Al llegar al asentamiento de la manada de Lukas, su rostro reflejando una determinación férrea. Sin perder un segundo más, se dirigió directamente hacia la tienda del médico del clan, una anciana conocida por su sabiduría y su amabilidad. Su cabello blanco contrastaba con sus ojos vivaces, que parecían ver más allá de lo evidente. Con manos expertas y movimientos seguros, revisó la situación de Amelia.—Es grave. —Murmuró la anciana, susurrando como si las palabras pudieran alterar el delicado equilibrio entre la vida y la muerte. —El impacto del agua fría y el miedo han desencadenado un parto prematuro. Necesita una operación inmediata. —Explicó con un tono alarmante.Fuera de la tienda médica, la tensión era palpable. Alanys y Lukas experimentaban una espera angustiante, mientras caminaban de un lado a otro con rostros sombríos, esperando la noticia que podría cambiarlo todo. Alanys, con voz temblorosa, le explicó a Lukas lo que había sucedido. Cada palabra reforzaba la opinión de L
Mientras tanto, en el clan Blood Moon, Seth de repente sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral, como si una corriente invisible lo atravesara. Instintivamente, se apartó de Lilly que estaba pegada a él, ella al instante lo miró con sorpresa. El pelinegro caminó hacia la ventana con pasos apresurados, su corazón latía con fuerza mientras miraba hacia la dirección del clan Storm. Afuera, la luna llena bañaba la tierra con su luz plateada, haciendo que las sombras se alargaran y movieran con cada ráfaga de viento. Seth se quedó inmóvil, absorbiendo la energía que emanaba de la noche. Cerró los ojos y dejó que sus instintos y dotes lobunos tomaran el control. Sabía que algo extraordinario había sucedido.De repente, una ola de alegría inusitada llenó su pecho. En ese momento supo que su hija había nacido. Era como si un lazo invisible se hubiera formado entre él y la pequeña, una conexión que trascendía el espacio y el tiempo. Sin perder tiempo.—¡Liam, trae a los soldados!
En la habitación que Lukas había preparado rápidamente para Mia, la pequeña Ayla reía mientras algunos de los integrantes de Storm se divertían jugando con ella. El sonido de su risa llenaba el aire con una melodía de inocencia y felicidad que a cualquiera podía conmover. Pero esta tranquilidad se vio interrumpida cuando el Beta de Lukas llegó apresurado a la choza, con el rostro tenso y la voz grave.—Lukas, hemos tenido una anomalía en la frontera del clan. Seth ha llegado con soldados y está buscando a Amelia. —Informó con un atisbo de pánico en su voz.El corazón de Amelia se aceleró al instante. Intentó levantarse de inmediato, con la intención de manejar la situación por sí misma. No quería involucrar a Lukas en este problema, sintiendo que ya había hecho suficiente por ella. Pero antes de que pudiera dar un paso, Lukas la detuvo, colocando una mano firme pero suave en su hombro.—Amelia, por favor, déjame ayudarte. Tengo la capacidad y los recursos para enfrentar a Seth. —Mascu
El aire en el claro en el que se encuentra la manada de Lukas estaba cargado de tensión. Alanys, ante la amenaza de su familia, inmediatamente intentó convencer a Amelia y Lukas para que la dejaran irse.—No tienen que preocuparse por mí. Prometo que regresaré en cuanto pueda. Debo proteger a mi familia. —Masculló Alanys, enfrentándose a sus amigos con los ojos brillantes e inundados en lágrimas. El eco de sus palabras retumbando en el silencio de la habitación de Alice.Mientras que la morena hablaba, Lukas la observaba con una mezcla de asombro y admiración. La imagen que tenía de ella como la chica débil y vulnerable comenzaba a desvanecerse rápidamente.—Alanys, ¿Estás segura de que quieres hacer esto?, para nadie es un secreto que Seth está dispuesto a hacer lo que sea con tal de mantenernos controlados. —Instó Lukas, convirtiendo su voz en un susurro lleno de preocupación.—¿Qué otra opción tengo? —Replicó ella encogiéndose de hombros, mientras mantenía su mirada intensa fijada
