Aisha no tenía ninguna salida, vio venir a su tío e inmediatamente miró los nombres de las personas que aún no había visto, nada nuevo que ganar, bajo los ojos decepcionada.
— ¡Cómo te atreves a mirar aquí los documentos clasificados! ¡No puedes llevarte nada de aquí! ¡Vas a filtrar secretos comerciales! ¡Podría demandarte el resto de tu vida en la cárcel por divulgar a un importante cliente del hospital!
Aisha bajó la vista y siguió mirando los que aún no había tenido oportunidad de fotografiar, ¡sólo para darse cuenta de que el pie de página de este documento, en realidad, tenía unas cuantas líneas de código Morse!
— ¡Todavía lo estás mirando, lárgate de aquí! — el hombre de mediana edad arrastró apresuradamente a Aisha y la arrojó fuera de la puerta, cerrándola fuertemente.
Aisha fue arrojada al suelo.
— ¡Dame un momento honesto en tu puta habitación!
— ¡Si no quieres que se filtren tus imágenes te tienes que largar de mi vista! — amenazó el hombre.
Aisha memorizó las líneas del código, las había aprendido en su clase en la universidad, tal vez este socio en particular era alguien que podía ayudarla.
Volvió a su habitación, cerró la puerta con llave y se apresuró a escribir la cadena de contraseñas en un papel.
— Gael Montecristo — habló descifrando el código morse — si mi abuelo dejó este nombre escrito de la forma que lo escribió es por algo.
Aisha estaba pensando cuando su celular sonó, ella al ver la notificación se trataba de su calendario menstrual que le recordaba que estaba en su período de ovulación.
— ¡Por un demonio! Necesito una pastilla, no puedo y no quiero salir embarazada.
Aisha bajó para ir a la farmacia, ella no se podía permitir salir embarazada y se suponía que un doctor no debía cometer ese tipo de error.
— ¿Qué crees que haces? — un mayordomo se encontraba en la puerta — quiero que te muevas, voy a salir.
— Lo lamento demasiado, señorita Martínez, tengo órdenes explícitas del señor Martínez que no la deje salir por ningún motivo y si es necesario ocupar la fuerza lo voy a hacer.
— Quiero que te ubiques, el empleado aquí eres tú y yo soy la única nieta del dueño de todo esto.
— Ya sé que el amo mayor falleció y no tengo que seguir sus órdenes, así que le voy a pedir que se vaya de regreso.
Aisha no tuvo más opción que irse, ella se encontraba pensando en una solución, era vital que tomará algún anticonceptivo.
<< ¿Y si llamo a la farmacia? No, no vaya a ser que el empleado revise el pedido, además se puede filtrar la información. ¡Ya sé! Mel ha tenido una vida desordenada en ese aspecto, si mi tío estuvo aquí, probablemente ella también lo estuvo y trajo sus cosas a la casa grande.>>
Ella entró a todas las habitaciones y finalmente dió con la recámara de su prima, revisó las cosas con cuidado y se encontró con varias pastillas para la mañana siguiente. Aisha las tomó sin fijarse siquiera en la fecha de caducidad ya que escuchó los pasos de los empleados.
— Señorita Martínez — el mayordomo la miró salir del cuarto de Mel — no tiene permitido entrar a esa habitación y a ninguna otra que no sea la suya.
— ¿O sea que estoy atrapada en mi propia casa? ¿Es eso lo que me quieres decir? — el tono autoritario de Aisha logró amedrentar al mayordomo — ¿Tengo que llamar a la policía para decir que me tienen retenida aquí en contra de mi propia voluntad?
— No es necesario llegar a esos extremos, por favor le pido que regrese a su cuarto y no salga de ahí.
— Voy a salir si a mí se me viene en gana, tú no eres quién para tenerme aquí retenida.
Aisha fue a su cuarto ya que no tenía intenciones de salir ese día, ella comenzó a investigar por el paradero de Gael Montecristo y finalmente encontró una dirección; para su mala suerte cuando iba de salida, su tío Antonio entró a su cuarto.
— ¿Acaso no te cansas de dar problemas? El mayordomo me ha dicho que has estado de necia queriendo salir.
