11 de septiembre…
La gente aplaude, y el mundo merece poco de mí. Quizás una sonrisa malograda y algún gesto desigual. Rasco la guitarra al son de una melodía que suena, que gusta aunque sea fea. Me ajusto a la gente, y ella se entrega a mi soberbia. Al llegar a casa, la cosa en nada cambia. Soy el callado que todos escuchan cuando habla. Soy el hermano comprensivo y el hijo ejemplar. Soy eso y más, pero todo lo contrario en el mundo real. Me llamo Fernando, y esta es mi historia.
Siempre he sido diferente. Algunos culpan a mi signo zodiacal, otros a una arrogancia que aún no detecto. Yo simplemente soy como quiero ser. Eso sí, cada seis meses quiero algo distinto. Primero el juego y ahora la guitarra. Voy alma gitana y clavada. Perpetuo enamorado; desde el primero hasta el último grado. Sostengo un noviazgo en el que soy feliz, pero…
16 d
La única mentira que Dios no castiga ni cuestiona es aquella arrojada para el sacrificio de una más grande. ¿O no? Da lo mismo. El cordón va bien fijo a mi cuello, la cafetera pilla de lo vacía que está y la cajetilla de cigarros sin uno solo me confirma la suerte. Estoy a punto de suicidarme. Que el barbas me perdone.Cinco años antes¿Te acuerdas cuando nos quisimos? Eran tiempos de prosperidad, días de esperanza en los que me atrevía a esperar lo mejor de las cosas. Claro que no fue sencillo. ¿Olvidas la mañana en la que estuve a nada de matarte? Ibamos rumbo a la escuela, cuando manos y lengua se echaron a dormir en plena hora pico. Recuerdo que te paraste en carril de alta velocidad y más de uno saludó a tu madre sin saber que estabas a punto de morir.En aquellos días no fumabas, aunque abusabas de la b
Están las vulgares, por no llamarles comunes y restarles mito a sus labores. Ellas se entregan al placer ajeno por mero gusto al dinero, necesidad o amor al arte. Están las encubiertas, que muy distintas no son a las vulgares. Llegaron ocultando su investidura policiaca, mas el tiempo les cambió la cara.Muchas han muerto en el camino, otras botaron las placas y cambiaron de oficio. Las que se mantuvieron firmes a la causa, fracasaron. Hoy no tienen cabida ni en la mentira ni en la amarga realidad. De más está decir que ellas son las diosas más tristes.Un buen amigo ha cuestionado ene veces mi manía por divinizarlas. ¿Cómo no hacerlo? -pregunto con desespero- si ellas entregan lo mejor que tienen; la corona íntima a quien ni plebeyo merece ser.Es molesto
Diciembre, 2001. Un tal Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León ha perdido la final del torneo local, y la gente llora con desesperación. Entiendo poco de qué va el juego, pero me resulta imposible no sentirlo, no vivirlo, ir ajeno a la pasión.La ilusión sale por la puerta trasera y mi familia lo sabe. Digo mi familia para que Martha Laura, Ludivina, Gerardo y Daniela no se sientan excluidos, pero solo el otro Gerardo: el grande -que buen lugar tendrá en esta pieza- y Martina entienden de lo que hablo. Yo no sé si entiendo del todo, pues a los siete años uno navega entre la fantasía y la realidad. Situemonos en medio.Una canción jamás escuchada me eriza la piel, me obliga a cantarla. Sé que es un himno, sé que es de Tigres, pero… ¿por qué reproducirlo?, ¿para qué presumir la derrota? Lo lógico
Todo comenzó con la explosión. Papá traía entre manos crear un nuevo planeta, poblarlo con alguna especie rara y ver si el enésimo intento le salía bien. Le salió. ¿El secreto? Diseñar seres lo más parecido a nosotros.Hizo replicas exactas de Mamá Luz y mi hermana Lucifer. Así nació la mujer. Mas no fue la primera creación, tampoco la segunda. La primera fue una mezcla entre mi hermano Jesús y yo. Tenía su fisionomía y mi condena, su nobleza y el aíre supremo de lo que fui. La segunda fueron las bestias peludas.El pueblo creció, Papá volvió a fallar. Cometió el mismo error que le ha costado no tener un mundo coherente y correcto como el de sus hermanos, por eso va tan enojado. Yo, a diferencia de la familia, no pierdo el sueño cuando
No recuerdo si éramos cuatro o treinta amigos, si bebíamos cerveza o escocés. Los detalles me son irrelevantes, como irrelevante fue aquella noche, antes de que el menos amigo de los amigos cometiera el sacrilegio de abrirse frente a un escritor en decadencia.Primero narró una experiencia que no llamó mucho mi atención. Era sobre una chica que le tocó parir en una agencia de autos, con la sutil novedad de que no sabía que estaba embarazada. Me sonó a mentira, pero los detalles fueron tan naturales que le di el beneficio de la duda.La segunda fue sobre algo relacionado con el juego. La tercera sobre chicas. La cuarta sobre música. Para la quinta ya todos estábamos en nuestros temas, ignorando a ese tipo que no sabíamos muy bien qué hacía entre nosotros.-Soy un artista sin ta
Todo comenzó en un lugar donde debía comenzar nada. El protagonista de la pieza se permitió ser feliz en la oficina, evidentemente las cosas no saldrían bien. ¿O sí?Mi nombres es el del autor de este libro, pero he de confesarles que no somos uno mismo. Él se divierte mintiendo, incluso lucra con ello. Yo soy más del corte reservado. Hablo poco, pero lo que hablo realmente pasó. Yo me involucro nada con la gente, y si de mujer se trata tengo una señal preparada para cualquier emergencia. Él parece disfrutar meterse en líos con los críos de Lucifer. Y de uno de esos críos -a quien seguramente el cornudo botó de su paraíso- es de quien quiero hablarles.¿Se imaginan lo bonito que ha de ser tener la destrucción de tu enemigo al alcance de tu mano? La oportunidad de s&oacu
LUCÍAOdio las mañanas. Holocausto en el que sueños mueren y la realidad acababa viva. Si es que a eso se le puede llamar vida…Son las 7:57. En tres minutos el infeliz corbata cara y bolsillo pesado de mi jefe comenzará con sus rutinarios chistes. Siempre iguales, tan faltos de gracia como de trama. Sin embargo, la risa es obligada, porque claro, es el jefe.Lo que faltaba. El elevador se queda detenido en el cuarto piso, a uno del quinto, donde me esperan las tareas que prometí acabar hace semanas. Mauricio no lo entenderá. Su espíritu de conspiración le hará creer que provoqué la falla para no cumplir con mis deberes. Que tarado. Si fuera capaz de algo así, desde hace tiempo lo hubiese intentado.No voy solo. Una chica de sonri
Cuenta la leyenda que hace muchos años, en un rectángulo verde dueño de pasiones propias y ajenas, dos locos se enamoraron como difícilmente alguien más lo hará. Él se llamaba Román, y ella, Pecosa.…todos quieren a esa niña, mas pocos la respetan y tratan como él…Ambos iban siempre caritas sucias, y sin embargo, sacaban brillo cuando se encontraban. La elegancia no les escurría mientras andaban por el mundo común y corriente, tampoco se les notaba en el habla. Pero cuando ella le abrazaba, o mejor dicho, cuando Román la sacaba a bailar frente a cientos, miles y millones de pretendientes, la elegancia se romanizaba, pues él era más impactante que cualquier traje o smoking.Una casita azul con amarillo fue testigo del pr