Capítulo cincuenta y seis

Lo que me resulta algo incómodo, teniendo en cuenta que tres intrusas se interponen todo el tiempo y siguen creciendo como la mala hierba.

Milo me besa y siento que mis hormonas se activan, empiezo a quitarle su camisa, mis manos descienden juguetonas y siento que todo mi cuerpo responde acelerado y caliente, responde al cien por ciento ante sus caricias.

— Awa, espera. No podemos ¡Detente! — Me quedo quieta y luego grito con todas mis fuerzas, llevo varios días con estas ganas y viene el otro y no me deja hacer nada.

— Podría ser solo la puntita, Milo. En serio — Se muerde los labios. Observo a su amiguito que contrario a Milo se encuentra más que dispuesto para la acción.

—Lo siento, hermosa de verdad. No podemos — Se aleja de mí y sale del apartamento.

Me quedo de pie mirando hacia el lugar por donde él desapareció, la frustración me est&aacu

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