EVELYN VALENCIASalí corriendo de la casa y, temiendo de que pudieran atraparme, detuve un taxi cuando por fin llegué a la acera. En cuanto el auto se arrancó pude ver a Leonel y Christian corriendo hacia mí, pero era demasiado tarde.Le di al taxista la dirección de la mansión de Arzúa, con la esperanza de que Evelyn aún estaría ahí. Había cometido un error al intentar seducir a Leonel, lo admitía. Jamás me gustó la idea de meterme con hombres casados y después de las lecciones de bondad recibidas por Christian, quise hacer las cosas bien, si esta sería mi nueva vida entonces tal vez podría hacerla mejor que la anterior y tenía que empezar pidiendo disculpas.Cuando estábamos cerca de la propiedad, vi a Evelyn en los columpios del parque cercano. Le pedí al taxista que se detuviera abruptamente y le entregué el único billete que guardaba en mi botín. Salí corriendo sin saber si el pago había sido suficiente y cuando estuve a unos metros de Evelyn me detuve, mis pies se clavaron al pi
GIANNA RICCIDesperté con la cara contra el piso y las manos atadas a la espalda. Quise levantarme o por lo menos sentarme, cuando vi a Gianna en la pared de enfrente, despierta y mareada.—Ya era hora… —arrastró la voz como si tuviera dolor de cabeza.—¿Dónde estamos?—No lo sé, pregúntale a tu papá.Inspeccioné con la mirada alrededor, tratando de descifrar el lugar y entonces lo supe, era el edificio abandonado donde alguna vez trabajó cuando yo era niña. En ese momento nos encontrábamos en el techo, cerca de la orilla.—Dijiste que habías soñado con mi vida pasada —dijo Gianna—, pero es curioso, porque yo no soñé con tu vida. Hubiera sido de ayuda para saber que Leonel era un hijo de puta y no el manso cordero que parecía ser.—Yo tampoco creí que fuera así. Cuando lo conocí era muy caballeroso y dulce, hasta que se enteró de que estaba embarazada y nos casamos. Cada noche era un suplicio y durante el día no nos veíamos. Me mantenía encerrada en la casa, aislada y escondida, como
GIANNA RICCI—¿Cómo pudiste? —Me dolía el corazón de recordar mi triste infancia, de ver la sonrisa cansada de mi madre mientras ocultaba su malestar—. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Ella lo dejó todo por ti!—¡Cállate! ¡No voy a dejar que un par de aberraciones terminen de trastornarme! ¡Son demonios salidos del infierno para tortúrame! ¡Solo hablan para herirme, para confundirme y distraerme de lo que tengo que hacer!—¡Sí! ¡Vinimos solo por ti! Trajimos el infierno a la tierra solo para ti —gritó Gianna llena de rencor. Parecía no medir correctamente los riesgos.—Investigué, fui a varios lugares, pero ninguno supo responder mi pregunta… ¿Cómo deshacerme de ustedes? —Me sacudió con fuerza y noté un atisbo de tristeza que no le duró mucho—, así que tendré que improvisar.Por fin me soltó, pero eso no me consoló, pues tomó un tubo oxidado que estaba recargado contra una de las paredes.—Evelyn murió por una caída de un edificio tan alto como este, pero la otra chica murió de un golpe muy fuerte
GIANNA RICCI—No me puedes dejar otra vez… No lo soportaría… No después de lo que ocurrió.Escuché la voz de Leonel, no sonaba feroz como la última vez, más bien tersa y dulce.—¿Cómo podría criar a Alma solo? Ella te necesita, yo te necesito, Evelyn. No podría volver a pasar por lo mismo. Si en aquel entonces no pude ser fuerte, menos ahora.»Por favor, Evelyn, despierta.Abrí los ojos lentamente, las luces de la habitación me cegaron. Cuando me di cuenta, Leonel tenía mi mano entre las suyas. Estaba llorando, consumido en el dolor. Jamás me imaginé a un hombre tan poderoso y feroz, así de destruido.—¿Evelyn? —preguntó ansioso y tomó mi rostro entre sus manos, llenándolo de besos necesitados.Al principio me asusté, pero la calidez de su amor me tranquilizó. En cuanto me abrazó intenté recordar lo que había pasado. Había muerto por segunda vez, pensé que sería definitiva, pero aquí estaba de nuevo.Antes de que sus labios se posaran en los míos, las enfermeras entraron a la habitaci
