Capítulo 127
—Abuela, ¿qué pasa? Estoy bien —me sorprendí al notar su tono preocupado.

—Carmen acaba de llamarme desde el teléfono de Mariano —respondió furiosa—. Me insultó diciendo que no supe educar, que ni mi hija ni mi nieta valen nada, que armaste un escándalo en el funeral de Isabel sin dejar descansar a la muerta, y soltó un montón de maldiciones.

—No le hagas caso, abuela —fruncí el ceño al escucharla—. Está como un perro rabioso, completamente fuera de sí.

—¿Cómo no le voy a hacer caso? Le respondí todos los insultos. ¡Tenía tantas cosas guardadas desde hace años y nunca había encontrado el momento! Ahora que vino a provocar, ¡por fin pude desahogarme!

Me tranquilicé al oírla así y me apresuré a consolarla:

—Qué bueno que te desahogaste, pero cuida tu salud, no te enojes.

—Tranquila, mi salud está perfecta —me tranquilizó, aunque seguía preocupada—. ¿Pero qué pasó con Antonio? ¿Es cierto que te propuso matrimonio otra vez en público?

—Sí —respondí con calma—. Pero no sirvió de nada, en un
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