Capítulo 137
—Señorita Navarro, ¿podría acompañarnos? Por protocolo, necesitamos tomar su declaración —preguntó el policía.

—Por supuesto.

Como denunciante, debía cooperar con la investigación.

Mariano fue esposado y llevado, mientras los empleados de su nueva empresa observaban atónitos.

Pobres, apenas habían empezado a trabajar y ya tendrían que buscar otro empleo.

Después de dar mi declaración en la comisaría, ya eran las siete de la noche.

Al salir y ver las luces de la ciudad, sentí un repentino deseo de ver a mi abuela.

Conduje hasta su casa para cenar.

Le conté todo y la anciana, feliz, se sirvió otro plato de comida.

—Por fin reciben su merecido. Vivieron tan bien todos estos años, se salieron con la suya demasiado tiempo. Lástima que tu madre no vivió para ver este día.

—Abuela, me has dado una idea. Mañana visitaré a mamá para contárselo —dije satisfecha mientras dejaba los palillos.

La abuela asintió repetidamente:

—Sí, debes contárselo, que ella también se alegre.

A la mañana siguiente,
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