Poco más de cinco meses pasaron entre citas y salidas, pero había algo que faltaba. No es como si se estuviera quejando ni nada por el estilo, es solo que sentía que las cosas no avanzaban y debía y tenía que hacer algo al respecto.Si bien las señales estaban presentes, Drake todavía no se había atrevido a dar otro paso para que la relación con Evans subiera de nivel, por decirlo de alguna manera. De hecho, no podía referirse a una relación en todo el significado de la palabra porque no lo era… Ah, ahí estaba el meollo del asunto. No había una relación. Bueno, Drake quería una relación real. Algo estable y lo quería con Evans. Sin embargo, pensar en eso estaba bien y podía quedarse horas y horas imaginando todo lo que pasaría si daba ese siguiente paso. Aun así, Drake ya no quería vivir dentro de una quimera, quería algo real.Exhalando un suspiro, pestañeó un par de veces y volvió a centrarse en el cuadro delante de él. Había terminado de darle el último retoque con el pincel y…—¡H
Algún tiempo después…Evans podía sentir una mirada enigmática sobre sí. Dicha mirada enigmática lo seguía con cada paso que Evans daba, como si estuviera controlando cada movimiento que hacía. Y a esa mirada enigmática se sumó otra y Evans hizo lo posible para no prestarles atención. Por lo tanto, siguió revisando los muebles y guardando objetos de decoración y baratijas dentro de varias cajas que previamente había dejado en el piso. Siguió con lo suyo hasta que llegó el turno de los portarretratos. Quedó mirando fijamente una fotografía enmarcada y esbozó una sonrisa nostálgica. Recordaba cada detalle de ese día, desde los preparativos de la fiesta hasta el enorme pastel. Fue su cumpleaños número 12, cuando sus padres aún no se habían divorciado. Un día especial que fue capturado por la cámara de un fotógrafo y las evidencias estaban enmarcadas en bonitos portarretratos. Había sido uno de los momentos más hermosos que tuvo junto a sus padres y no es como si hoy día no tuviera moment
Drake caminó por el largo pasillo iluminado hasta entrar al nuevo vestíbulo que se abría en dos direcciones. En el lado derecho estaba las escaleras que iba a la segunda planta, a la izquierda, el espacio se abría nuevamente hacia otro vestíbulo que conducía a las enormes puertas principales de cristal. Tenía que dar crédito a los arquitectos y a la empresa de construcción por el gran trabajo que habían estado haciendo. La casa había sido completamente reformada y ahora ya no era casa como tal, sino una pequeña galería de arte y en la planta superior, un lugar de trabajo. En otras palabras, los dos terrenos eran solo uno y lo que antes había sido la casa de Evans, ahora era un lugar de trabajo.Por supuesto, Drake nunca imaginó la magnitud que tendría aquella charla que tuvo con Evans hace mucho tiempo atrás, cuando hablaron sobre vivir juntos y convertir las casas en una sola y la idea de una galería de arte salió como un simple comentario al azar. Sin embargo, Evans se entusiasmó co
Evans gruñó palabras ininteligibles y aferró sus manos al cabecero de la cama mientras cerraba los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que le provocaba la boca y lengua caliente de Drake. Manos tibias pulularon por sus costados, como si estuviera delineando el contorno de sus caderas y cintura. Se removió y se arqueó cuando sintió un dedo húmedo tantear su entrada, abriendo más las piernas.—Dios… Bebé, eres tan delicioso —imperó Drake, dejando un rastro de besos por el vientre de Evans.Lo único que salió de la boca de Evans fueron más gruñidos de placer cuando sintió como su duro pene era tragado por la boca caliente de Drake y un dedo se abría paso en su interior.Se aferró con más fuerza al cabecero y se arqueó nuevamente cuando otro dedo se sumó al primero y pronto siguió otro más. Tres dedos que se movían dentro de sí y la boca de Drake haciendo maravillas con su duro pene. Si las cosas continuaban así, Evans temía acabar ahí mismo, pero no quería. No así. Quería sentir a
