Capítulo 133
Subí al auto y llamé directamente a Mariano.

No contestó ni la primera ni la segunda vez.

Seguí insistiendo y a la tercera por fin respondió.

—¡Estoy ocupado! ¿Qué quieres? —contestó Mariano muy irritado.

—¿Ocupado con qué? ¿Acaso también te llevó la agencia tributaria? —fui directo al grano.

Mariano se quedó callado un momento, luego fingió ignorancia:

—¿De qué hablas?

—Ja... —me reí fríamente, sabiendo que era imposible que no supiera de mi detención esa mañana.

—Mariano, me has perjudicado gravemente y vengo a ajustar cuentas.

—¡Qué insolencia! ¿Qué clase de hija llama a su padre por su nombre? —seguía queriendo intimidarme.

—¿Me tratas como a una hija? ¿Mereces ser llamado padre? Llamarte bestia sería un insulto para la palabra.

—¡María! No te pases, ¡después de todo yo te crié!

—Bien, para agradecerte por criarme, hoy te traigo un gran regalo. Dime dónde estás, quiero entregártelo en persona.

Mariano guardó silencio, obviamente con cautela, pero quizás por querer verme humillada,
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