El tiempo había pasado a cuentagotas desde el almuerzo, pero ahora que no hacían otra cosa más que estar tumbados a la sombra, los minutos y segundos podrían detenerse si quisieran.
Ella había empacado en su bolso también, el reproductor mp3´s que su madre le había regalado en su cumpleaños, y las últimas notas de la canción Michi to you All concluyeron con sus apacibles estribillos, en el momento en que Santino deslizaba su mano cuidadosamente por la espalda de la joven, acercándola aun más. Las comisuras de sus labios recorrían su frente y se posaron en la suavidad de los de ella, profundizando en un contacto sencillo y llano, libre de las toscas caricias que ella había experimentado en el pasado.
Esto y solo esto era lo que ella quería. ¿En verdad era demasiado pronto como para saberlo? Quizás podía tomarle a Yanai aquella pregunta intromisoria como un punto de verdad. Sólo eran dos semanas las que comenzaban a convivir como pareja, era aun muy
—Santino, ¿Qué significa esto?La pregunta había resonado con el eco de las paredes del amplio despacho personal de Fugaku. La noticia de esa noche había sido tan relevante como la inesperada visita de Madd. Toda una sorpresa, buena, mala o serena para los oídos de cualquiera, pero en el horizonte del patriarca Lux, la "novedad" de su hijo mayor, emergía con la peligrosidad de una avalancha.Una molestia, una inapropiada noticia. Unamancha.Santino pudo soportar las incipientes miradas de éste y de Madd, los gestos inseguros de su madre desde la cocina, hasta tuvo la paciencia de tolerar el tremebundo silencio que surgió entre él y Alexa al ir rumbo a su casa. La intención inicial era una rápida presentación. Confrontar los hechos…pero la cosa se había ido de control. La visita de su tío era de lo menos propicio, en todo caso el crey&oacu
—Si, es lamentable lo que ocurrió en esa farmacia ¡Y pensar que iba a ir por la tarde!...La verdad no sé que pasa con Kuri hoy en día...—Hanako estaba en la cocina, con el teléfono inalámbrico apoyado en el hombro mientras picaba la verdura para la sopa y aprovechaba para continuar con sus habituales charlas de fin de semana con una de sus amigas del trabajo. Oyó la puerta de la entrada abrirse y se encontró con la silueta de su hija, recorriendo el pasillo con desgano. — Uf, ni hablar de eso. Bueno, te llamo después.Colgó y su atención deparó en el apesadumbrado rostro de Alexa, quien estaba arrinconada en el mullido sofá. El flequillo le cubría la frente y parte del pómulo, pero a pesar de eso, su madre logró leer el significado de tragedia descrito en sus facciones.—Alexa, son casi las nueve y...—Hanako tenía pensado c
Vaya sentimiento aquel al que el ser humano llama amor. La palabra en si es corta, dos sílabas…y tanto significado y profundidad dentro de ellas. El amor, al igual que la ira o el temor, siempre despierta reacciones inesperadas; ofuscación, sinceridad y aferro a aquello a lo que uno ama. También es causante de los impulsos de estupidez más grandes de la historia.Y Hanako no podía reprochárselo a su hija. La vida siempre remitía cuestiones así y más si sólo se tienen diecisiete años.Escuchaba atentamente a Alexa, ya un poco má
Shis profirió la última bocanada de humo del cigarrillo que había estado fumando durante el argumento de su primo. La puerta continuaba cerrada y más valiese que así fuera.Todo sonaba tan distante, confuso y condenadamente real que no quiso perderse detalle alguno de toda la conversación. Santino permanecía serio, pero de algún modo sentía un poco más apacible y soportable aquella "carga", la cual no había querido develar a Alexa, por temor a su preocupación. Shis siempre escuchaba y si recriminaba era con justificada razón… a veces. Pero en esta ocasión, la recriminación quedó borrada en su dubitativo semblante.La cosa no era para menos.¿Has llegado a experimentar la sensación de estar delante de una avalancha, solo mirando como aquella tonelada de nieve estará a punto de caer sobre ti? Esa misma sensación de terr
Alexa se mostró seria y silenciosa cuando bajó a desayunar al día siguiente y rechazó cualquier intento de entablar conversación. Se limitó a beber una taza de té, tras lo cual volvió a su habitación como un fantasma. Durante el resto del día, no salió de su alcoba.Por suerte sólo quedaba ésa semana de vacaciones, después volvería a la escuela y Hanako creyó que eso sería lo más sano. Ocuparse de las clases le quitaría tiempo de ocio…y tal vez se olvidase de Santino.Ni ella ni Alexa mencionaron nada referente a la plática de la noche anterior, pero estaba presente en el aire y en la cara de la joven. Su madre había pedido el día a propósito. No era que desconfiara de su hija, pero quería quedarse en casa, solo por si acaso.Tal vez hubiese dado lo mismo o no, Alexa no quería ni ver
La taza se había roto, casi al caer de las seis y media de la tarde. Claro, el decir eso era una aproximación a la realidad. En un ambiente tan tranquilo como solía serlo la casa de los Bell, las discusiones eran mínimas y el ambiente por lo general era sosegadamente apacible, algo totalmente común si sólo son dos personas las que viven allí. Y "madre-e-hija" había sido una unidad infranqueable durante los últimos años, como lo debe de ser…hasta que la parte joven decide comenzar a alzar el vuelo.No hubo palabras altisonantes y mucho menos golpes de por medio. Pero la sinceridad y la verdad eran en ocasiones masivas, el filo más inmisericorde, más mortífero incluso que un sable. Alexa ya no era una niña. No, ya tomaba sus propias decisiones y tenían derecho a respetárselas y su madre lo hizo, hasta que una de ellas –una de esas razones que ahora Hanako
La noche había aterrizado en el cielo estival y a Santino el silencio formado entre él y Alexa le pareció eterno. El corazón le dio un vuelco, una de esas sensaciones que se infiltran en aquellos momentos en que se sabe que habrá una tormenta.El rostro de la chica lucía pasivo, pero el brillo latente de sus ojos denotaba una intranquilidad que no le agradó nada.No se había equivocado…hubo problemas. Se leía escrito bajo el verde esmeralda de las pupilas de ella.Pero no quería dejarlo a la suerte, el nunca hacía eso. Hablar era necesario, aunque la respuesta no fuese la deseada.—Alexa…¿Qué ocurrió?Decirlo era un principio. La preocupación era latente en el timbre de su voz.Alexa bajó el rostro. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que explayarlas delante de la atenta mirada de Santino se co
—¿Qué?La voz de Santino era la que ahora temblaba. El decibel era apenas audible. No entendía del todo lo que sus oídos acababan de escuchar de parte de ella.Le quería. Había dado su vida y todo cuanto estuviese a su alcance por ella…había vendido su alma a los custodios de aquel infierno llamado Aka y ahora…¿No valió la pena?—No deberíamos…—Alexa tampoco sintió que ésas fuesen sus palabras. Pero la inseguridad latía tan fuerte en ellas como el pulso de su corazón.—…continuar.No podía ni siquiera creer lo que había pronunciado ella misma. ¿No había defendido su ideología contra el vendaval de coherentes y verdaderas justificaciones que rebatía su madre?Si, pero la verdad caía siempre, tarde o temprano con el peso de una tonelada de rocas. No estaba