GIANNA RICCIContaba los segundos con la caída de las gotas de mi suero, mientras mi habitación solo era visitada por enfermeras. La tía de Evelyn no había tardado en venir cuando escuchó del incidente, mientras que mi habitación estaba desértica, solo las enfermeras entraban y salían, a veces en completo silencio que parecían fantasmas.Era algo a lo que ya me había desacostumbrado un poco.De pronto la puerta se abrió fuera del horario del personal médico, lo primero que se asomó fue un enorme ramo de flores. Eran girasoles enormes y amarillos, rodeados de algunas rosas que se veían pequeñas a comparación.Se trataba de Christian quien entró con algo de torpeza, lidiando con el enorme ramo antes de ponerlo en uno de los floreros vacíos frente a mi cama.—Lamento haber tardado… —dijo con media sonrisa—. ¿Cómo te sientes?—Bien… Creo…—No sabía cuales eran tus flores favoritas, pero estas se veían alegres y creí que e
EVELYN VALENCIATodo me daba vueltas, la cabeza me punzaba y tenía náuseas. Abrí los ojos y no reconocí dónde estaba, me quité la molesta mascarilla de oxígeno y sentí un peso muy grande sobre mi cuerpo. Cuando me di cuenta, no era nada extraño o fuera de este mundo, solo un brazo y una pierna encima de mí, pertenecían a una mujer. Torcí la cabeza lo suficiente para poder ver su rostro, era el que llevaba ya bastante tiempo viendo al espejo. Sus cabellos negros picaban mi nariz y tenía la boca entreabierta, estaba roncando en mi oído.Alcé mi mano y entonces noté ese color canela adornando mi piel. ¡Necesitaba verme en un espejo! ¡Necesitaba respuestas y comprobar que no era un sueño! Tomé un mechón de mi cabello y lo levanté ante mis ojos, era castaño y esponjoso. ¡Era mi cabello!—¿Gianna? —pregunté en un susurro.—No te mueras… —refunfuñó entre sueños, abrazándose con más fuerza de mí.—Gianna… despierta —insistí dándole palmadas en el brazo, quería despertarla con suavidad, pero
EVELYN VALENCIA—Gianna me dijo la verdad… —quise consolarlo, pero no parecía suficiente.—Eso no significa que no deba de admitir que tuve cinco minutos de debilidad que me costaron lo poco que había logrado. —Leonel negó con la cabeza y se dejó caer sobre el sofá—. Amo quién eres… amo lo que hay dentro de ti, amo tu dulzura y tu nobleza. Jamás he conocido a alguien que sea incapaz de herir a los demás, aunque se lo merezcan. Amo la manera en la que me miras y como te pones nerviosa cuando yo te miro. Amo la sonrisa que dibujas en tu rostro cuando algo te cautiva. Amo verte cargando a Alma, eres… una madre excepcional y tierna.»Pero fui débil, porque en el fondo extrañaba tu cuerpo, porque… aunque sabía que tú estabas dentro de ese cuerpo pálido e insípido, mis bajos instintos, mis deseos carnales, mi ambición me suplicaba tocar tu verdadero cuerpo y… cuando Gianna se me insinuó, perdí el norte.»Volví a equivocarme, volví a lastimarte… ¿Cuántos errores estás dispuesta a tolerar has
EVELYN VALENCIA—Entonces… ¿vivirán juntos? —le pregunté a Christian mientras me llevaba en brazos y me colocaba sobre la silla de ruedas. El doctor me había pedido reposo absoluto, pero sinceramente yo me sentía bien, podría hacer una vuelta de carro ahora mismo si supiera como hacerla sin caerme de cabeza. Aun así, decidí fingirme vulnerable, por lo menos hasta salir del hospital.—Sí, solo hasta que ella agarre su camino… —contestó Christian una vez me dejó sobre la silla.—Ella… es complicada, lo sabes… ¿verdad? —Tenía miedo. Aunque sentía empatía por Gianna, no significaba que no supiera la clase de mujer que era y como podía ser una mala influencia para mi hermano. No quería que volviera a caer en drogas y excesos.—Descuida, ya no soy el mismo hombre de antes… aprendí la lección y lo único que quiero es ayudarla a ser mejor, de la misma forma que mi hermanita lo hizo conmigo —contestó hincándose frente a mí—. No tienes de que preocuparte.—No puedo evitarlo, sabes que te quiero