Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.Embriagué mi mente y le di rienda suelta al alma, sin medidas y sin pensar en mí, subí a un cielo vacío a buscar esa única estrella que dice hacer feliz a una flor de jazmín, y cuando regresó mi cordura, me percaté de que sería imposible bajar del cielo y regresar a ella, que justo ahora iniciaría mi era de soledad.Aún recuerdo la primera vez que la vi, cuando su ondulada cabellera y su pálida piel desnuda eran parte fundamental de la hermosura del lugar, relajada y despreocupada en unas cálidas aguas, como si esperara de un dador de felicidad, quise ser yo el único en hacerla feliz, pues cuando sus ojos conectaron con los míos, también lo hizo mi corazón. Entonces entendí que era real aquello que llaman amor a primera vista, porque al instante me obsesioné de la ingenuidad reflejada en sus ojos castaños y del rubor que vi expandirse en sus mejillas; desde aquel momento, en mi mente quedó grabado eternamente un olor a jazmines que me hacía cr
Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.El carcelero me conduce por un pasillo que nunca había transitado y, luego de abrir unos cuantos portones, me señala una puerta de madera oscura.—Es aquí, Paussini. —Con seriedad, el carcelero abre la puerta. Luego me da un par de sábanas limpias.Al entrar a la habitación me encuentro con la sonrisa coqueta de Bárbara, está parada al lado de una cama doble que está en medio de la habitación, se queda callada hasta ver que el carcelero cierra la puerta.—Por fin solos, mi rey —Bárbara viene hacia mí y, luego de besar mi mejilla, agarra las sábanas que traigo en manos y la lanza sobre la cama.—¿Cómo hiciste para conseguir una visita conyugal?, si tú y yo no estamos casados.—Ya lo estamos.—¿Bromeas?—No, hemos hackeado la base de datos del Registro Civil, y con eso fue fácil conseguir los documentos necesarios para venir aquí.—¿Dónde consiguieron un hacker? Entre los contactos de la familia no está algún hacker.—¿Qué te puedo decir?... Sie
Hace seis meses.—¿Inocencia, por qué tan solita? —Jennifer se sienta a un lado mío, ambas nos encontramos en el patio izquierdo de la mansión, sentadas sobre el frio cemento de una banca y contemplando aquel paisaje con montañas vestidas de neblina —¿Qué haces?—Aquí, disfrutando de la soledad —respondo sonriente, o es lo que intento.—Déjame hacerte compañía, mujer. Sé lo difícil que pueden resultarte andar extrañándole a cada rato y no es bueno lidiar sola con eso.No hace falta que alguien venga a hacerme compañía para no extrañarle, como si eso estuviese relacionado con la soledad… ¿Acaso las personas no entienden que le estoy extrañando porque no está ausente? Porque a pesar de todo, aún está conmigo en mis pensamientos y por eso el extrañarle no me hace sentir sola.—Ya no deberían de andar preocupándose tanto, por mí. —De pronto, me empiezo a sentir rara—… Primero las preocupaciones de Delancis. Luego los intentos de parrandas de Lottie. —Me levanto de la banca e inmediatament
Hace un mes que me casé con Dimitri, sin un despampanante vestido de novia, sin iglesia y sin una mega fiesta, pues la familia ha regresado al luto y ahora mismo nadie tiene ganas de andar celebrando nada. Puedo asegurarles que estoy feliz con mi boda civil, ahora soy la señora de un hombre renovado, uno que hace un mes mandó a hackear el servidor del registro civil del gobierno, y todo para crearse una nueva identidad: Iam Newman, nombre muy sospechoso a mi parecer, pero ¿qué podemos hacer? Mi amado esposo lo eligió.Justo ahora nos encontramos cumpliendo una promesa que hice en el pasado, porque aún en mi oscuridad puedo asegurarles que yo soy una mujer de palabra. Mi esposo y yo nos encontramos en aquella casa hogar que visitamos en la pasada navidad, estamos tramitando los últimos papeleos que hacen falta para la adopción del pequeño Liam.—¡Oh, Inocencia! Liam se pondrá muy feliz cuando le diga que casi todo está listo, que solo es cuestión de esperar.—Lo sé, Sor Dera, ya me lo
