Vanessa trataba de mantenerse serena mientras esperaban que Anna llegara con su hijo. No estaba allí desde hace mucho, pero seguro se había parecía una eternidad.
—¿Cuánto falta para que lleguen? —le preguntó a Adriano, él estaba sentado en uno de los sillones, ella había estado a su lado hasta hace unos minutos atrás, pero estaba demasiado ansiosa y necesitaba mantenerse en movimiento mientras pudiera.
Adriano miró su reloj de muñeca.
—Deberían estar aquí en cualquier momento. —Como si eso fuera una señal, unos golpes en la puerta sonaron antes de que esta se abriera. Adriano le había dejado la orden a su secretaria de que hiciera pasar a Anna y Paolo sin ser anunciados.
Adriano se levantó de su asiento a recibir a los recién llegados mientras ella permanecía en el mismo lugar como si no pudiera moverse.
Adriano evaluó a Paolo, no parecía un mal chico -solo algo confundido-; sin embargo, esa no era ninguna excusa para la manera en la que se estaba comportando. Si no fuera por qué no quería arruinar la relación entre su esposa y él en un futuro, la historia sería diferente. El muchacho abrió la boca, seguro dispuesto a lanzar más ataques verbales, lástima que él no estaba de humor para escuchar nada más, había tenido suficiente de su carácter irreverente. Hermano o no, no iba a dejar que nadie le faltara el respeto a Vanessa, la próxima vez no sería tan educado. Alzó una mano en el aire y Paolo guardó silencio. Sabia decisión. —Es mi hora de hablar. Has dicho tantas cosas, pero no te has detenido a escuchar en ninguna ocasión. —Paolo lo desafió con la mirada y él lo miró con aburrimiento—. Asumo que no eres ningún tonto y yo no soy de los hombres que le gusta explicarse más de una vez. Si no quieres hacerte la prueba entonces no lo hagas, nadie te
—¿Estás segura de que todo está bien?—Define bien —bromeó y Elaide la miró como si intentara descifrar que es lo que estaba sucediendo—. Tranquila, todo está bien. —Eso no era una mentira… no por completo. Adriano le había llamado un par de horas atrás para decirle que tenía los resultados de ADN en sus manos y no podía evitar sentirse inquieta hasta que confirmara que Paolo era su hermano. —¿Entonces porque luces tan… —El sonido del timbre interrumpió la pregunta de su hermana y se sintió agradecida.Elaide se sonrojó y llevó una de sus manos hasta su cabello para acomodar un mechón de cabello inexistente detrás de la oreja.—Tu cita está aquí —dijo señalando lo obvio solo para ver a su hermana más nerviosa.La ama de llav
Elaide llegó último a la mesa, los saludó y acomodó su silla de ruedas en su lugar de siempre. Ella era independiente en tantos aspectos, pero eso no impedía que siempre estuviera al pendiente de lo que hacía.Elaide tenía una sonrisa resplandeciente y ese era suficiente indicativo para deducir como le había ido la noche anterior. En todos esos meses viviendo juntos, la había visto relajarse y comportarse cada vez más como la joven que era.—¿La pasaste bien anoche? —preguntó.No habían podido hablar durante el desayuno porque Elaide había seguido durmiendo para ese momento. Su hermana no se había levantado hasta hace poco y no era de extrañar teniendo en cuenta que la noche anterior había llegado de madrugada. Esa mañana, cuando Vanessa le había ofrecido llevarle algo de comer, ella había rechazado diciendo que
Las cosas no iban mal... aunque tampoco se podía decir que estuvieran yendo bien; estaban más en un punto intermedio. Adriano no iba a negar que había estado un poco nervioso, en especial por cómo reaccionaría Paolo al conocer a Elaide; había estado preparado para sacarlo a patadas de su casa si hacía algún comentario ofensivo dirigido hacia ella. La hermana de Vanessa era como una hija para él y no iba a permitir que nadie, ni siquiera su propio hermano, le hiciera daño. Pero él se había mostrado educado.Vanessa había tenido la idea de que hicieran una comida al aire libre y junto a Elaide y Anna se habían encargado de preparar la ensalada y el postre; mientras que a él y a Paolo los había empujado al exterior para que se encargaran de asar la carne en la parrilla. Para ser más preciso, ella había empujado a Paolo. Adriano había estado al tant
