Diario de vida

14 de enero 1911

No pude contenerme, ni el tampoco; nos besamos con fragor, su boca deseaba mis labios tanto como yo los suyos; fue un beso silencioso, entregado y placentero; su boca sabia a yerba mate, con azúcar, su cuerpo olía a cuero, como todo el lugar; pobre, pero autentico, nada allí estaba demás; eso lo hacía hermoso. El me tocó y yo lo toqué a él, sintiendo la firmeza de su miembro a su vez que con sus manos él tocaba la humedad de mi sexo, que lo deseaba dentro en ese instante, sin importarme nada; ni siquiera la presencia de Silvia o cualquier persona extraña que pudiera aparecer; fui una descarada y si no fuera por el claxon del auto de Juan no nos despegamos más. Quedamos en volver a vernos al día siguiente, pero es difícil cumplir mi palabra. El amigo o novio de Juan, pasó a dejar primero a Silvia al hotel y yo continué mi recorrido hacia el diario, todav&ia

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