¿Soy la única en este mundo que creyó que su vida jamás se desplomaría? Si estás en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto y con la persona incorrecta, ten por seguro que sucederá lo más pronto posible.A mí me pasó justo ayer, cuatro días después de ser consagrada oficialmente como monja. Ahora estoy frente al portón principal del monasterio, junto a la mujer que me crio y me enseñó todo lo que soy, me mira con cara de «qué decepción» y me hace dejar sobre sus manos mis hábitos perfectamente doblados..., y así pierdo lo único que tenía en esta vida.Mejor retrocedamos hace un día, antes de que mi vida se fuera por un tubo.Es una fría noche de invierno en Londres, hace tres días que la nieve empezó a caer y aún no se detiene. Desde la ventana de mi habitación puede apreciarse cómo las luces navideñas embellecen los techos de varios conventos y capillas que conforman el monasterio. Algunas monjas, con pala en mano, se encuentran abriendo camino sobre toda la gruesa capa de nieve
La verdadera vergüenza no reside en el acto corrupto ni en la inocencia fingida que finalmente se desenmascara. Lo más humillante es esa sensación de haber traicionado la confianza de aquellos que creían en ti.¿Acaso hay forma de poder explicar todo esto? Siento mucha vergüenza y reconozco que he pecado gravemente, que merezco el castigo que me corresponda, así que permanezco cabizbaja y en silencio, no tengo nada que decir.Recuerdo que para esta situación hay un dicho que dice: «Los agarraron con las manos en la masa». Bueno, para mí caso el dicho sería: «Los agarraron con la teta en la boca», literal. La cuando se me despegó solo se le ocurrió dar excusas baratas.—Disculpe usted, mi señora. No sabía que la joven era una monja del monasterio —el hombre miente a Sor Daiputah. Es tan descarado.Pero Sor Daiputah no presta atención a lo que él dice, ella tiene su mirada clavada sobre mí.—Salga de esa bañera —dice sin pestañear y con unos labios apretados.—Pe-Pero estoy desnuda.—¡QU
No entiendo qué está pasando... Desde anoche me persigue una racha de mala suerte. Ya van como cinco taxistas que salen huyendo después de leer la dirección en este papel.Levanto mi axila e intento olerme... No, no es que huela mal. Exhalo sobre mis manos y, no, tampoco tengo aliento de dragón. Bueno, seguiré deteniendo taxis hasta que uno se compadezca y me lleve.—¡Taxi!—¡Dígame! ¿A dónde la llevo? —el taxista pregunta, mostrando una sonrisa amable.—A esta dirección. —Le muestro el papel, que ya está algo arrugado.—¡Uy!... Bueno, puedo llevarla a esa dirección, pero le va a salir algo caro —dice mientras se rasca la cabeza, tratando de parecer indeciso.—¿Cuánto? —le pregunto, y me responde con un precio elevado. No tengo más opciones, así que acepto.Hace ya un rato que el taxi partió hacia la dirección que le di. El camino se ha vuelto cada vez más largo y apartado de la ciudad. A medida que avanzamos, pasamos por varios campos con enormes cultivos y ganado, que se extienden ha
Narrado desde la perspectiva de la rubia.¿Realmente se puede confiar en las personas que nos rodean? No estoy segura. Lo que sí tengo claro es que odio estar aquí con este ambiente incómodo e hipócrita, dentro de una habitación fría y silenciosa donde las falsas lágrimas han bañado el ataúd de mi padre, donde solo queda escuchar las últimas palabras de un viejo sacerdote, donde solo queda apreciar como cae la nieve tras las grandes ventanas.Ahí están…, rostros de supuestas tristezas, para mí ninguno se escapa con la inocencia; mi padre está muerto y no hay solo un culpable, estoy segura que varios están implicados.Aquí están los miembros de la familia Paussini, quienes quieren controlar el negocio de la marihuana y la cocaína en la zona norte, no me extrañaría que quieran acabar con cada uno de los Hikari. Para ellos somos una piedra en el zapato.En una esquina puedo ver a varios de la familia Diamond, guardan un secreto que solo mi padre sabía, justo cuando iba a reunirme con mi