Cuando Paolo se presentó en su empresa, incluso antes de la hora acordada, Adriano se encontró sonriendo. Eso decía mucho de él como persona, era una pena que eso no haría desaparecer su castigo. Se aseguró de mostrarse serio cuando él atravesó las puertas.—Buenos días, Adriano —saludó él con seriedad.—Señor. En horarios de trabajo soy Señor Morelli para ti —dijo, él lo fulminó con la mirada, pero se limitó a asentir con la cabeza. No iba a negar que la estaba pasando bien—. Toma asiento, por favor. Estoy esperando a alguien. Adriano enfocó su vista en su computadora y se puso a trabajar mientras de rato en rato miraba de reojo a su cuñado. Él tenía una mueca de aburrimiento y evaluaba todo el lugar.Su puerta se abrió de repente, ni siquiera tenía que mirar para sa
Vanessa miró a su hermano y su pecho se llenó de afecto. Aunque habían tenido un inicio no muy agradable, las cosas estaban mejorando. Una semana trabajando para Leonardo y Valentino, se habían convertido en dos por sugerencia de ellos. Según lo que dijeron, era bueno para Paolo y su carácter. Patrañas. Ellos solo querían divertirse un poco más. Su hermano no había puesto quejas, pero era probable que hubiera estado bajo amenaza. No le sorprendería para nada tratándose de los gemelos.Sin embargo, debía admitir que Paolo era una persona totalmente diferente a la persona que había conocido hace un poco más de tres semanas atrás. Todavía parecía sentirse receloso de formar parte del circo al que ellos llamaban familia, pero al menos su carácter había mejorado bastante y no había vuelto a mostrarse grosero con nadie.—&iq
—¿No entiendo porque debo cubrirme los ojos? —preguntó Adriano arreglándoselas para caminar sin ver nada mientras su muy embarazada cuñada lo llevaba a través de los pasillos de la casa. —Porque no puedes ver a la novia usando su vestido, es de mala suerte —explicó Bianca. —Eso no tiene sentido, ya vi el vestido en nuestro primer… —Shhh, estamos cerca y si ella te oye, todo puede ponerse peor. —¿A qué te refieres? —preguntó preocupado y se paró de golpe—. ¿Qué está pasando? El silencio que siguió a su pregunta lo preocupo y casi se retiró la venda para salir corriendo en busca de Vanessa. Pero aún no sabía lo que sucedía, y dos embarazadas molestas con él, sonaba como un problema, así que optó por esperar que su cuñada se animara a hablar. —Vanessa tuvo una crisis y nada de lo hacemos o decimos logra que deje de llorar. —Debiste empezar por allí —dijo caminando de prisa olvidando por completo la privación de su vista. Te
La boda pasó más rápido de lo esperado. Los llantos de tristeza habían sido remplazados por llantos de felicidad cuando los declararon marido y mujer. Adriano limpió sus mejillas antes de besarla y se sintió como la mujer más feliz del mundo. Y lo era.Durante toda la noche su esposo no le quitó la vista de encima y aprovechó para besarla en cada oportunidad que podía. El momento de las palabras fue el más divertido y también el más emotivo. Sus cuñados no desaprovecharon la oportunidad para fastidiarlos y sus hermanos la hicieron soltar algunas lágrimas. Disfruto del baile con su esposo y rio cuando él se negó a que alguien más bailara con ella, aunque al final tuvo que ceder.A la medianoche ambos se despidieron de sus invitados y se subieron a su auto para marcharse a su luna de miel, dejando a todos atrás mientras les aplaudían