Amelia regresó al pueblo con la frente en alto, sintiéndose más fuerte que nunca. Había algo en su semblante, una mezcla de paz y liberación, que rompía con todo a su paso como un eco ensordecedor en el aire tenso que rodeaba a los demás. Las miradas de los habitantes del pueblo se volvieron hacia ella mientras avanzaba con pasos firmes, con dirección al castillo, ignorando las susurrantes voces que intentaban desentrañar su transformación. Al llegar al castillo, los guardias les abrieron las puertas y con solo atravesar la entrada Seth la vio y, por un instante, su expresión vaciló. Había esperado encontrar a una mujer quebrada, consumida por la culpa y el dolor, pero lo que vio lo dejó inquieto. Amelia se había vuelto impenetrable, ya no le dolían las burlas, ni sentía celos por la cercanía entre Seth y Lilly.—Amelia. —Dijo Seth, acercándose a ella con una mezcla de incredulidad y preocupación. —Necesito saber la verdad. Sobre... nuestro hijo.Amelia lo miró, serena, pero distante,
La habitación estaba sumida en una penumbra tranquila, rota únicamente por los débiles destellos de la luna que se filtraban a través de las cortinas entreabiertas. Amelia dormía profundamente, su respiración era constante, como si finalmente hubiera encontrado un breve respiro del peso que llevaba consigo. Pero esa paz era frágil, un espejismo que no duraría mucho. Un ruido sordo la arrancó de su sueño. Su corazón dio un salto, y sus ojos se abrieron de par en par mientras intentaba ajustar la vista a la oscuridad. La penumbra no ocultaba la figura masculina que estaba parada junto a la puerta, respirando con dificultad, como si cada paso hasta allí le hubiera costado una lucha interna. Era Seth. Su silueta parecía rígida, su energía impregnaba la habitación con una sensación de caos contenido.—¿Seth? —Inquirió Amelia en un susurro, con una mezcla de incredulidad y alarma, mientras se sentaba en la cama, con su cabello cayendo en cascada alrededor de su rostro.Él no respondió de in
Al día siguiente, el sótano del castillo estaba sumido en una penumbra inquietante, iluminado únicamente por las antorchas que parpadeaban en las paredes de piedra. El altar ya estaba preparado, ubicado en el centro de la estancia, parecía respirar oscuridad, su superficie lisa reflejando un brillo siniestro bajo la luz oscilante. Amelia descendía lentamente las escaleras, acompañada de Alanys, cuyos sollozos suaves rompían el silencio sepulcral a pesar de que esta no podía ni hablar. Sus pasos resonaban en el espacio, como un preludio del sacrificio que se avecinaba.—No tienes que hacer esto, Mia. —Suplicó Alanys en un susurro que apenas podía musitar entre los sollozos que se le escapaban, al tiempo en que se aferraba con fuerza y desesperación al brazo de su amiga. —Podemos buscar otra manera, tiene que haber otra solución.Amelia la miró con una seriedad implacable, sus ojos reflejaban una fortaleza que parecía casi inhumana. Acarició suavemente la mano temblorosa de Alanys, inte
El aire en el sótano del castillo vibraba con una energía oscura y opresiva. Las antorchas parpadeaban violentamente, como si el mismo fuego temiera lo que estaba a punto de suceder. Amelia, tumbada en el altar, mantenía los ojos cerrados, su respiración era pausada, pero su cuerpo estaba tenso. Podía sentirlo. La presencia del demonio era inconfundible: un frío que calaba hasta los huesos, un hedor sulfuroso que impregnaba el aire, y el sonido gutural de su respiración, como si cada inhalación fuera un rugido contenido. El demonio apareció con un estruendo que sacudió las paredes. Su figura era imponente, una amalgama de sombras y garras que parecían extenderse más allá de lo físico. Amelia no abrió los ojos, pero podía sentirlo inclinarse sobre ella, su aliento caliente y fétido rozaba su pálida piel. Las garras del demonio se acercaron, y el aire se volvió aún más denso, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Abajo, Seth se dio la vuelta rápidamente, incapaz de creer y soport