Capítulo 134
—¡No me voy! ¡Quiero ver su patética cara cuando esté arruinada! Antes me arrodillé suplicándole por Isabel y ni se inmutó. ¡Hoy haré que se arrodille y me suplique! ¡Si no, la enviaré a prisión!

La puerta se abrió de golpe mientras entraba con una risa fría:

—Arrodillarse es para honrar a los muertos. ¿Acaso mi madrastra ha decidido generosamente morir hoy para acompañar a tu querida hija?

El golpe de la puerta contra la pared los sobresaltó a ambos.

Al verme, el rostro asustado de Carmen se transformó instantáneamente en furia:

—¡María! ¡¿A quién estás maldiciendo?!

—Maldigo a quien me quiera ver arrodillada.

—¡Tú...! —Carmen me señaló, ahogándose de rabia, y se abalanzó para abofetearme.

Atrapé su muñeca y la aparté con fuerza, girándome hacia Mariano:

—Vine a traer un regalo, ¿así me reciben?

Mariano miró a su esposa:

—¡Carmen, ya basta! Escuchemos qué tiene que decir.

Carmen escupió entre dientes y volvió al sofá.

—¿Qué regalo traes? —preguntó Mariano.

Examiné su oficina y me sent
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