— No sabía que aparte de asesino, te habías vuelto un secuestrador, estoy en una postura correcta al querer salir. Hasta donde sé, no me encuentro en la prisión.
— Escucha Aisha, no colmes mi paciencia, como malo puedo serlo y no quieres conocer esa versión de mí.
— ¿Qué? ¿Acaso me vas a asesinar a mí también?
Él intentó golpear a Aisha pero ella lo detuvo y lo empujó lejos, la mujer tomó un teaser que lo activó de inmediato y lo miró con valor.
— Créeme que no voy a dudar en usarlo si me vienes a molestar o a querer golpearme. No te pienso dejar las cosas tan fáciles para que lo sepas.
— ¿Por qué no me corres de la casa entonces? ¡Ah! Es cierto, tienes miedo de que comience a averiguar la forma de quitarte el mando del hospital.
— No quiero que andes empañando mi reputación diciendo que mate a mi padre, es por eso que prefiero tenerte en esta casa y mantenerte bajo la vigilancia de los criados.
— No estoy empañando nada y tampoco levantando falsos, lo sabes perfectamente.
Antonio dejó a Aisha en su cuarto, ella al escuchar la cerradura dar la vuelta intentó jalar la perilla pero no tuvo éxito y al final se quedó encerrada en su cuarto.
— Que esa huérfana no salga del cuarto — Antonio tomó al mayordomo de la camisa — si lo hace, ten por seguro que voy a cortar tu cuello de lado a lado.
Antonio al día siguiente se fue a trabajar, Aisha que aún se encontraba prisionera en su cuarto se puso a pensar en una forma para salir y al ver la ventana supo que no había más opción. Ella con varias sábanas logró bajar por la terraza y aterrizó a salvo, fue a la amplia cochera y ahí miró su carro.
— Vamos, enciende — ella sacó la llave de repuesto debajo del asiento — no me falles.
El carro encendió después de intentar hacerlo varias veces, en el momento que el mayordomo escuchó el rugir del motor salió corriendo y miró a Aisha en el vehículo, intentó detenerla pero al final se arrojó a un lado ya que ella tenía todas las intenciones de atropellarlo.
Aisha llegó a la villa del misterioso inversor, las puertas fueron abiertas una vez que dijo quien era dándole la bienvenida de una manera calurosa. Un anciano salió a su encuentro, al verla sonrió con amabilidad y se acercó para abrazarla.
— Eres idéntica a tu madre, pero tienes los ojos de tu padre. Vamos pequeña, entra a casa.
Aisha entró y en todo momento fue respetuosa, ella se sentó una vez que le ofrecieron asiento y cruzó sus piernas con elegancia.
— Dime, ¿Qué haces aquí y cómo es que diste conmigo?
— Hola señor Montecristo, me encuentro aquí ya que estoy desesperada. Verá, mi abuelo falleció — ella miró como la noticia le afectó a él — por desgracia no pude hacer nada por él pero quiero hacer algo para salvar el hospital que con tanto esfuerzo levantó, si él dejó su nombre es por un motivo, mi tío se quiere adueñar de todo y estoy segura que el difunto no quiere que las cosas sean así.
— Me agradas jovencita, puedo ver que eres sincera en tus palabras y lamento mucho que Arturo falleciera. Nosotros éramos muy buenos amigos, con personalidades e intereses similares, ambos solíamos dirigir una empresa juntos, sin embargo teníamos diferentes ideas de inversión por lo que las discusiones eran con frecuencia, al final peleamos muy fuerte y a partir de ese momento no tuvimos contacto alguno; es lamentable saber que ahora él no se encuentra en este mundo y por tonterías no pude estar a su lado.
— Estoy segura que mi abuelo lo consideraba un buen amigo, de no ser así, jamás me hubiera dejado su nombre escrito en ese documento.
— Por eso es que te voy a ayudar y te acogeré bajo mi seno protector, pero, hay una condición.
— ¿Cuál? Haré lo que sea.
