados intensivos, conectada a un montón de aparatos, enredada entre cables y tubos, con una sonda de oxígeno en la nariz, amarilla como un limón y con la mirada apagada.Al verme entrar, volteó la cabeza despacito y me clavó una mirada ll
Seguramente él ya sabía cómo era Isabel en realidad, pero había tomado una decisión equivocada y para no quedar mal, aunque supiera su error, tenía que mantener su postura.Pero ahora que Isabel lo admitía en su cara, ni siquiera se molestaba en disimular, prácticamente lo había dejado en ridículo... ¿cómo no iba a estar incómodo y avergonzado?Isabel estaba al borde de la muerte y sabiendo que le quedaba poco tiempo, demostró que no tenía ni una pizca de vergüenza.Extendió la mano y dijo con arrogancia:—Dame la pulsera, ya firmaste los papeles de las acciones, ¿o piensas echarte para atrás?Yo sostuve la pulsera mientras la miraba fríamente, sin responder.Isabel volteó hacia Antonio y le rogó con voz débil:—Antonio... ven a buscar la pulsera por mí, ayúdame a ponérmela.Con dificultad levantó la mano que no tenía el suero y la extendió hacia Antonio, esperando en silencio.Antonio me miró y yo le devolví la mirada, curiosa por ver si seguiría defendiéndola.Como era de esperarse, vo
Isabel se alteró tanto que empezó a toser violentamente antes de terminar de hablar.Las máquinas empezaron a sonar y Antonio corrió a darle palmaditas en la espalda:—Isabel, estás muy débil, no hables más.—¡No me toques! —Isabel apartó a Antonio de un manotazo y me miró con una sonrisa maliciosa —María, tú y tu madre pagaron por sus maldades, mira a tu madre... tan joven y... *cof* *cof*Apenas pudo decir unas palabras cuando volvió a toser violentamente, parecía que se había ahogado y no podía recuperar el aliento.Antonio, con el rostro sombrío, volvió a acercarse para ayudarla:—Isabel, te dije que no hablaras, tu salud es lo importante. Ya conseguiste lo que querías, ¿no es suficiente?La última frase la dijo con evidente enojo, alzando la voz.Isabel cambió de expresión y apartó su mirada de mí para ver a Antonio con incredulidad:—Antonio... ¿me... me estás gritando?Antonio, conteniendo su temperamento, explicó:—No, solo me preocupo por ti.—¿Te preocupas por mí? Lo que pasa es
Isabel lloraba desconsolada cuando de repente, como si algo se le hubiera cruzado por la mente, soltó a Antonio y se arrancó la pulsera ——¡Antonio, ya no voy a competir con ella, no quiero nada más, ni siquiera esta pulsera! ¡Solo te quiero a ti, solo quiero que estés conmigo...!Antes de terminar la frase, levantó la pulsera y la arrojó con fuerza hacia mis pies.¡Todos quedaron paralizados!Me sobresalté y por instinto me agaché para atraparla, pero fue imposible.La pulsera golpeó el suelo con un estruendo y se hizo añicos, ¡los pedazos volaron por todas partes!—¡Isabel! —rugió Antonio furioso al ver la escena.Me quedé medio agachada, mirando los fragmentos de la pulsera, como si me hubiera congelado.Isabel se quedó inmóvil, quizás aturdida por ver la pulsera destrozada o asustada por el grito de Antonio.Lentamente levanté la mirada.La fulminé con unos ojos tan llenos de furia que podrían haberla incinerado.Antonio, después de su momento de shock, se acercó rápidamente con el
Antonio se mantuvo impasible, ni siquiera la miró, actuando como si nada de esto le afectara.—¡Antonio! ¿¡Te has quedado sordo!? —Isabel comenzó a perder el control, lanzándole cualquier cosa que encontraba en la mesita de noche.—¡Isabel, Isabel... detente! —gritó Carmen asustada al ver que su hija se había arrancado incluso la vía intravenosa.Después de esquivar un par de cosas, Antonio por fin reaccionó.Con expresión neutral y tono frío dijo:—Si tanto la quieres, quítasela tú. Tengo cosas que hacer, me voy.No se puede negar que Antonio tenía temple para las grandes decisiones: cuando tomaba una determinación, era directo y definitivo.Igual que hace un mes, cuando decidió dejarme para casarse con Isabel, resistió toda la presión y fue implacable conmigo.Y ahora que había visto cómo era Isabel realmente, decidió abandonarla sin mirar atrás, sin importarle su destino.Por fin Isabel probaba el mismo sabor amargo del abandono que yo conocía.Se lo había buscado ella misma.Antonio
Aunque confío en mi experiencia profesional, no soy buena manejando empleados, así que estos días han sido agotadores y estresantes, con una presión inmensa.Al atardecer, mientras miraba por la ventana y me preparaba para irme, me llamó Sofía.—¿Dónde andas? —preguntó con tono relajado.—En la oficina, trabajando extra —respondí sin energía.—¿Estás loca? ¿Un fin de semana y en vez de relajarte estás trabajando?—Ahora todo depende de mí y aún no me siento firme, no puedo darme el lujo de relajarme.Especialmente desde que mis amigas invirtieron en la empresa, la presión es mayor porque temo que por una mala gestión pierdan su dinero.—Ya, sal de ahí, ¡te tengo preparada una sorpresa que te va a encantar!—¿De qué hablas?—No preguntes tanto, te mandé la dirección por WhatsApp, ¡ven rápido!Sofía era directa: colgó y me mandó la ubicación, insistiendo otra vez "¡date prisa!"Vi que era un club de entretenimiento que ofrecía de todo: comida, bebida y diversión.Pensando que de todas fo