Capítulo 74
Isabel lloraba desconsolada cuando de repente, como si algo se le hubiera cruzado por la mente, soltó a Antonio y se arrancó la pulsera —

—¡Antonio, ya no voy a competir con ella, no quiero nada más, ni siquiera esta pulsera! ¡Solo te quiero a ti, solo quiero que estés conmigo...!

Antes de terminar la frase, levantó la pulsera y la arrojó con fuerza hacia mis pies.

¡Todos quedaron paralizados!

Me sobresalté y por instinto me agaché para atraparla, pero fue imposible.

La pulsera golpeó el suelo con un estruendo y se hizo añicos, ¡los pedazos volaron por todas partes!

—¡Isabel! —rugió Antonio furioso al ver la escena.

Me quedé medio agachada, mirando los fragmentos de la pulsera, como si me hubiera congelado.

Isabel se quedó inmóvil, quizás aturdida por ver la pulsera destrozada o asustada por el grito de Antonio.

Lentamente levanté la mirada.

La fulminé con unos ojos tan llenos de furia que podrían haberla incinerado.

Antonio, después de su momento de shock, se acercó rápidamente con el
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