— La condición es que te cases con mi nieto, una vez que el matrimonio se lleve a cabo voy a enviar a un abogado con plenos poderes para investigar la legalidad del proceso sucesorio de Antonio. Mi Alejandro es un buen hombre, quizás un poco frío porque creció sin el amor de sus padres, pero estoy seguro que tú podrás sacar su mejor versión…
— Me halaga que ponga tanta fe en mí, sin embargo, es algo que tengo que pensar muy bien ya que estamos hablando de casarme con alguien que no conozco en absoluto, espero que pueda entender la situación.— Escucha pequeña, por lo que me has contado creo que no tienes más opciones que aceptar. De igual forma voy a darte el tiempo que consideres necesario y si quieres quedarte aquí para evitar cualquier enfrentamiento con tu tío, eres más que bienvenida.— No, creo que me iré a un hotel. No deseo ser inoportuna y tampoco abusar de usted — ella se levantó — le agradezco por todo y cuando tenga una respuesta se la haré saber a la brevedad.— ¿Irás directo al hotel? Me gustaría saber en qué hotel te vas a hospedar.— Iré a la villa primero para recoger mis cosas, después me hospedaré en el Greyhedge.— Muy bien, ya sabes qué hacer en caso de que requieras de ayuda, adiós Aisha.Ella se marchó de la mansión, el señor Gael llamó a un hombre que acudió de inmediato.— Quiero que sigas a esa j
— ¿Martínez? ¿Cómo el hospital? — la sorpresa en el rostro de Alejandro tuvo varios sentimientos, sorpresa pero al mismo tiempo una amargura ya que su familia le había tendido una treta, Antonio se había dicho en medio de aquella mesa de negociaciones que él era el hijo del director e incluso lamentaba que fuese engañado por la belleza de aquella chica.— Así es, ella es la única nieta del difunto Arturo Martínez. La he traído a la casa por algunas situaciones que se dieron y que te diré después, pero al parecer en el primer día la pobre sufre un accidente, por favor llévala al hospital para que la atiendan.A pesar de la petición de su abuelo, Alejandro no quería verse involucrado con Aisha y menos que alguien los viera cuando apenas había querido tener una relación con Mel para responder del atropello del que fue causante.— No quiero ir al hospital, además es culpa de esa mujer por ser tan torpe. Me encuentro cansado así que iré a descansar.— Tú no vas a ningún lado — el señor Gae
Alejandro utilizó toda su fuerza para intentar controlar al atracador, pero el tipo es demasiado astuto para eso, se da la vuelta y le apuñala en el centro del cuerpo.— ¡Señor Montecristo, señor Montecristo! ¡Alguien que nos ayude, por piedad!En el momento que el ladrón escuchó los gritos de Aisha se asustó ya que iba a llamar la atención, él miró a la mujer que lloraba aunque la situación no era para tanto. Fue justo ese el momento que el atacante se distrajo y Alejandro conteniendo el insoportable dolor de su herida fue que cogió el cuchillo y apuñaló a este hombre justo en su muslo.El ladrón cayó al suelo casi agonizando por el dolor punzante.Alejandro a pesar que sintió un alivio muy grande al sacar el cuchillo de su abdomen casi al instante vino a él un dolor muy agudo y vió que la sangre salía a borbotones.— ¡Por Dios! — Aisha tomó a Alejandro mientras se sentía extrañamente preocupada por él.Aisha ya no se atrevía a culparle; de todos modos, ella misma se había metido en
Aisha vaciló ya que sentía que era su responsabilidad y no podía dejar a Alejandro solo, además sumaba el hecho de que el abuelo de este hombre le había ayudado tanto.— No dudes en recordar que tu paciente está sangrando. Déjamelo a mí.Aisha apretó los dientes, ella estaba a punto de cruzar la puerta.— ¡No me toque! — Alejandro empujó al doctor y soplaba su piel con euforia — ¡No quiero que nadie me atienda más que Aisha Martínez!Alejandro tenía demasiados sentimientos mezclados, el principal era que su piel ardía como si le hubieran puesto un fierro para ganado. Alejandro lo oye todo desde la cama del hospital, y parece ser tal y como lo describe Aisha, que ella y su tío no se llevan bien desde hace mucho tiempo, hasta el punto de que la han echado del hospital y ha perdido su trabajo.Si era una mala mujer, no podía haber sido tan estúpida como para que la echaran del hospital. Y volvió a notar a la luz borrosa del cierre del quirófano que sus curvas parecían muy parecidas a las
