SOY UN NIÑO

Un paisaje que te dejaba atónito estuvo debajo de mí todo el tiempo.

Las tripas se me revolvían al ver la altura a la que volábamos, acercándonos a la ciudad que se dibujaba a la distancia. Jeorg y Yaroit no dijeron palabra durante todo el trayecto, ya que después de escuchar la alarma que venía de sus pequeños dispositivos, hasta la amable y dulce chica se mostraba fría, preocupada y pensativa y el hombre, sentado inmóvil en la silla del piloto, resultaba aterrador a pesar de que no dedicarme ni una sola mirada.

Después de seguirlos hacia el salón principal, Yaroit me hizo subir de nuevo a la terraza donde esperé hasta que una nave apareció de un suelo que se abría, al más puro estilo de una película de ciencia ficción, solo que esto se suponía que era real. Note que ese vehículo era muy diferente al que tenía Efxil: l

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