Capítulo veintidos

Lo observo sin saber que decirle, porque de poder, lo haría, Vico es la persona más ingenua que conozco, firma sin prestar atención a las cosas, ni siquiera se toma la molestia de leer un poco.

Por ese motivo es que me hago cargo de todos los aspectos administrativos en la cava y Vico se encarga de la selección de vinos, porque si no lo hiciésemos de esta manera, ya lo hubiésemos perdido todo.

— Milo, estoy segura de que puedo hacerlo firmar, el problema es que Vico debe estar a punto de tomar un tren en este momento — Le digo.

La verdad es que Vico podría volver a tomarse la muestra, pero teniendo en cuenta que ya no va  a ser papá, no creo que esté tan abierto al diálogo, ni a nada ¡Tiene tendencias algo vengativas, mi esposo!

— ¿A qué horas sale el tren? ¿Para dónde va? ¿Puedes llamarlo? — No me hubiese imaginado a Milo con este nivel de intensidad, parece una metralleta y me siento abrumada sin saber a qué responder primero.

— Viaja hacia

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