Capítulo 43
Después de escuchar la descripción del subastador, me convencí aún más de que ese era el brazalete de mi madre — había salido del circuito de antigüedades de Altamira, inicialmente subestimado en su valor hasta que un experto reconoció su verdadero precio, y ahora aparecía en esta subasta.

—Brazalete de perlas, precio inicial: doscientos mil —anunció el subastador.

Tan pronto como terminó de hablar, alguien levantó su paleta:

—Doscientos cincuenta mil.

—Trescientos mil.

—Trescientos cincuenta mil.

Me mantuve tranquila, sin hacer ofertas, observando cómo se desarrollaba todo.

Pero inesperadamente, Isabel levantó su paleta:

—¡Quinientos mil!

Se produjo un pequeño revuelo, todos voltearon a mirarlos.

Mi corazón dio un vuelco, sabía que esa hipócrita estaba empezando a jugar sus cartas.

—Quinientos mil a la una, quinientos mil a las dos, quinientos mil...

Antes de que el subastador terminara, finalmente hice mi movimiento:

—Seiscientos mil.

Isabel se volteó a mirarme sorprendida, pero la i
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