Lo dije al principio, ¿recuerdan? Estoy seguro que algunos no lo hacen y otros tal vez sí. No importa refrescar la memoria… Había dicho que esta historia no sería solo mía, que compartiría el protagonismo con dos personas y con alguien más. ¿Ahora recuerdan? Exacto, se trata de Drake y Evans y de Ónix. ¿Qué puedo decirles que ya no sepan?No negaré que estuve un poco reacio en aceptar que no sería el único protagonista, que no sería el único galán de esta historia. Ahora mismo eso no importa porque, pese a ello, sí soy el galán. Oh, lo sé. Reconozco que soy un poco egocéntrico, soy un gato después de todo…Bueno… Pasaré a resumir algunos de los acontecimientos que marcaron el antes y el después dentro de esta historia. Partiremos desde ese día que llegó un nuevo vecino al barrio y justamente se mudó a la casa contigua a la mía. Bien, no era solo mía… En fin… Desde ese preciso momento en que cierto vecino llegó, supe que la vida como la conocía se pondría de cabeza o, mejor dicho, de p
Ethan y Matthew llevan casi ocho años de casados, catorce desde que se conocieron.La vida es tranquila, ambos trabajan en distintos ámbitos. Mientras que Matthew pasa casi todo el día dentro de una oficina, Ethan atiende su propia librería.Ellos son ese tipo de matrimonio que todos querrían como vecinos. Son sociales, cordiales y muy amables.Son felices y dichosos. Sin embargo, Ethan ha estado deseando algo más dentro de su vida matrimonial y no, no son hijos, es otra cosa y Matthew aún no lo sabe.Pese al esfuerzo de Ethan por encontrar el momento idóneo para plantear lo que desea, una llamada telefónica cambiará el rumbo de todo y pondrá sus perfectas vidas... patas arribas.(...)Oh, Dios, él iba a tener que dar muchas explicaciones si lograban atraparlo, pero tenía que aprovechar los minutos de ventaja y esconder todas la evidencias, bueno, borrarlas. Se apresuró aún más cuando oyó los pasos acercándose, le dolían los dedos de tanto...—Amorcito, ya llegué.Echó un fugaz vistaz
Miró con desgano la pantalla de su computadora de escritorio, los números estaban mareándolo y aún le quedaba revisar la lista de pedidos por hacer. Jamás imaginó que sería tan agotador ser su propio jefe, pero fue un sueño que pudo cumplir después de haber trabajado años y ahorrando gran parte del dinero que ganó como gerente en un restaurante. Sin embargo, tenía que reconocer que su sueño pudo cumplirse gracias al empujoncito que Matthew le dio. Fue Matt quien terminó de convencerlo de dar el siguiente paso y ser dueño de su propio negocio. Y no, Ethan no era un reconocido médico cirujano que tenía su propio consultorio, tampoco era un prestigioso abogado con su propio bufete… Ethan era simplemente dueño de una pequeña librería porque amaba leer, amaba los libros y amaba perderse entre los estantes atiborrados de perfume a lignina.(Matthew y Ethan eran propietarios de un hermoso y pequeño edificio de dos plantas. La primera fue acondicionada para un local mientras que la segunda se
Las cosas no estaban del todo bien y lo sentía en el aire, casi lo podía palpar. Lo cierto es que tenían que estar en menos de tres horas en un funeral. Después de que su esposo terminara la llamada con su madre, anoche, Matt le contó que una tía abuela materna había fallecido, aunque Matt aclaró que no la recordaba bien. Sin embargo, dicha tía abuela sí recordaba a Matt y, por supuesto, a Ethan. Según las palabras de su esposo, ella estuvo el día de su casamiento y habían compartido tres navidades juntos. Sinceramente, Ethan no tenía idea de quién era la señora porque la familia de su esposo era muy numerosa. Muchos tíos, primos, los abuelos maternos, los abuelos paternos, tíos políticos, tías políticas, tíos abuelos, tías abuelas y la verdad era casi imposible recordar los rostros de cada uno, por no mencionar los nombres.—Matty, ¿quieres la camisa negra lisa o la camisa negra con rayitas blancas? —preguntó mientras observaba las prendas en las perchas.—La negra lisa —respondió su