Aisha traspasó el umbral de la mansión Montecristo, ella llevaba un solo pensamiento en la mente y aunque parecía que las cosas se iban a complicar aún más gracias a esa decisión, ahora se encontraba muy segura del siguiente pasó a dar.— ¿En dónde se encuentra el señor Montecristo? — le preguntó a una empleada y ella señaló el despacho, Aisha caminó y después de tocar entró.— Hola querida, que bueno que estás en casa. ¿En dónde se encuentra Alejandro? Necesito hablar con ustedes acerca de la boda.— Quiero decirle que aunque le agradezco toda la ayuda que me brindó hasta el momento, me veo en la penosa necesidad de irme de la casa Montecristo — ella hizo una reverencia — iré a recoger mis cosas para irme antes de que su nieto venga.— ¡Pero espera muchacha! — el señor Montecristo la detuvo — se supone que te vas a casar con mi nieto, estás en todo tu derecho de vivir en esta casa.— Escuche señor Montecristo, me veo en la penosa necesidad de decirle que mi matrimonio con Alejandro n
El vídeo que se había transmitido en vivo y que era tendencia en esos momentos, fue visto por los policías. Mel al ver que se encontraba descubierta intentó golpear a Aisha pero sus intentos fueron frustrados en el momento que aquella mujer le dió un golpe en el ojo que la lanzó al suelo.Los ojos de Alejandro se centraron en el vídeo y, al terminar, seguía sin creerse que la mujer de la grabación que había propinado la paliza fuera la mujer con la que él decía querer casarse.— No esperaba que una mujer embarazada fuera golpeada por alguien, ¿No cree, gran señor Montecristo? — exclamó Aisha con todo el sarcasmo que pudo reunir.Alejandro no dijo nada pero sintió como todo en su interior se revolvió al ver que su novia había cometido tal delito, en lugar de eso, sus ojos se centraron en Mel, y la mujer que en realidad iba a cometer la violencia estaba en ese momento como un conejito, bajando la cabeza y sin atreverse a mirarle a los ojos, en lugar de eso le sacudió el brazo como pidié
Sabiendo que la mujercita que tenía delante se la estaba jugando de nuevo, el hombre sacó la cartera con gran desgana. Vergonzosamente sólo había tarjetas dentro, nada de efectivo.— ¿Qué, un CEO tan grande como tú , ni siquiera puede sacar 500 USD?— Lo tengo en cuenta, no te deberé una cantidad tan pequeña, dime primero el método.— ¿No confías en Mel? ¿Por qué no esperas a sacarla tú mismo y se lo preguntas? Me preguntas como si yo te estuviera dando ideas malas y fuera yo quien quiere perjudicarla, mejor no digo nada. Adiós.Aisha terminó y con un fingimiento de relajación, se disponía a subir a hacer sus maletas. Alejandro se enfureció al verla balancearse. Inmediatamente la agarró de los hombros.— ¡Para ahí mismo! ¡No desafíes mi paciencia!Aisha vio los ojos furiosos del hombre... ¿Asustarla? ¡Ella no tiene miedo! Ha visto a este tipo de personas muchas veces en el hospital, algunos familiares de pacientes son unas veces más agresivos que este, ella nunca ha tenido miedo.— ¡
— Lo mejor es hacerlo cuando el bebé tiene más de 4 meses, cuando la embarazada tiene mucho líquido amniótico, y se puede hacer la prueba al mes mínimo, pero hay que controlar la dosis. — Entendido, puedes volver a tu habitación. — Espera, ¿dónde está mi vino? — ¿Estás borracha después de medio vaso y quieres vino? — No es asunto tuyo. ¡Dame el vino! — El vino está en la habitación del abuelo. Se ha enterado de que no estás a la altura, así que ha cerrado el armario de los licores por si vuelves a beber. — ¡Ah! Aisha refunfuñó frustrada, quería coger el resto del vino y cambiarlo por algo de dinero, ahora no conseguía ni 1 céntimo, por no hablar de 3000 USD. Antes de salir de la habitación, no pudo resistirse a preguntar sobre el tatuaje: — Te quiero preguntar algo, ¿En dónde estabas hace cuatro días como a las nueve de la noche? Alejandro tocó su tatuaje inconscientemente, sintiendo su corazón apretarse, > Pero él decidió eludir la pregunta. Por raz