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Capítulo cincuenta y ocho

“Dicen que Dios aprieta, pero no ahorca, pero al parecer, es un dicho mal formulado. Cómo el horóscopo, o simplemente a Dios se le olvidó que no soporto la presión, ni la falta de oxígeno”

Milo

Lara

se ha ido por fin y Awa no me habla, como si yo fuera el culpable de que la señora Ann fuera la abuela de Lara y que fuera diabética y no tuviera azúcar en su casa.

— Awa, princesa ¿Podrías dejar de comportarte como una niña paranoica? — Antes de negarse a volver a hablarme, me dijo que le había escondido lo hermosa que era la enfermera maldita.

¡Palabras textuales de Awa!

Dijo que todavía me gustaba, que seguramente ya estaba buscando la forma de deshacerme de ella para poder copular libremente con la enfermera, puesto que la tenía al l

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