Capítulo 426
Al ver la maleta de viaje en el sofá, me apresuré a decir:

—No olvides llevarte la ropa.

—La dejaré aquí, de todos modos vendré a pasar la noche tarde o temprano —respondí con naturalidad.

—Mis condiciones aquí no son buenas, no te obligues a pasar incomodidades —le devolví sus propias palabras.

—Cualquier lugar donde estés tú, por malas que sean las condiciones, es un paraíso —me lanzó otra frase cursi mientras se dirigía a la puerta y se cambiaba los zapatos.

Apreté los labios, entre sonreír y no hacerlo.

Cuando abrió la puerta y vi que estaba por irse, me acerqué espontáneamente para abrazarlo.

—Ten cuidado al conducir.

—Sí —me levantó la barbilla con una mano y se inclinó para besarme con ternura y cariño—. Y tú acuéstate temprano.

—Está bien, adiós.

Nos besamos una vez más antes de que me soltara y se marchara. Retrocedí y cerré la puerta.

Puppy estaba a mi lado, levantando la cabeza ladeada, mirándome sin entender.

Parecía preguntar: ¿Se fue otra vez?

Bajé la mirada hacia el perr
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