–Bien, no tengo mucho tiempo, pero quiero oír su propuesta.
–Mi nombre es Zak Mitchell, ella es mi hermana Erin Mitchell, somos mellizos, estudiamos en el Colegio Montessori Capital y nos va muy bien, pero por primera vez habrá un importante y gran evento solo para los papás y necesitamos un padre que nos represente ese día, no queremos que nuestra mamá se sienta desplazada o abrumada por ser madre soltera, siempre hemos dicho que nuestro papá está ocupado y que viaja mucho.
–En esta ocasión –explicó Erin–, han redactado invitaciones especiales para los padres y debemos entregar la confirmación de asistencia la próxima semana, no le hemos dicho a mamá, sería preocuparla y ella trabaja demasiado para que estemos bien, así que decidimos alquilar un papá por un día.
–Hemos hecho varias entrevistas –continuó Zak– y la mayoría se reía de nuestra propuesta, hasta ahora, solo usted nos ha prestado más atención; por eso le propongo ser nuestro papá por un día, firmará un contrato de confidencialidad, porque será nuestro secreto y lo único que debe hacer es asistir al evento, fingir ser nuestro orgulloso padre, sonreír y estrechar algunas manos, al concluir le pagaremos por su actuación y no volveremos a molestarlo.
–¿Están seguros?, qué tal si vuelven a hacer otro evento por el día del padre o por cualquier otra festividad.
–No se preocupe, estamos allí desde que teníamos tres años y esta es la primera vez que hacen algo así porque es el centenario del fundador del colegio que fue un padre admirable y quieren honrarlo a través de los padres del alumnado, algo así no se repetirá.
–Por lo menos hasta dentro de otros cien años y ya no estaremos allí –aclaró Erin.
–¿Acepta ser nuestro papá por un día? –le preguntó Zak.
–¿Cuánto me pagarían por esa actuación?
–Tenemos 312 dólares, mami nos da cinco dólares a cada uno semanalmente, así que por todo un año hemos gastado solo dos, ahorrando el resto, todo eso será suyo por solo un día de trabajo, no está mal, ¿verdad? –dijo Zak, guiñándole un ojo.
–Es muy buen pago por solo un día, su oferta es tentadora, ¿me permiten pensarlo mientras desayunamos?
–De acuerdo, gracias por tomarse el tiempo de pensarlo al menos.
Kurt Hogdman observaba a los chiquillos, realmente llamaban su atención, no era muy dado con los niños, aunque adoraba a sus sobrinos, pero ese par de pequeños lo intrigaban, eran muy vivaces, inteligentes, bien educados y algo lo impulsaba a querer saber más de sus vidas, sin contar que algunos gestos de ellos le recordaban a él mismo.
Seguía en sus cavilaciones mentales cuando entró la pelirroja que se había metido en su vida y aun ni siquiera sabía bien como, pero tenía a toda su familia confabulada en su contra para que la hiciera su esposa lo más pronto posible.
–Hola cariño, en quince minutos tenemos la sesión de fotos para anunciar la fiesta de compromiso.
–Estoy ocupado en este momento –dijo lacónicamente.
De pronto la mujer vio en la misma dirección que había visto Kurt cuando le dijo que estaba ocupado y preguntó con desdén:
–¿Y estos mocosos?, ¿de dónde salieron?
Zak se levantó, tomó de la mano a su hermana en actitud protectora y dirigiéndose a Kurt Hogdman, le dijo, mientras le extendía un papel:
–Aquí está el número de nuestra casa, puede llamarme con su respuesta, gracias por su atención.
Zak le dirigió una fría mirada a la pelirroja, que no pasó desapercibida para Kurt, y salió del salón con el ceño fruncido, evidentemente molesto por la interrupción.
–¿Quién será esa bruja? –preguntó la niña al salir, susurrando al oído de su hermano.
–Su novia parece, habló de un compromiso.
–Pobre hombre, ella se ve que es una mala persona.
–Vamos niños, hemos perdido toda la mañana con ese invento de ustedes, me meten en cada cosa –señaló Penny.
–Sí, ya vámonos para nuestra casa y gracias por tu apoyo incondicional, eres la mejor cuidadora del mundo –dijo Erin.
Kurt se deshizo rápidamente de su novia, aunque evitaba llamarla así a toda costa, bajo el pretexto de tener que atender una conferencia internacional muy importante e inaplazable.
Cuando ella se fue luego de intentar besarlo en la boca, acto que él esquivó como siempre, sacó de su bolsillo el papel con el número de teléfono de los chiquillos.
Sentía una imperiosa necesidad de volver a hablar con ellos y saber más de su vida, por lo pronto aceptaría su propuesta, aún no se detenía a buscar la razón que lo impulsaba a ayudarlos, pero quería hacerlo sin importar nada más.
Tomó su teléfono y en poco tiempo tenía en su oficina a uno de sus mejores investigadores.
–Buenos días señor Hogdman, ¿en qué puedo servirle?
–Hay unos mellizos que estudian en el Colegio Montessori Capital, sus nombres son Zak y Erin Mitchell, quiero saber todo sobre su madre, lo más pronto posible.
–De acuerdo señor Hogdman.
–Como siempre, con mucha discreción.
–No se preocupe, sabe bien como trabajo, le llamaré cuando tenga el informe respectivo.
–Muchas gracias, te transferiré un adelanto de inmediato.
–Gracias a usted, buenos días.
El resto de la mañana Kurt se ocupó de sus numerosos asuntos, tuvo un almuerzo de negocios y al regresar a su oficina, se decidió a llamar a la casa de los niños.
–Buenas tardes, ¿quién llama? –respondió una voz femenina e infantil al otro lado de la línea.
–Buenas tardes, soy Kurt Hogdman, creo que tú y tu hermano fueron los niños que me visitaron esta mañana con una propuesta muy inusual, ¿eres Erin Mitchell?
–Sí señor, un momento, pondré el altavoz para que mi hermano escuche también.
–Buenas tardes, soy Zak.
–Zak, he pensado en tu propuesta y acepto colaborar con ustedes, deberíamos reunirnos para definir detalles.
–Estoy de acuerdo, pero no podrá ser mañana, porque ya hoy faltamos a clases para hacer las entrevistas, a menos que pueda vernos después del colegio.
–Sí, pudiera ser, ¿a qué hora terminan sus clases?
–A las cuatro, pero debemos estar en casa a las cinco porque mamá llama sin falta a esa hora para saber de nuestro día.
–No habrá problema, ¿dónde nos reuniremos?
–No lo considere un abuso, pero hay una heladería muy buena cerca de nuestro colegio y mamá aún no ha podido llevarnos, ¿usted puede hacerlo?
–Sí, lo haré con gusto y no lo consideraré un abuso, es una reunión de negocios y generalmente las hago en restaurantes.
–Entonces, mañana nos encontraremos en esa heladería, no tiene pérdida porque es muy grande y fácil de ubicar.
–Creo que sé cuál es porque he ido allí con mis sobrinos, pero prefiero esperarlos a la salida del colegio.
–Perfecto, hasta mañana señor Hogdman.