Manuel Horacio

09 de enero 1911

Ayer cuando llegué al hotel, pregunté por Gastón para saber a qué atenerme; me dijeron que me había estado esperando largo rato en el comedor para cenar, pero que finalmente, cansado de esperar, pidió que retiraran todo y salió del lugar sin decir dónde. Eran las ocho de la noche; nunca llega tan temprano, y justo cuando debo conversar con él llega, y yo no estoy. Cuando nos fuimos de la salitrera con Juan, ni siquiera pude pasar al diario para terminar mi primer artículo, necesitaba llegar a casa con celeridad para encontrar a Gastón, ser amable y explicarle con las mejores palabras que empezaría una vida de trabajo como reportera y como profesora; sin embargo, las cosas no salieron como esperaba; y esa misma noche, muy tarde llega Gastón despotricando en mi contra; gritando en la habitación, borracho y con olor a colon

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